Sobre personas y organizaciones

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Del Reclutamiento a la Comunidad, de la Selección a la Conversación

La incorporación de nuevos profesionales a un proyecto siempre me ha parecido una de las tareas más complicadas en la gestión de personas. Si le otorgamos la categoría de Ciencia, estaríamos ante la más inexacta de todas, ya que la materia prima con la que se trabaja es el elemento más delicado e impredecible que existe… las personas.

Sin embargo, y aún a riesgo de generalizar, el arte o la ciencia de la incorporación de nuevos profesionales es una tarea en la que los Departamentos de RR.HH. siempre juegan contra el reloj. La premura, la urgencia, el deadline, son factores que suelen estar presentes con demasiada frecuencia cuando se trata de incorporar a alguien nuevo a la organización.

Aunque siempre resultó esencial incorporar a los profesionales más idóneos  para un proyecto, nos dirigimos hacia un marco de relaciones profesionales donde esta tarea aún resultará más crucial que antes, sobretodo en profesionales del conocimiento ya que serán estos los que marquen la diferencia en términos de generación de valor dentro de cualquier organización.

Quizás la era de la conectividad que atravesamos sea la excusa perfecta para que los departamentos de RR.HH. modifiquen su aproximación hacia la tarea de Reclutamiento y Selección… veamos en qué medida.

Del Reclutamiento a la creación de Comunidad.

La idea de reclutar siempre me ha evocado (en cierto modo) un entorno castrense. Identificar profesionales para su alistamiento en la estructura. Un alistamiento en el que la maquinaria de reclutamiento se pone en marcha para dar respuesta a una necesidad solicitada por el negocio (el alto mando…). En cualquier caso, un enfoque reactivo per se.

La revolución tecnológica de la web social supone un antes y un después para los reclutadores. Pero la funcionalidad de los entornos 2.0 no está cambiando el modus operandi del reclutamiento en muchas empresas (salvo honrosas excepciones). Los canales para la identificación de profesionales han cambiado, pero la usabilidad que se les da no es óptima. Existe poca diferencia entre hacer un “posting” de una posición en una o varias “jobsites” o viralizarlo a través de diferentes redes sociales.

La función del reclutador debe ir más allá de la viralización. Ya no se trata de identificar a los profesionales a través de los “nuevos canales 2.0”, sino de, además, hacer comunidad con ellos.

Un reclutador debe ser un desarrollador de Comunidad capaz de movilizar los contactos de su red y multiplicarlos sin esperar a que surja una necesidad; Su cometido es rastrear los espacios virtuales y reales donde se alojan y se exhiben las habilidades y conocimientos de los profesionales que enriquecen su organización, invitándoles a participar en ella de forma regular, preferentemente, rompiendo la barrera virtual.

 

De la Selección a la Conversación.

Pero de nada serviría la creación de Comunidad si el seleccionador no variase su comportamiento en la interacción que establece con los profesionales que ha llevado hasta ella.

La relación tradicional entre entrevistador-candidato no refleja equilibrio. Salvo excepciones, uno pregunta y otro responde. Uno chequea y explora y otro se sabe examinado. Nunca me pareció que se tratase de una relación de igual a igual.

En la Organización del S.XXI, el seleccionador debe dejar de seleccionar y comenzar a conversar. Debe dejar de escanear, sondear e investigar y pasar a fomentar un intercambio abierto de información, expectativas, opiniones, habilidades y conocimientos  y llevarlo a cabo de forma continuada en el tiempo con el mayor número de profesionales  miembros de su Comunidad.

La selección debe ser el arte del flirteo a través de la conversación para descubrir progresivamente todas las características, habilidades, expectativas, deseos y anhelos del que  está al otro lado. Es preciso reemplazar la idea de “extraer” información para inferir comportamientos e implantar un modelo en el que se conversa para crear situaciones donde  se observan comportamientos de forma directa.

Cuanto mayor sea el número de conversaciones, la diversidad de las mismas y de las circunstancias en las que estas se lleven a cabo (formales e informales) mayor será el grado de conocimiento que ambas partes adquieran el uno del otro.

Esta redefinición del tradicional modelo de selección requiere un enfoque temporal radicalmente opuesto. La urgencia y la prisa son contraproducentes para el desarrollo sólido de una comunidad y para poder llegar a conocer en profundidad al mayor número posible de profesionales dentro de ella. Se trata de un proceso constante y sistemático en el tiempo.

Obviamente el desarrollo de comunidad y la conversación como pilares de la identificación e incorporación de nuevos profesionales no se pueden prescribir en todas las situaciones que las empresas plantean para cubrir sus necesidades; sin embargo, esta sería la aproximación óptima para identificar e incorporar posiciones estratégicas o claves dentro de la Organización ya que minimiza considerablemente el riesgo de inadaptación a la cultura, valores, colaboradores y entorno. En otras palabras, incrementa las probabilidades de éxito y reduce los costes asociados al fracaso de la selección.

Mucho más que un mero Restyling

El cambio de paradigma en la función de reclutamiento y selección, no consiste en un mero “restyling” superficial de la tarea, sino en modificar los comportamientos asociados por parte de las organizaciones para conocer en profundidad a la comunidad de profesionales que pueden llegar a aportar valor para  la empresa…

En la empresa del S.XXI reclutar y seleccionar es hacer comunidad, conversar, interaccionar y flirtear con ella.

Rumbo a la gestión 2.0: las 5 Dimensiones

El cambio es paradójicamente la única variable permanente… el reto de las empresas y profesionales del Siglo XXI no es adaptarse a él, sino formar parte del mismo.

En esta transición cualquier empresa y cualquier profesional estarán involucrados por el mero hecho de ser parte del mercado. El cambio de era nos impactará a todos, en mayor o menor medida, antes o después, primero en unas industrias y geografías, más tarde en otras, pero todos los stakeholders del entorno socio-empresarial se verán afectados.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

La cuestión, por lo tanto, no es si tomar o no el rumbo hacia una gestión 2.0 tanto como identificar las variables organizativas que permiten virar en esa dirección con mayor o menor velocidad. Y, aunque pueda resultar repetitivo, una vez más, es conveniente aclarar que al referirme a Organización 2.0 no pienso en una empresa con presencia y actividad en redes sociales, sino en un modelo de gestión caracterizado por una serie de atributos como: transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, capacidad conversadora y espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)…

El viraje organizativo guarda una estrecha relación con cinco dimensiones clave. La rapidez  con la que se fije el rumbo hacía una gestión 2.0 y la determinación con la que este se mantenga dependerá de la interrelación de estas cinco dimensiones.

1.- Grado de evolución cultural organizativa

Resulta engañoso pensar que toda organización está en disposición de plantearse su rumbo hacia una gestión 2.0 El nivel evolutivo de una organización en términos de madurez cultural para comprender e interiorizar el modelo 2.0 es la primera dimensión que determinará la capacidad para virar a mayor o menor velocidad. Se podría establecer una clasificación haciendo una analogía con algunas de las principales especies de la evolución humana:

Organización Australopithecus: entornos organizativos todavía muy rudimentarios por sus procesos y procedimientos que requieren una profunda transformación cultural antes de tan siquiera comprender el concepto 2.0

Organización Habilis: empresas que han adquirido cierta destreza aprendiendo a manejar “utensilios básicos” y cuya masa y capacidad cerebral también ha ido “in crescendo”. Son capaces de plantear pequeñas mejoras a través de una comprensión del enfoque 2.0 aún muy primaria.

Organización Erectus: Organizaciones que poseen una capacidad considerable para comprender el concepto. Entienden el reto… han descubierto el fuego que representa la gestión 2.0. Conocen los entornos colaborativos reales y virtuales, pero no acaban de optimizarlos. No dominan las herramientas, pero están cerca de hacerlo.

Organización Sapiens: Entornos organizativos que dominan el concepto y son capaces de integrar el enfoque 2.0 desarrollando entornos colaborativos, flexibles y de innovación abierta; conocen la problemática de su implantación y el cambio disruptivo que implica la gestión 2.0 en su conjunto.

2.-Rigidez-Flexibilidad de la Estructura Organizativa

Dimensión que báscula entorno a dos ejes claramente conectados y cuya suma influirá decisivamente en la claridad con la que se fije el rumbo:

a) Nivel de delimitación del contenido de los puestos de trabajo: Si nos encontramos ante organizaciones gobernadas de manera rígida por descripciones de puestos que delimitan a la perfección tareas y responsabilidades, resultará muy complicado implantar una gestión 2.0, caracterizada por una necesaria distorsión y relajación de los contenidos de los puestos.

b) Verticalidad-Horizontalidad en la toma de decisiones. Una estructura vertical con líneas de reporting perfectamente definidas y procesos de toma de decisiones top-down dificultarán el giro hacia un modelo de gestión 2.0 de una manera ágil; en una organización “vertical” la aportación de los profesionales está supeditada al mejor criterio del superior inmediato. Por el contrario, aquellas organizaciones que hayan reducido su número de capas,  democratizando las interacciones entre ellas serán un caldo de cultivo mucho más propicio para que germine una cultura de colaboración abierta.

3.-Nivel de conservadurismo o transformación del modelo de Liderazgo

La contundencia con la que se conduzca el timón hacía una gestión 2.0 estará íntimamente relacionada con la dimensión que supone el estilo de Liderazgo imperante. En “Organizaciones Sapiens” dominadas por un liderazgo autocrático el cambio de rumbo será muy lento, casi imperceptible. Por el contrario, un Liderazgo transformador que se instaure en organizaciones evolutivamente más rudimentarias (Australopithecus o Erectus) imprimirá la velocidad de crucero necesaria en la dirección de una gestión 2.0. En definitiva, el nivel de disrupción o conservadurismo del liderazgo imperante no solo contribuirá a fijar el rumbo sino que marcara la velocidad de crucero en la travesía.

4.-Grado de permeabilización del espíritu Troyano

Los troyanos organizativos son profesionales cuyo ADN refleja personas de acción, que trabajan por convicción, estrategas, socialnetworkers, inconformistas guiados por la ética, cuyo modus vivendi normal es el aprendizaje y la adaptación constante en entornos de cambio. El troyano es el agente de cambio por excelencia, un catalizador y movilizador de inquietudes, un profesional al que no le tensiona la dicotomía aprender-desaprender, mientras en paralelo transforma y evoluciona su entorno. Si el grado de evolución cultural y el estilo de liderazgo son dimensiones que delimitan la nitidez con la que se fija el rumbo… el número de troyanos organizativos determinará la velocidad de “contaminación” del resto de la tripulación hacia la gestión 2.0 y la profundidad y calado del enfoque.

5.-Capacidad disruptiva de la función de Gestión de Personas.

Un área de HR escéptica ante el modelo de gestión 2.0 limitará al máximo el arraigo del mismo debido al propio impacto que la función de RRHH puede tener en la configuración de la estructura organizativa, el desarrollo del modelo de liderazgo y consecuentemente en el nivel evolutivo de la empresa en su conjunto.  Por el contrario, un área de gestión de personas que comprende la necesidad del viraje hacia la gestión 2.0 como estrategia no de supervivencia sino de diferenciación en el mercado iniciará un “amotinamiento” ordenado que contribuirá a consolidar el timón en esa dirección.

La capacidad disruptiva de la función de RR.HH es, por lo tanto, una quinta dimensión esencial para definir el rumbo hacia un modelo de gestión 2.0. Su capacidad para transformar la cultura de la organización impulsando y favoreciendo un modelo de liderazgo transformador, difuminando la rigidez de la estructura organizativa y favoreciendo la penetración y proliferación del número de troyanos serán determinantes para definir el rumbo hacia una versión de gestión más avanzada.

Fijar el rumbo hacia un modelo de gestión 2.0 es sencillamente una cuestión de tiempo. Junto a estas cinco dimensiones, variables como el tipo de negocio, la geografía en la que se opere, la cultura  o la configuración demográfica de la propia empresa serán elementos que también definirán este proceso.  Probablemente no sean los únicos factores, pero analizar en profundidad el status de estas cinco dimensiones y el grado de inter-dependencia, impacto e influencia entre ellas es un ejercicio que permitirá determinar en qué medida una empresa está en disposición de fijar o no el rumbo hacia una gestión organizativa próxima al modelo 2.0.

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La mano que desarrolla la red…es la mano que “domina” el mundo…

Nos guste o no, vivimos en un mundo conectado, experimentamos conexiones a diario, nuestros círculos se expanden, nuestros nodos se multiplican, y poco importa que queramos alejarnos de esa hiperconexión que todo lo abarca… ni el más huraño ermitaño puede escapar a esta salvaje era de la conectividad…

Extrapolado al plano profesional, por encima de nuestra condición, función, ocupación, actividad, experiencias acumuladas y expectativas de desarrollo, la conectividad marcará nuestra vida profesional cada vez a mayor velocidad. Es un proceso imparable e innegable. Observar esta realidad está al alcance de todos…

A partir de aquí, os dejo algunas reflexiones sin orden, sin numeración, sin ranking alguno; no se trata de un decálogo, no es un dogma de fe, tan solo una recopilación de ideas sobre la relevancia que la conectividad tiene y tendrá para el desarrollo de profesionales y organizaciones.

-Incorporar la conectividad a nuestra vida profesional no es hacer una lectura ultra avanzada de la realidad, es una necesidad perentoria para adecuarnos a la transformación de nuestro entorno.

Nuestro entorno se compone de multitud  de redes repletas de oportunidades en forma de conocimiento, ideas y experiencias.

Todos formamos parte de una o varias redes en la medida en que estas forman parte de nuestro entorno.

-Lo que determina nuestra expansión como profesionales conectados es nuestro “activismo” dentro de las redes a las que nos adherimos.

Los vínculos que establecemos nos conceden acceso directo a un proceso de enriquecimiento profesional que es directamente proporcional a nuestro interés por  desarrollar asociaciones de forma continuada en el tiempo.

La conectividad no enriquece profesionalmente “per se”, es nuestro apetito por el aprendizaje el que determina en qué medida podemos optimizar nuestras conexiones.

Cualquier profesional puede construir una red diseñada a la medida de sus inquietudes y expectativas de dimensionamiento profesional.

La empleabilidad de un profesional no se incrementa por el mero hecho de estar en la red, sino por la capacidad para generar y compartir experiencias dentro de ella.

La rentabilidad de nuestras conexiones es directamente proporcional a la amplitud de nuestra capacidad relacional.

La optimización de la red y de sus conexiones no es un terreno exclusivo para extrovertidos, más bien un campo abonado para los que quieran alimentar su aprendizaje.

Cuanto más conversamos, preguntamos, respondemos, compartimos, e interactuamos más potenciamos nuestra capacidad relacional, una puerta abierta de par en par a la co-creación de oportunidades profesionales.

El ejercicio del liderazgo tiende a consolidarse como el máximo exponente de la conectividad de conocimiento, habilidades y expectativas.

La consecución de resultados en la empresa del S.XXI pasa inevitablemente por fomentar la conectividad entre los integrantes de la organización con, entre y hacia todos sus stakeholders.

La construcción de una red y el desarrollo de las conexiones dentro de ella debe enfocarse como un quid pro quo, un proceso de enriquecimiento multidireccional.

Es preferible desarrollar la red pensando en lo que puedes ofrecer más que en lo que puedes obtener. Egoísmo y socialnetworking son términos incompatibles.

En la organización del S.XXI, la conectividad se convierte en un proceso de negocio cotidiano no extraordinario.

El desarrollo de la red es un proceso a largo plazo. La urgencia limita el dimensionamiento inteligente de la red.

La generación de valor se concibe cada vez más como la consecuencia de la conectividad entre cliente, proveedor, empresa, accionista y sociedad.

La función de RR.HH. evoluciona de forma silenciosa hacia el rol de Socialnetworker, un potenciador y optimizador del conocimiento y el talento.

-La gestión de personas experimenta una metamorfosis hacia la conexión de personas, conocimientos y experiencias.

En tanto en cuanto somos profesionales conectados, nuestro valor lo determinará nuestra red y las relaciones, conocimiento e ideas que seamos capaces de generar dentro de ella.

-Las empresas aprenderán a valorar retributivamente la capacidad relacional de sus profesionales ya que está incrementará las opciones para la consecución de resultados.

-La consecución de resultados en la empresa del S.XXI dependerá de su capacidad para conectar las personas con los conocimientos y las experiencias necesarias.

El acelerador de la generación de valor en una empresa es cada vez más la conexión y no la gestión del talento.

-Gestionar personas es cada vez más conectar emociones, gestionar emociones… es, en definitiva… conectar personas.

El 31 de Octubre de 2011 la población mundial alcanzó el umbral de 7.000 millones de habitantes. Aproximadamente el 40% está conectado a internet. En Octubre de 2012 y tras 10 años de existencia, Facebook alcanzo 1.000 millones de usuarios activos. En un plazo de 7 años Twitter sedujo a 500 millones de usuarios.

La ley de los seis grados indica que esta es la distancia entre dos personas en el mundo off-line; sin embargo estudios recientes sobre las redes sociales indican que la separación promedio es de 4,47 grados… cercana a los 3,5 en países avanzados…

Sin embargo, el hecho de que todavía cerca del 60% de la población mundial no tenga acceso a Internet permite intuir el potencial en términos de generación de conexiones y conocimiento…

Estos datos, extraídos a golpe de wikipedia quizás permitan entender mejor la rotundidad del título que encabeza esta entrada…, lo cierto es que las manos de aquellos profesionales y empresas que desarrollen y optimicen la red y sus conexiones, serán las que dominen el mundo que representa el mercado y las oportunidades dentro del mismo… y esa es, precisamente, la idea que subyace a estas 25 reflexiones sobre conectividad, empresa y desarrollo profesional…

De la gestión a la conexión del talento: el reto de la Organización del S.XXI

Las reglas del juego para la actividad profesional en la Organización del Siglo XXI serán…, mejor dicho, son diferentes. Inevitablemente atravesar y transitar por este cambio de era requiere que como profesionales y empresas pensemos de otra forma y lógicamente también hagamos las cosas de otra forma; lo indicaba en una reflexión de hace meses bajo el título “10 claves para el enriquecimiento profesional en la Organización del S.XXI” pero creo que aún está mejor explicado por Alberto Dotras (@aldotras) en su post “9 principios para trabajar en el Siglo XXI” cuya lectura es altamente recomendable.

En paralelo, términos y conceptos como organización 2.0, comunidades de práctica, red y conectividad se filtran progresivamente en nuestro vocabulario profesional. Se trata de conceptos que conforman un todo llamado empresa del S.XXI y que lejos de reflejar una escena de ciencia ficción perfilan cada vez más nítidamente la realidad de nuestro día a día.

En este marco, uno de los aspectos en materia de gestión de personas que más se verá afectado es la hasta ahora denominada Gestión del talento. La proliferación de comunidades de práctica cómo experiencias organizativas encaminadas a la generación y compartición de conocimiento e innovación y la aceleración de nuestra conectividad, también “in crescendo”, en todos los órdenes de nuestra vida, indican que es preciso iniciar un debate que nos debe llevar paulatinamente a reemplazar el concepto de gestión por el de conexión.

Las organizaciones necesitan adaptarse a un mercado caracterizado por el cambio, la incertidumbre y la volatilidad que  requiere agilidad, flexibilidad, dinamismo, creatividad e innovación. No parece descabellado pensar que fomentar la conexión de los profesionales con mayor talento sea una de las vías para obtener diferenciación en este marco.

Evolucionar de la gestión a la conexión del talento requiere introducir prácticas y enfoques diferentes, asequibles a cualquier empresa…,eso sí, que realmente quiera formar parte del mercado del S.XXI

Estas son algunas ideas para comenzar la transición de la Gestión a la Conexión del Talento.

1.- La conectividad del talento requiere libertad de acción. El talento no se retiene. En realidad nunca debió de retenerse, ni tan siquiera en el S.XX. La retención del talento,  posee una connotación que apunta a la contención de la  libertad de movimientos del profesional; el talento debe de contar con libertad de acción y movimiento tanto interna como externamente.

2.- La libertad de acción/expresión necesita espacios abiertos. Conviene revisar las estructuras organizativas que oprimen como corsés la expresión de las habilidades de muchos profesionales. En lugar de encorsetar la expresión de sus habilidades en herméticas descripciones de puestos,  será necesario desarrollar entornos, espacios y posiciones, donde la libertad de acción sea mucho más fluida y dinámica. El talento no debe adaptar la forma de ningún envase (puesto), el talento no debe ni puede contenerse.

3.- Los espacios abiertos actuarán como campos de generación y aceleración del talento. El profesional cuyas habilidades se encuentran reprimidas en entornos excesivamente procedimentados, necesita dar rienda suelta a sus habilidades. Las empresas que pretendan transitar hacia la conexión tendrán que dinamizar proyectos y situaciones donde se incentive la conectividad sin ataduras, ni frenos de mano y en los que la conexión entre profesionales con habilidades excepcionales permita que estas se aceleren y potencien entre sí. Los espacios donde se produzca la conexión del talento actuarán como aceleradores del mismo.

4.- Impulsar la exposición del talento a la diversidad. Un profesional con una habilidad excepcional debe incrementar su exposición a todo tipo de entornos. La diversidad permite amplificar el talento. Cuanto mayor sea el número de conexiones (de calidad) de un profesional y sobretodo cuanta más variada sea su red y los nodos de la misma, mayor será el grado de exposición de sus habilidades a nuevas ideas y conocimientos. Las sinergias derivadas de este incremento relacional redundarán en beneficio para el negocio en forma de conocimiento aumentado.

5.- Catalizar la capacidad relacional en la web social para la construcción de entornos de aprendizaje para el talento. El profesional con talento debe de alimentar sus propias necesidades de aprendizaje utilizando esa libertad de movimientos a través de diferentes espacios y experiencias, creando su entorno personal de aprendizaje (PLE)  tanto físico como virtual para incrementar, desarrollar, actualizar y diversificar su know-how. La conexión del talento no debe entenderse como la presencia y actividad  de este en La Web Social pero no puede concebirse fuera de ella.

Es difícil transformar de forma radical los procesos habituales de gestión del talento en una organización. Fomentar la conectividad del mismo supone introducir cambios más o menos disruptivos respecto de los procesos tradicionales.  Quizás el punto de partida sea prototipar en pequeñas comunidades dónde dinamizar esta conectividad. En la mayoría de organizaciones y a raíz de los procesos convencionales de gestión e identificación del talento, este suele encontrarse en grupos o comunidades de empleados de alto potencial, empleados clave, programas de liderazgo o programas más o menos exclusivos para colectivos clave. Los primeros pilotos y experiencias en términos de conexión del talento aplicando las ideas anteriores podrían darse en ellos.

Se trata por lo tanto de potenciar un marco que permita incorporar de forma progresiva nuevos comportamientos en aquellos profesionales cuyas habilidades son excepcionales y que lo serán más en la medida en que su nivel relacional se potencie, accediendo libremente a entornos abiertos y diversos que les permita enriquecer sus habilidades, poniéndolas en práctica tanto dentro de la organización como fuera de ella con libertad de acción, sin límites, ni físicos, ni virtuales, buscando el enriquecimiento constante como palanca para generar y potenciar el conocimiento, los procesos…en definitiva, el negocio.

La conexión del talento es un acelerador de la capacidad de generación de valor de una organización. El reto de la organización del Siglo XXI no es atraer, ni retener el talento, sino conectarlo.

Los retos de la Posguerra del Talento

En un plazo muy breve de tiempo muchas organizaciones han visto como han pasado de hablar de la Guerra por el Talento a sufrir las consecuencias de los efectos del conflicto que les llevo a luchar  por él… organizaciones arrasadas pendientes de su reconstrucción, overbooking de talento encarcelado, proyectos-migaja con los que alimentar profesionales hambrientos de crecimiento…

Hasta hace no muchos años las empresas vivían en un paraíso económico que les obligaba a crecer y a identificar a los mejores profesionales con todos los recursos a su alcance. Dependiendo de lo específico que fuese el conocimiento requerido, la boyante situación que se atravesaba hacía que muchos profesionales viviesen en un paradisiaco edén profesional. Brillantes en sus áreas de expertise sabían que podían formar parte de una subasta al mejor postor y que serían tratados como obras de arte exclusivas.

Por su parte, las organizaciones ávidas de conocimiento exclusivo para sacar adelante sus ambiciosos planes de dimensionamiento y crecimiento, no tenían mayores problemas para incorporarse a lo que se definió como “War for talent”… Una figurada guerra por el talento más o menos encarnizada en función de la exclusividad y escasez en el mercado del tipo de profesional que se requiriese.

Este conflicto bélico por el talento derivó en que los empleadores activasen todo tipo de tácticas para hacerse con los servicios de los profesionales que precisaban. Pero, además de potenciar su creatividad en términos de identificación y atracción de talento, también generaron una inflación salarial considerable en no pocas posiciones y especialidades; la inflación retributiva hasta cierto punto respondía a la ley de la oferta y la demanda, pero junto a esta, se estaba generando en la sombra una inflación de expectativas de dimensionamiento profesional y de carrera.

Ahora estamos ante un escenario imprevisible hace tan solo unos años, que nos ha invertido la pirámide de prioridades, que nos ha hecho encogernos de hombros, y, que ha hecho que empresas y profesionales se lleven las manos a la cabeza. Unos y otros se enfrentan en la actualidad a una serie de situaciones inesperadas en sus respectivas hojas de ruta… estos son sus retos hoy, en la Posguerra del Talento.

Los retos para las empresas

Optimizar el excedente de talento en forma de profesionales -entonces idóneos-, hoy sobre cualificados que fueron contratados con unas expectativas adecuadas a una fotografía organizativa, que se ha velado. Montar el nuevo puzle organizativo que hoy tiene menos huecos vacios, para los cuales, además, hay piezas demasiado grandes.

Ajustar las inequidades salariales que se han ido creando con el paso del tiempo a medida que los niveles retributivos en su momento “en mercado”, hoy han quedado absolutamente desorbitados para la compensación de actividades de menor valor añadido para el nivel de los profesionales que fueron contratados.

Gestionar la inflación de expectativas en el colectivo de profesionales que se preguntan, parafraseando a los Burning: “que hace un chic@ como yo en un lugar como este… que tipo de aventuras ha venido a buscar”.

Los retos para los profesionales

Interiorizar y asumir que, su talento, la excepcionalidad que les convirtió en una pieza única por la que se pujaba a lo «Christie´s”, hoy está infravalorado, no por ellos mismos, sino por un efecto perverso de la coyuntura de un mercado que ahora les convierte en un lujo sin más, en las maltrechas estructuras de costes de sus empleadores.

Replantear o reenfocar sus itinerarios profesionales; diseñar una nueva hoja de ruta que les permita mantener ese valor que les hizo excepcionales pero teniendo presente una serie de pautas y consideraciones imprescindibles para su enriquecimiento profesional en la Organización del Siglo XXI.

Liberar su talento, haciendo un butrón en los límites que ahora suponen los puestos, posiciones y responsabilidades a los que han sido invitados a ajustarse y adecuarse tras las innumerables reorganizaciones por las que han pasado los empleadores que les ofrecían un ilimitado campo de acción. Rasgar las vestiduras del traje de rayas que ahora lleva puesto su talento y escarbar tanto internamente en el seno de su organización, como fuera de ella, para localizar los retos que les permitirá volver a ponerse el traje de luces con el que antes brillaban.

La Guerra por el talento fue dura, pero las consecuencias de la Posguerra pueden ser devastadoras si empresas y profesionales no afrontan con espíritu pragmático estos retos. Los profesionales de RR.HH. tienen ante sí la tarea de liderar la reconstrucción de estructuras y expectativas, pero sobre todo el reto de interiorizar el aprendizaje que deja tras de sí esta etapa…

 

La letra de la canción de los míticos Burning esconde mensajes extrapolables a esta situación…

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