Sobre personas y organizaciones

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La (in-evitable) gran evasión

“Más de 15 millones de trabajadores han dejado sus trabajos desde abril de 2021.”

“40% de empleados dicen que están al menos muy cerca de plantearse dejar sus trabajos entre los próximos 3 a 6 meses.”

“De ese 40% el 18% dice que su intención está cercana a la seguridad de hacerlo.”

“Durante 2020 dimitieron más directores financieros de empresas S&P que en años anteriores.”

“53% de los empleadores dicen estar experimentando tasas de rotación voluntaria superiores a las que tuvieron en años previos. El 64% espera que el problema continue.”

“De un estudio de Microsoft que contó con mas de 30.000 trabajadores de 31 paises, se desprende que 4 de cada 10 trabajadores podrían estar considerando la posibilidad de dejar su trabajo. El 54% entre los trabajadores de 18 a 25 años.”

“Entre los profesionales que respondieron a la encuesta el 36% abandonaron su trabajo sin tener uno nuevo cerrado.”

“El 38% de los empleados de Reino Unido e Irlanda planean cambiar de rol en los próximos seis a doce meses. Proporción que se elevan hasta el 55% entre los jóvenes de 18 a 34 años.”

Datos. Titulares extraídos de dos de los muchos artículos que he leído en los últimos meses al respecto. “¿Preparado para la “gran evasión” en el blog de Santi Garcia y “Great Attrition” or “Great Attraction”? The choice is yours  de Mckinsey.

Ambos artículos os conducirán a las fuentes de donde se extraen los datos, además de explicar y racionalizar las causas raíz de esta situación de una forma objetiva.

A la vista de estos datos macro y de los propios datos más micro que muchas organizaciones están extrayendo en los últimos meses en cuanto a sus datos de rotación voluntaria es obvio que algo está sucediendo. Algo que hace que se superen las tasas habituales de rotación en muchas organizaciones y en la mayoría de industrias.

El fenómeno lo podemos bautizar de la forma que queramos, la gran evasión, la gran estampida o la gran migración; es irrelevante, lo sustancial es que muchos profesionales, probablemente más de los previstos y deseados, se están planteando seriamente un cambio profesional.

No hay una única causa raíz sino un conjunto de ellas como bien se explican en ambos artículos.

  • El replanteamiento, en muchos casos existencial, de muchas personas sobre sus prioridades vitales-laborales tras el azote de la pandemia. El propósito vital adquiere ahora un peso específico mayor.
  • La avalancha de cambios en el presente del trabajo generados por la obligatoriedad de trabajar en un mundo virtual (sobre todo para los profesionales de la economía del conocimiento).
  • La desconexión emocional propiciada por un tiempo demasiado largo alejado de los vínculos que generan el sentimiento de pertenencia más profundo: las personas que forman parte de nuestro circulo de confianza y de proximidad máxima.
  • La fatiga – casi ahogo – digital provocada por la falta de hábitos en un contexto virtual que nos ha hecho trasladar erróneamente nuestras agendas en el mundo físico al mundo digital – hasta programamos las conversaciones “informales” cautivos de una agenda digital que domina demasiadas horas de nuestro día a día.
  • La pobre o tardía reacción de muchas empresas a la hora de abordar la transición necesaria para sobrevivir en un mundo “pandémico”.
  • La diferencia de percepción entre como sienten los empleados la gestión de sus empleadores de la crisis versus como estos perciben la gestión de la misma en el plano de la salud, la organización del trabajo, la adaptación al nuevo contexto, etc.

En definitiva, un conjunto de circunstancias, conectadas entre sí y que pueden explicar en cierto modo el porqué de los datos con los que abría esta entrada.

El resultado. Organizaciones y en particular departamentos de personas, talento o RRHH llevándose las manos a la cabeza. Apretando el botón de “red alert” ante un fenómeno que, honestamente, me asombra no pudiesen siquiera atisbar en el horizonte hace un año sin necesidad de esperar a los resultados de las encuestas.

Se llega tarde (utilizaré el reflexivo para que cada cual decida a donde apuntar, mirar o señalar).

El gabinete de crisis ya está en marcha. Toca zafarrancho de contención. Profesionales del mundo del talento tratando de contener la vía de escape del Titanic organizativo. Organizaciones remendando procesos, repensando políticas quizás demasiado rígidas y obsoletas. Procedimientos y políticas convertidos en reliquias que pertenecen a otro tiempo organizativo ya extinguido. Empresas practicando el arte del corte y confección en materia de compensación, diseñando artilugios retributivos que sirvan de torniquete a la hemorragia de talento.

Seguramente las organizaciones más avanzadas puedan medio contener la sangría, eso sí, con un desgaste económico y energético considerable. Cuando toca poner foco en lo urgente, se suele desviar la atención de lo importante. Que era paradójicamente en lo que había que haber puesto foco para que no se convirtiese en urgente.

Ahora es tarde. Pero no se puede dejar de intentarlo porque es nuestra responsabilidad organizativa y sobre todo la de aquellos profesionales del área de personas-RRHH-Talento y no podemos permitir que los profesionales que han echado el resto durante este más de año y medio, abandonen el barco.

Sin embargo, creo que sería mucho más valioso concentrar los esfuerzos, o al menos parte de ellos en hacer autocrítica. Mirar al pasado reciente, no de reojo, sino de frente y comprender las causas raíz de este éxodo.

Sería mucho más valiente escuchar a los profesionales de la organización sin filtros. Sin pretender buscar entre sus argumentos nuestras justificaciones. Encajar el “uppercut” y la derecha demoledora de la verdad. Incorporar la Experiencia de Empleado (EX) como lo que en realidad es: un mecanismo para co-diseñar a partir de información objetiva y estructurada lo que los empleados expresan para construir la propuesta de valor que necesitan, no la que la organización estima que necesitan.

Sería mucho más eficiente utilizar esos “insights”, verdades, datos objetivos, combinarlos con las estadísticas actuales. Medir el impacto cuantitativo en el negocio de esta migración de talento.

Sería mucho más lógico dedicar el tiempo y los recursos a lo consustancial, a lo realmente importante. Construir una cultura organizativa que sea lo suficientemente flexible y ágil para que cuando se produzca otra gran catarsis – provocada quizás por otro macro cambio mundial – nuestros profesionales no castiguen la rigidez, la falta de reacción, la desconexión entre sus emociones y las prácticas organizativas.

Quizás sea el momento de empezar a trabajar en construir la cultura organizativa, los procesos, el modelo de liderazgo que, llegado el momento, no solo permita contener una estampida, sino acoger al talento que emigre en ese momento buscando otra organización prometida.

Esta gran evasión es inevitable. La próxima es previsible y para ella, puede que estemos a tiempo.


 

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La revolución Agile – Bienvenido a la Tribu…

La idea de la transformación (tanto digital como cultural…) no solamente se ha consolidado en los últimos años, sino que se ha convertido en el epicentro y la razón de ser de la estrategia de negocio de un buen número de compañías.

Durante los últimos años el concepto VUCA hizo su trabajo calando hasta los huesos la idea de la transformación incluso en los más agnósticos del lugar. Ahora, no solamente no existe ninguna duda sobre la necesidad de evolucionar y cambiar, sino que la mayoría de organizaciones de cierto calado hace tiempo que iniciaron sus correspondientes procesos de transformación.

 

Pero, mientras los líderes y equipos que abanderan la transformación se encomiendan a su loable misión,  se consolida una filosofía de trabajo que obligará a que muchos profesionales dibujen sus comportamientos incorporando otro tipo de colores y matices.

El Agilismo, que nace a los albores del S.XXI como un método alternativo a las tradicionales y pesadas metodologías de desarrollo de software, irrumpe con una fuerza demoledora en la organización del trabajo y en la propuesta de generación de valor de áreas organizativas no relacionadas necesariamente con el desarrollo de software.

De esta manera y apoyándose en una filosofía que pretendía encontrar mejores formas de desarrollar software, nace el Manifiesto Agile; una declaración de intenciones en toda regla, cuyos pilares fundamentales son:

  • la primacía de personas e interacciones sobre procesos y herramientas.
  • la generación de valor de una forma incremental sobre la generación de excesiva documentación.
  • la colaboración estrecha con el cliente frente la negociación contractual.
  • la capacidad de respuesta ante el cambio frente a la planificación.

La adopción de la filosofía Agile más allá del mundo del desarrollo de software significa mucho más que subirse al carro de la enésima tendencia de turno en el mundo del management. Considerar que tan solo se trata de la última moda en materia de organización del trabajo es un ejercicio demagógico realmente arriesgado.

Ser Agile no es simplemente ser rápido, ni tan siquiera ser flexible. Convertirse en una organización Agile implica estar dispuesto a ser flexible, adaptable, rápido, dinámico y por supuesto colaborativo alzándose en pie de guerra contra determinados paradigmas consolidados y que suponen un freno al proceso transformativo de muchas organizaciones.

Ser Agile es estar dispuesto a derrocar el status quo imperante en la cultura organizativa dando protagonismo a las personas y sus conversaciones e interacciones frente a los procesos organizativos.

Ser Agile es asumir el error y la equivocación como una parte natural del proceso de generación de valor frente a la estéril búsqueda de la perfección en un mundo en constante transformación.

Ser Agile es colaborar y cooperar con el cliente, convirtiendo a este en un nodo fundamental del circuito organizativo frente a la pesada y poco operativa negociación contractual.

Ser Agile es tener auténtica capacidad de respuesta ante el cambio como única variable constante frente al cada vez más estéril ejercicio de planificación.

Ser Agile es, en realidad, hackear la cultura organizativa convencional acomodada en la definición de procesos y en el exceso de burocracia.

Pensar y actuar en Agile tiene como  objetivo aportar valor de manera incremental, utilizando  el aprendizaje continuo y despenalizando el error tanto individual como colectivo.

Pensar y actuar en Agile implica otorgar libertad de acción a las personas organizadas en equipos multidisciplinares de alto rendimiento autónomos e independientes en su forma de operar; equipos, agrupados a su vez en tribus guiadas por un propósito ligado a la estrategia de negocio y conectadas a su vez entre sí.

Trabajar de acuerdo a los principios de la metodología Agile no solo implica comprender la filosofía de un manifiesto, sino, fundamentalmente,  abandonar nuestras raíces más profundas y aceptar la obsolescencia de conceptos como puesto de trabajo, departamento, control o jerarquía que han delimitado nuestra zona de confort históricamente.

Se trata de emprender un viaje hacia un nuevo territorio, inexplorado, que representa un aprendizaje en sí mismo, asumiendo la imposibilidad de predecir las etapas ni las aventuras que encontraremos en ese camino.

Un viaje organizativo y cultural, exento de certezas y repleto de aprendizajes.

El impacto que una filosofía de estas características tiene en materia de gestión de personas es un auténtico tsunami respecto de la mayoría de procesos y prácticas con las que en la actualidad trabajamos.

El cambio de comportamientos necesario para emprender este viaje con mínimas garantías de éxito obliga a su vez a que aquellos profesionales orientados a personas aprendamos a interpretar las señales –y no precisamente de humo – para ayudar a que otros pongan en práctica de forma natural la cooperación, la resiliencia, la práctica de la conversación, el nosotros frente al yo, o la naturalización del error en un contexto de continuo aprendizaje. En estos comportamientos radica el secreto para aportar valor genuino en la economía del S.XXI

Muy pronto conceptos como chapter lead, squad, iteración, product owner, retrospectiva, obeya room o scrum comenzarán a formar parte de nuestro lenguaje habitual aunque no seamos profesionales con un background tecnológico. Un nuevo lenguaje para decodificar una nueva realidad cultural y organizativa.

Queramos o no, somos profesionales contemporáneos de un nuevo modelo, de una nueva filosofía que nos invita a explorar nuevos territorios, a vivir y comportarnos de acuerdo a nuevos rituales… a formar parte de un nueva realidad organizativa…

Bienvenido a la tribu…

Viaje al centro del empleado…

centricityViaje al centro del empleado, un título inspirado en la obra de Julio Verne ya que probablemente se trata de la aventura más apasionante que cualquier empresa debe de emprender hoy en día en cuanto a su estrategia de gestión de personas se refiere.

Para entender la trascendencia de este viaje es imprescindible entender la íntima relación que guarda con otra aventura igualmente apasionante, la que pone al cliente en el centro de la estrategia.

las organizaciones más avanzadas han entendido que la mejor forma de maximizar los beneficios de la empresa a largo plazo, en un contexto empresarial donde aportar valor al cliente y mantenerse en la cresta de la ola es más complicado que nunca, requiere, inevitablemente, desarrollar una estrategia centrada en el cliente: Customer centricity. Una estrategia que pone el foco en dar sentido al desarrollo y comercialización de productos y servicios teniendo en cuenta las necesidades y expectativas reales de los clientes, insisto… las reales. Un matiz absolutamente demoledor.

Una estrategia no solo “marketiniana” sino de negocio puro que implica entre otros muchos aspectos:

  • Escuchar las necesidades del cliente de forma continua… y entenderlas.
  • Diseñar las experiencias con el producto o servicio pensando en el cliente y en todo el ciclo vital del cliente con el servicio.
  • Medir lo que realmente importa desde la perspectiva de cliente y no tanto lo que interesa medir.
  • Hacer que el modelo de liderazgo tenga en su epicentro al cliente sistemáticamente.
  • Utilizar el feedback del cliente para la revisión continua de los procesos de negocio…

Las empresas que realmente quieran llegar al centro de su cliente, deben entender que ese viaje pasa por planificar meticulosamente y en paralelo otra aventura… un viaje cuyo destino central es cada una de las personas que trabajan en la organización…

Dos aventuras íntimamente relacionadas. Si los productos y servicios y toda la operativa de negocio están en manos de las personas que trabajan en el proyecto, serán ellas quienes a través de sus comportamientos consigan que  la estrategia centrada en el cliente trascienda los power points corporativos y sea una realidad tangible que impacte en el negocio.

Esta lógica debería ser razón suficiente para justificar la aventura en la que muchas empresas deberían embarcarse sin demora…

Una estrategia centrada en el cliente es inviable sin una estrategia centrada en el empleado.

Diseñando el viaje al centro del empleado.

Seguramente son muchos los aspectos que una empresa debe tener en cuenta para emprender esta aventura y seguramente cada organización requiera una preparación específica y adaptada a su cultura, a su industria y a su propio contexto, pero toda aventura empresarial que realmente ponga a las personas del proyecto en el centro de su gestión debe de trabajar las siguientes dimensiones.

Liderazgo con foco en el empleado. Una piedra angular para que los colaboradores estén en el epicentro del modelo será el estilo de relación de los managers de la organización. Un estilo obviamente basado en la escucha activa y alejado de la inferencia de expectativas. Un estilo antagónico al ordeno y mando en el que el rol del manager se focaliza en formular preguntas en lugar de en dar respuestas; un estilo que invita a participar y que permite la libertad de expresión del talento de cada colaborador.

Procesos orientados a comprender las necesidades, expectativas e inquietudes. Una derivada directa de un liderazgo con foco en el empleado es la construcción de procesos que permiten identificar las necesidades y las expectativas de las personas. Procesos que trascienden los puntuales y cada vez más ineficaces procesos de evaluación del desempeño o “encuestas de clima laboral”. Procesos que se apalancan en la movilidad y accesibilidad para recabar información directa e inmediata sobre el estado de ánimo de los empleados o su grado de satisfacción ante las políticas y prácticas que les afectan.

Diseño de experiencias positivas de socialización y relación durante todo el ciclo vital. Experiencias positivas desde la fase de reclutamiento y selección, pero que tienen continuidad en todos los momentos de la verdad de cualquier persona durante todo su ciclo vital dentro de la organización: Incorporación, vinculación a proyectos y grupos de trabajo, cambios en su actividad, retribución y por supuesto, desvinculación de la organización. El área de personas debe diseñar experiencias positivas en todos y cada uno de ellos para que el empleado siempre esté en el epicentro de su gestión.

Employee Centricity - Viaje al centro del Empleado

Fomentar la participación. Difícilmente se puede consolidar una estrategia con foco en el empleado si no se permite su participación activa y abierta a lo largo y ancho de los confines organizativos. El empleado debe ser el protagonista. Por ello, tanto los procesos orientados a captar sus necesidades, como el diseño de experiencias en todas las etapas del ciclo vital deben permitir su participación, haciendo que no sea un mero testigo sino un activista real en los procesos de negocio.

Medir y Compartir los logros individuales y colectivos. Es crucial hacer partícipe al empleado de su contribución al negocio. Un empleado está en el centro de la estrategia cuando entiende milimétricamente su capacidad para generar valor. En otras palabras, medir y compartir con los colaboradores el impacto que tienen en el negocio es un factor crítico para que una estrategia centrada en el empleado cristalice.

Enriquecer la experiencia del empleado con su feedback. No se trata solamente de escuchar y canalizar expectativas, intereses e inquietudes. Ni siquiera se trata de fomentar la participación y de diseñar experiencias positivas durante todo el ciclo vital del empleado. Sobre todo, se trata de utilizar todas las opiniones para revisar permanentemente todos los elementos que forman esta aventura. Utilizar el feedback de forma útil requiere dar voz a los empleados, pero sobre todo dar credibilidad a su opinión, tratándolas como adultos. Personas con criterio suficiente para opinar sobre sus experiencias en la empresa.

Indudablemente, el área de RR.HH ha de jugar un papel crucial en este viaje. Una aventura no exenta de imprevistos y riesgos pero que pone de manifiesto sin paliativos la relación directamente proporcional que existe entre la llamada gestión de personas y el impacto que estas tienen en la consecución de los objetivos de negocio.

Una aventura apasionante. Un viaje que no debe tener marcha atrás una vez iniciado. Una aventura que lejos de ser una novela de ciencia ficción representa el viaje más real que cualquier organización debe emprender. Un viaje con destino al auténtico corazón del negocio, las personas…

Puedes leer la entrada original en el Blog Corporativo de Meta4

Sobre Personas y Organizaciones: 5 años, 15 post y 1.001 noches…

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Hace un par de meses esta bitácora cumplió 5 años. En ese momento pensé hacer el tradicional post de agradecimiento por estar ahí como lectores un año más, pero pensé que era una cifra lo suficientemente redonda y que la ocasión merecía la pena para hacer otro tipo de “celebración”, cuando este quinto año en la blogosfera estuviese dando a su fin.

Así que mi celebración, en forma de agradecimiento, como no podía ser de otra manera no es más que un “Greatest hits”, al menos un grandes éxitos para el autor 🙂 ; la selección de mis quince entradas favoritas durante estos 5 años. Una selección inspirada en lo que cada uno de estos post ha provocado tanto en mi como en vosotros, la comunidad, en base a vuestra aceptación, difusión y comentarios, prueba de ello es que muchas de ellas, años después de su publicación, aún siguen dando vueltas en esta nuestra red… 😉

Desde que Sobre Personas y Organizaciones vio la luz en el otoño de 2011, siempre he defendido la máxima de publicar única y exclusivamente cuando creía tener alguna reflexión o idea relevante que trasladar sobre el arte de la gestión de personas y organizaciones. Cinco años después esta máxima perdura y mi compromiso sigue intacto… de manera que, con vuestro permiso, seguiré con mi empeño un tiempo más…

Mientras tanto, aquí os dejo mis 15 elegidos a lo largo de estos 5 años, confiando en que aún queden mil y una, o mejor, infinitas noches para seguir compartiendo reflexiones…

Simplemente, ¡GRACIAS por estar ahí y FELIZ 2017!

Manifiesto realista sobre la transformación organizativa

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Ya sabemos que estamos en un proceso de cambio constante. Todos vivimos expuestos a multitud de procesos de transformación; lo estamos, tanto los que hemos tomado consciencia de ello, como aquellos que aun recibiendo el mensaje a diario, cada vez a través de más medios y canales, (e irremediablemente en cualquier foro de management), han decidido que no va con ellos.

Todas las organizaciones, sin exclusión de ningún tipo, independientemente de su tamaño, de su sector de actividad y de cualquier de sus condiciones viven un proceso de cambio; y lo viven en la medida que las personas que formamos parte de ellas, estamos y seguiremos estando en un constante proceso de evolución, lo queramos, o no.

La cuestión es ahora quien toma las riendas, quien asume, en ocasiones, por incómodo que sea todo lo que implica hacer que las cosas cambien, se transformen y evolucionen.

El cambio auténtico, la transformación genuina  de una organización no se produce por las políticas, los procedimientos y los procesos expresados en forma de presentaciones que se alojan y distribuyen en las intranets o mediante las redes sociales corporativas internas; son en realidad la consecuencia de todo un ecosistema de situaciones, de conversaciones, de propósitos, de intentos, de frustraciones, de resistencias, de más intentos, de más conversaciones, de procesos, de pequeños logros, de incómodas verdades, de grandes aprendizajes, que de forma sostenida en el tiempo generan la evolución real…

Las organizaciones contemporáneas a este convulso pero apasionante siglo XXI, evolucionarán y encontrarán su espacio en sus respectivos mercados en la medida en que tomen constancia de que la llamada gestión del cambio se produce de forma auténtica y genuina gracias a la existencia de un ecosistema formado por multitud de personas, relaciones, situaciones, procesos y circunstancias  que existen en paralelo al mundo organizativo oficial.

Estas son solo algunas reflexiones en forma de manifiesto que evidencian la forma genuina  y real en la que se producen los cambios y la transformación de las organizaciones.

MANIFIESTO REALISTA SOBRE LA TRANSFORMACIÓN ORGANIZATIVA

  1. La evolución de una organización sucede, siempre, más allá de sus estructuras y órganos de gobierno oficialmente reconocidos.
  2. La transformación de cualquier organización se produce en cada conversación, – independientemente de donde esta tenga lugar-  en la que se cuestionan el destructivo “siempre se ha hecho así”.
  3. El cambio es una cuestión de espacios, físicos pero sobre todo mentales.
  4. La mayoría de acciones y comportamientos que generan cambio no son observables a simple vista por los órganos ejecutivos de la organización.
  5. La transformación colectiva se produce cuando las personas previamente a nivel individual modifican sus comportamientos.
  6. La gestión del cambio no es propiedad de ningún área o departamento, es en todo caso, la suma de las acciones de multitud de personas en forma de agentes de cambio extra oficiales, distribuidos en todos los niveles, áreas y proyectos dentro de una organización.
  7. La evolución de una organización se fragua en conversaciones cotidianas en lugares informales y, en muchas ocasiones, más allá de los límites físicos de la propia organización.
  8. Existe una relación directamente proporcional entre la libertad de acción y la velocidad de transformación. Cuanto mayor es el locus of control más lenta es la evolución real de cualquier organización.
  9. La transformación auténtica de una organización se produce de forma independiente a los procesos que intentan ordenar y canalizar el cambio, aunque estos sean necesarios.
  10. Las redes de influencia son capaces de generar evolución con mayor agilidad que el poder formal.
  11. Las emociones y la forma en la que se manifiestan son las detonantes del cambio de comportamientos que provocan la transformación.
  12. La honestidad radical se encuentra casi exclusivamente en las conversaciones no controladas entre cualquiera de los miembros de la organización.
  13. La tecnología es un vehículo imprescindible para la gestión del cambio, pero los comportamientos analógicos y no digitales son los que mueven las emociones.
  14. Las emociones más auténticas normalmente son imperceptibles en los procesos formales de la organización.
  15. Una organización emocionalmente activa es una organización más efectiva en su capacidad de transformación

Las organizaciones y todos los profesionales que oficialmente se dedican a la gestión del cambio y asumen roles dirigidos a la transformación deben de tomar conciencia de la existencia de estos principios, afirmaciones, asunciones y hechos que dibujan como se produce el cambio de forma real en cualquier organización.

Se trata de un manifiesto necesariamente inacabado que lejos de ser un dogma de fe, tan solo pretende evidenciar la existencia de un ecosistema que subyace a las estructuras, a los procesos y a las interacciones formales de cualquier entorno organizativo y en el que se produce la auténtica transformación.

Sin embargo, el cambio seguirá siendo gestionado mediante la aplicación de metodologías y la creación de modelos orientados a acelerar los procesos de transformación. Metodologías, estructuras y procedimientos que aun jugando un papel fundamental en el contexto de cambio no impedirán, (sino puede que incluso al contrario…), que sigan existiendo relaciones, influencias, conversaciones, emociones y finalmente comportamientos tras los que se esconde la auténtica y genuina transformación de cualquier organización…

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