Sobre personas y organizaciones

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Revolución digital & Revolución cultural: el desafio de la gestión de personas del S.XXI

Shut_jing-jang_150_FotorNo existe revolución digital sin revolución cultural… en la misma medida que la auténtica revolución cultural de una organización está impulsada por la digitalización de los  comportamientos y de su cultura.

Reconozco que la forma de empezar la reflexión es contundente, pero no describe más que la realidad social y empresarial que nos toca vivir. Si a estas alturas del partido algún profesional (sobre todo aquellos que habitan la economía del conocimiento…) se pregunta porque es necesario surfear la ola de la digitalización, le sugeriría que abandonase la caverna en la que habita o que me indique dónde fue criogenizado…

La revolución tecnológica ha revolucionado los comportamientos de las personas, la forma en como estas se relacionan e interactúan entre sí, la forma de consumir productos, servicios e información y lógicamente también ha transformado los hábitos y la manera de compartir esta información, e, indudablemente la revolución digital ha cambiado la manera de hacer y ser empresa. El mundo es digital, no es una elección, sino un hecho observable a simple vista. Por eso, organizaciones y personas en el marco del cambio constante se enfrentan a la imperiosa necesidad de gestionar una transformación digital… en muchos casos, tanto a nivel individual como organizacional.

La trampa de la transformación digital

Obviedades al margen, muchas empresas y profesionales caen en la trampa de creer que la transformación digital es ante todo una transformación tecnológica. Unos y otros, dedican ingentes cantidades de tiempo y recursos a impulsar proyectos de índole tecnológico y digital…, sin embargo, son pocas las organizaciones capaces de elevarse un par de palmos del suelo para observar la realidad con cierta perspectiva… con la perspectiva necesaria para entender que un proceso de digitalización es ante todo una revolución cultural a través de los comportamientos que representan los atributos y principios que esconde esta nueva forma de entender el mundo y la empresa (a saber): transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, inteligencia colectiva, capacidad conversadora y espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)

Revolución digital & Revolución cultural: un reto integral

Por lo tanto, tanto monta, monta tanto… revolución digital como transformación cultural  :-). Se trata de dos caras de la misma moneda. Dos polos opuestos que se atraen. El yin y el yang. Dos dimensiones complementarias y a la vez imprescindibles una respecto a otra.

Liderar la transformación cultural implica liderar en paralelo la revolución digital. Se antoja difícil establecer una secuencia lógica que de primacía a una en relación a la otra. Ambas dimensiones se retroalimentan, la consolidación de una, impacta en positivo sobre la otra dimensión y viceversa.

En la medida en que una organización y sus profesionales incorporan comportamientos como la apertura, la participación y la capacidad conversadora, la transformación digital adquiere sentido y la tecnología se convierte en un vehículo esencial para el cambio…

De la misma manera, a medida que la tecnología se afianza y se incorpora en los procesos, los comportamientos se resquebrajan y la cultura comienza a presentar las fisuras de la transformación.

Es una relación simbiótica positiva en la que revolución digital y revolución cultural son dos dimensiones esenciales de la gestión del cambio un reto integral en la empresa del S.XXI.

¿Cuál es el papel de la función de gestión de personas?

matrixParece razonable pensar que si la revolución digital y la revolución cultural son dos dimensiones de un reto integral e integrado, las personas jugarán un papel determinante en cualquier organización que quiera abordar con garantías de éxito este proceso.

Parece razonable pensar que si la revolución digital se sostiene en la revolución cultural y en comportamientos como la capacidad conversadora, la innovación en red y el espíritu wiki, aquellos profesionales cuyo foco sea la gestión de personas y de su talento no tendrán muchas más opciones que liderar la revolución digital… de lo contrario, es probable que en poco tiempo no tengan nada que liderar…

No existe una hoja de ruta predefinida y estándar para que los profesionales del área de gestión de personas lideren esta revolución, pero si es posible enumerar una serie de aspectos que deben formar parte del apasionante cuaderno de bitácoras que deben comenzar a escribir cuanto antes…

  • Un proceso de digitalización no es una moda transitoria sino la expresión de un nuevo modelo económico, social y empresarial que hoy nos toca vivir. Ser analógico no es ir contracorriente sino una forma más de suicidio empresarial y profesional en el contexto del S.XXI.
  • La transformación digital no es un “asunto” tecnológico sino un proceso organizacional cuyo foco está en las personas, en su talento, en su inteligencia colectiva y en la apertura de sus comportamientos, por lo tanto un asunto que atañe a todos…
  • Para liderar la revolución digital es imperativo replantear con firmeza la propia propuesta de valor del área de RR.HH. No es posible liderar una revolución digital sino se cuentan con las competencias digitales necesarias ni con la apertura mental suficiente para entender los atributos que esconde la nueva forma de hacer y ser empresa. La madurez de la deconstrucción de RR.HH determinará la capacidad para liderar la revolución digital y cultural
  • La revolución digital y cultural es inclusiva y no exclusiva; todos los niveles organizativos pueden (y deben)  jugar un papel fundamental en el proceso de transformación.
  • Es preciso revisar el rol del liderazgo en el proceso de “r-evolución”. La transformación afecta a todos los miembros de la organización pero en organizaciones típica y tradicionalmente jerarquizadas el éxito del proceso de transformación es directamente proporcional al grado de disruptividad de su estilo de liderazgo.
  • Un proceso de transformación digital es probablemente uno de los pilares para afianzar una nueva dimensión en gestión de personas. Si desde RR.HH no se es consecuente con esta aproximación la proposición de valor del área queda en entredicho…

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Son muchos los retos a los que se enfrentan los profesionales del área de RR.HH en estos tiempos de cambio que nos ha tocado vivir, sin duda la  deconstrucción de la propia función y la búsqueda de una nueva propuesta de valor sea uno de ellos, pero es probable que en la medida en que afronten el desafío de liderar el proceso de transformación digital (y cultural) en sus organizaciones estén iniciando en paralelo la reconstrucción de su propia identidad… una identidad que se antoja ubicua, atemporal y como no… digital.

4 Claves para impulsar la Cultura de la Conversación

La cultura de la conversación se ha convertido con toda seguridad en los últimos años en uno de los conceptos más en boga en los foros del management de vanguardia. Pero que algo desfile por las pasarelas no significa necesariamente que acabe en los escaparates y aún menos que se vista por la calle… Como sucede en la “haute couture”, algunos conceptos de management necesitan ser customizados y adaptados a la realidad, de otro modo, corren el riesgo de convertirse en una colección de impacto que nunca llego a ser consumida por el gran público.

everybody-talksPor ello, mientras más cala la importancia de la cultura de la conversación más necesario encuentro que se comprenda dónde radica la necesidad de llevarla a cabo y cuáles son las claves para que la gestión efectiva de conversaciones sea parte de nuestro fondo de armario cotidiano.

¿Por qué es necesario desarrollar la cultura de la conversación?

El liderazgo vertical, autocrático, apalancado en el ordeno y mando y caracterizado por reforzar la cultura del monólogo tuvo su validez en la era industrial, pero la irrupción de la economía del conocimiento pone al descubierto y evidencia las carencias de ese estilo en un contexto económico y social en constante ebullición.

La complejidad del mundo empresarial actual, la infoxicación a la que estamos expuestos, la volatilidad de los mercados, el cambio de los valores en muchas sociedades, la diversidad provocada por la convivencia en paralelo de tres o cuatro generaciones en el mundo laboral, son solo algunos de los factores que complican la ecuación organizativa y de negocio en la que vivimos hoy en día. Honestamente, con este caldo de cultivo, se antoja arriesgado liderar un proyecto de empresa sin canalizar de forma efectiva las conversaciones entre todos los agentes implicados en el proyecto.

4 claves que impulsan la cultura de la conversación.

Entendida y asumida la necesidad, es necesario incorporar las claves que permitan impulsar (y consolidar) esta cultura, de otro modo, se corre el riesgo de banalizar un enfoque imprescindible en cualquier empresa en el S.XXI que pretenda, eso sí, responder de forma ágil y dinámica a los retos del mercado.

1.- Esponsorización desde la alta dirección.

Una de las claves para impulsar y afianzar con garantías de éxito este modelo cultural es definir quién será su principal promotor y sponsor. Por definición una cultura empresarial que promueve el valor de la conversación debe estar apoyada por el todo que supone la organización, pero su nacimiento hace imprescindible que su principal sponsor sea la alta dirección. En otras palabras, cualquier intento por impulsar una práctica cultural de estas características que no cuente con el apoyo, y lo más importante, con el ejemplo práctico, de la alta dirección, acabará en un esfuerzo estéril aunque seguramente avalado por un buen puñado de power points… En resumen, la génesis de la cultura de la conversación está en su impulso desde la dirección.

2.- Asegurar una adecuada arquitectura de conversaciones
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Si resulta crucial la esponsorización, no menos importante resulta definir quiénes serán los encargados de llevar a cabo su implantación y su consolidación. Una responsabilidad que no tiene necesariamente que ser asignada a un profesional vinculado a un área funcional en concreto.  La gestión de la arquitectura de conversaciones debe llevarse a cabo con un enfoque tridimensional: personas, sistemas y procesos. Por lo tanto, no se trata de “nominar” a un área en particular como la responsable de la arquitectura de conversaciones, sino en identifiar quienes son los profesionales que integran estas tres dimensiones en su forma de entender la realidad y darles la libertad para que, más allá de su ocupación funcional se encarguen de: diseñar los foros de conversación tanto virtuales como presenciales, fomentar la participación en los mismos, estructurar las interacciones asegurándose que se pone el foco en el negocio, liderar su dinamización y catalizar la innovación que surja de ellas.

3.- Potenciar la digitalización de la conversación.

El contexto de cambio y su vertiginosidad justifican per se la necesidad de desarrollar la cultura de la conversación; es precisamente la necesidad de responder más agilmente que nunca al mercado lo que obliga a activar aquellos canales que permitan articular el mayor número de conversaciones diversificando la forma en la que estas tienen lugar. La tecnología social en forma de redes sociales (internas y externas) y las comunidades 2.0 (agrupaciones virtuales) a las que las primeras dan lugar y sentido, deben de convertirse en entornos de conversación naturales. La cultura de la conversación se debe materializar en interacciones en formato 1.0 y 2.0; ambas dimensiones son críticas, pero en un mundo ultra-conectado y cada vez más virtual,  el arraigo de la cultura de la conversación será directamente proporcional a la capacidad de digitalización que tenga cada organización.

4.- Transformar el contenido de las conversaciones en planes de acción.

Pero no debemos olvidar que la razón de ser de la cultura de la conversación es provocar un impacto en los resultados de la empresa. No se debe caer en el error de fomentar una cultura con estas características cuyo foco no sea impactar positivamente la cuenta de explotación;  bien sea para evolucionar o innovar los productos y servicios existentes, bien sea por provocar un incremento en las ventas o por la reducción de costes operativos el foco siempre debe ser el negocio. De esta manera, es crítico que los inputs derivados de una gestión de conversaciones se traduzcan en planes de acción, iniciativas y proyectos a la mayor brevedad posible y que, obviamente, se evalúe el impacto de los mismos en el negocio. Traducir el contenido de las conversaciones en resultados concretos tras la implantación de los planes de acción, es sin lugar a dudas el principal factor de consolidación de una cultura de estas características.

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La cultura de la conversación es mucho más que un ejercicio vanguardista  y de tendencia en el management del S.XXI. Se trata más bien de una decisión estratégica para canalizar las ideas, experiencias e inquietudes del capital humano de una empresa.

Es una responsabilidad compartida, que nace de la esponsorización de la alta dirección, se consolida a través de una adecuada arquitectura, se potencia a través de la digitalización y se justifica cuando el producto de las mismas se traduce en resultados para el negocio.

Somos contemporáneos de un nuevo modelo cultural que se antoja imprescindible para sobrevivir al contexto empresarial, tecnológico y social del S.XXI; un modelo cultural cuyas principales señas de identidad son la gestión abierta del COnocimiento a través de la COlaboración, un modelo potenciado por la COnectividad, y, al que lógicamente se llega practicando el arte de la COnversación.

Liderazgo, Cultura y Estructura: Los 3 pilares de la Tecnología Social

2119924191_301a705636Hablar del impacto de la tecnología social en la gestión de personas en las organizaciones del S.XXI se ha convertido en una cuestión crucial y estratégica.

A lo largo de los últimos años, una amplia mayoría de organizaciones, independientemente de su tamaño e industria comprendieron que en un mundo ultraconectado, impedir, limitar o prohibir las conexiones de sus empleados con “el exterior” era lo más parecido a una misión imposible…

Superado el impulso de represión de esa capacidad de conectar y compartir, el siguiente paso, que en una fase inicial solo dieron un puñado de empresas, fue tratar de rentabilizar las posibilidades de esa tecnología social emergente dentro de la organización… intentando que la filosofía de conectividad de sus profesionales hacia el exterior tuviese réplica de puertas para adentro.

De esta forma, mantener un discurso alrededor de la importancia de la tecnología social y de las comunidades virtuales emergentes dentro de estas, se ha convertido en algo cool, progre, vanguardista… en definitiva, una tendencia al alza.

Siendo por lo tanto la tecnología social, un factor que marcará un antes y un después en los procesos de gestión del conocimiento, talento, y desarrollo de personas en general dentro de las organizaciones, los departamentos de RR.HH corren el riesgo de hacer una interpretación errónea de estos nuevos mecanismos si no entienden su esencia y su valor genuino… en otras palabras, si los tratamos como la moda pasajera de turno en lugar de como un componente vital dentro de un nuevo modelo de gestión de personas.

Por lo tanto, cualquier iniciativa sobre tecnología social y gestión de comunidades virtuales que pretenda ser más que una moda transitoria, debería analizar, revisar y actuar sobre tres pilares absolutamente determinantes y vinculantes…

Cultura

La cultura es la suma de comportamientos de los miembros de una empresa. Si la cultura organizativa que impera reprime la libertad de expresión, canibaliza la iniciativa, o burocratiza los procesos de toma de decisión… será necesario revisar en qué medida se está dispuesto a cambiar estas señas de identidad… básicamente porque la tecnología social es un vehículo de democratización de la información y el conocimiento y, las comunidades o grupos que surgen dentro de ella, representan a su vez la liberalización de los procesos de toma de decisión…

Si la cultura organizativa no presenta rasgos evidentes de liberalización, conviene revisar con antelación hasta qué punto se está dispuesto a evolucionarla… de lo contrario… la tecnología social será un mecanismo inerte y superfluo…

Liderazgo

Si la Cultura es la suma de comportamientos de una organización, el estilo de liderazgo representa su timón. El elemento más determinante para modificar los rasgos culturales de una organización reside en el estilo de liderazgo de sus directivos y profesionales. Un modelo de liderazgo orientado a la distribución de la toma de decisiones, que facilite el desarrollo, que no penalice el error, que promueva la relación con el entorno de los profesionales, en definitiva, que evidencia síntomas de apertura, representa un estilo de liderazgo que actuará como potenciador de los comportamientos que tendrán lugar en los grupos y comunidades que surjan del uso de la tecnología social…

Si, por el contrario… el estilo de liderazgo pivota entorno al ordeno y mando y a la represión de la creatividad y la innovación, será conveniente abandonar cualquier intento de incorporación de plataformas virtuales de interacción, ya que el liderazgo y la cultura resultante serán incompatibles con los rasgos co-culturales que personaliza la tecnología social.

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Si la cultura es la suma de comportamientos, y el estilo de liderazgo es su timón, la estructura de la empresa representa los caminos y rutas por las que las interacciones transitan y tienen lugar. Una estructura jerarquizada eminentemente vertical, con responsabilidades y funciones claramente delimitadas y compartimentos estancos, en la que se delimita al extremo quien conversa e interacciona con quien, constituye un terreno de juego demasiado enlatado para que se puedan rebasar sus límites o para que los profesionales interactúen y circulen por rutas no necesariamente definidas…

Conceptualmente, la tecnología social permite ensanchar el terreno de juego que representa la estructura e incorporar nuevas vías de interacción…

Por ello, la rigidez o flexibilidad y la verticalidad u horizontalidad de la estructura organizativa serán parámetros que faciliten u obstaculicen la generación de valor de los procesos de gestión de personas a través del uso de la tecnología social…

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La tecnología social ya es una realidad innegable en nuestras interacciones tanto personales como profesionales, un vehículo de, por y para el cambio, en resumidas cuentas, un elemento clave para fomentar la generación de valor en el negocio.

El liderazgo de este tipo de iniciativas y proyectos debe recaer en aquellos  profesionales que lideren el área de gestión de personas en las empresas, sean departamentos específicos en grandes corporaciones o los propios líderes de negocio y CEO’s en pequeñas y medianas empresas (y por qué no, también en las grandes organizaciones…)

En cualquiera de los casos es preciso entender la esencia de esta palanca de cambio que representa la  tecnología social. No perdamos nunca de vista que, el propósito siempre debe ser mejorar la cuenta de resultados, eso sí, a través de la optimización del conocimiento, las conversaciones y  las interacciones que se desarrollen en las plataformas virtuales y en las diferentes comunidades que surjan dentro de ellas…

Pero seamos maduros, no banalicemos un mecanismo de desarrollo de talento, de gestión del conocimiento y de personas tan potente…, no lo convirtamos en una moda o en una experiencia piloto más que consuma recursos, tiempo y energía, como le ha sucedido a muchas otras prácticas en gestión de RR.HH… tomemos consciencia de que es una pieza esencial para impulsar un nuevo estilo de gestión de personas…

No hagamos demagogia… si no se ha trabajado la cultura organizativa con antelación, si el estilo de liderazgo no es genuinamente transformador,  y si la estructura sigue siendo un corsé para las interacciones y las conversaciones de los profesionales… la tecnología social será percibida como la enésima inversión injustificada, el derroche de turno, y probablemente el nuevo capricho de RR.HH … en lugar de ser considerada como lo que realmente es… un vehículo de transformación que permite transportar conocimiento, conversaciones y colaboración para dinamizar la gestión de personas y, por lo tanto, generar valor e impacto en el negocio.

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10 principios para liderar la transformación y el cambio

3752428880_02724d33c6Cada vez son más las organizaciones que han comprendido que su supervivencia depende de su capacidad para gobernar de forma inteligente (y con rapidez…) un proceso de cambio y transformación cultural. Nadie se cuestiona ya la necesidad de adecuar la organización a un nuevo tiempo.

Por lo tanto, el debate (si es que alguna vez debió existir…) sobre si  se debe llevar o no a cabo una transformación cultural está agotado, sencillamente resulta estéril. La cuestión esencial es ahora como ejecutar y liderar el proceso de cambio.

Lamentablemente no existen pócimas mágicas ni bálsamos de fierabrás que puedan administrarse a todas las empresas por igual. Cada organización posee una señas de identidad específicas, una idiosincrasia particular que la hace única e irrepetible, un código genético exclusivo… elementos todos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de activar e impulsar el incuestionable proceso de cambio que les permita sobrevivir a este entorno ya bautizado como VUCA (volatility uncertainty complexity ambiguity).

Pero que la alquimia no pueda resolver el problema sobre como abordar el proceso de transformación cultural necesario no es excusa para reflexionar en profundidad sobre una serie de principios que bien entendidos pueden ser claves para liderar la transformación…

1.- El cambio no se produce por pensar en innovar, sino por innovar en nuestra forma de pensar…

Pensar en innovar es una obviedad. La velocidad de transformación será directamente proporcional a la capacidad de la organización para pensar de forma diferente.

2.- El líder de la empresa del S.XXI no debe predecir el futuro, sino asumir que liderará una realidad impredecible…

El liderazgo visionario es un modelo insuficiente para liderar el cambio ante la complejidad. Lo razonable no es tratar de predecir el futuro, sino preparar a la organización para navegar en un contexto empresarial impredecible, inestable e incierto…siempre.

3.- Una organización inicia su proceso de transformación cuando la cultura de la colaboración supera al paradigma del control y conexión se convierte en sinónimo de gestión…

El control y la fiscalización son mecanismos que ralentizan profundamente la transformación. En un entorno empresarial global y conectado, la cultura de la colaboración es el principal acelerador de cualquier proceso de transformación.

4.- Nos han educado pensando que al equivocarnos estamos perdidos, cuando perderse es la mejor forma de encontrar nuevos caminos…

La penalización del error es un freno para liderar el cambio. Desterrar la creencia de que el error es perjudicial resulta crucial para impulsar una transformación cultural. Equivocarse no es perderse, sino más bien encontrar nuevos caminos…

5.- En la empresa del S.XXI un profesional no debe preocuparse por adaptarse al cambio… debe ocuparse de crearlo…

La competencia “adaptación al cambio” es una reliquia del pasado. La competencia más valiosa que cualquier empresa debe fomentar en sus profesionales será la de crear, impulsar y dinamizar el cambio…

3945439186_20c988a9aa6. Un líder es genuinamente transformador cuando lo primero que pone en cuestión es… a él mismo…

El ejercicio más importante para poder impulsar el cambio en la organización es la autocrítica constante. El líder que mejor puede impulsar un proceso de cambio es el que tiene la capacidad de cuestionarse su propio estilo de liderazgo.

7.- En tiempos de transformación el talento más valioso es el de poder identificar, saber reconocer y querer liberar el talento de los demás…

Liderar un cambio no es una tarea individual sino colectiva. El éxito de un proceso de transformación reside en la capacidad de conectar el talento de toda la organización; por ello, el talento más valioso para liderar el cambio es identificar y liberar el talento de los demás…

8.- El aprendizaje más importante en un proceso de transformación es aprender a aprender de otra manera…

Una de las claves para liderar el cambio no será aprender nuevos conceptos, procesos y metodologías,  sino comprender que la forma de aprenderlos será diferente. En la empresa del S.XXI liderar el cambio pasa por aprender a aprender de otra manera.

9.- En la empresa del S.XXI la digitalización de la conversación es una condición imprescindible para la transformación…

En un mercado digitalmente conectado, liderar el cambio implica fomentar y multiplicar conversaciones. Para ello, los entornos 2.0 en forma de tecnología social son vehículos esenciales para transportar las ideas y los comportamientos que aceleran la transformación.

10.- Si lo único que no cambia es el cambio no hay nada más “seguro” que estar en constante transformación…

La seguridad es la utopía del profesional del S.XXI. Cuanta más estática es la cultura de la organización más inestable se muestra ante un mercado que cambia a mayor velocidad. La seguridad es un falso llano que solo se puede ascender… cambiando…

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Vivimos tiempos en los que lo nuevo reemplaza y sustituye cada vez con mayor rapidez a lo viejo. Tiempos en los que aparecen nuevas reglas de mercado, nuevos procesos de negocio, nuevos consumidores y lógicamente nuevos competidores.

Nuevos consumidores y competidores que invitan a pensar que el éxito o simplemente la supervivencia implican desarrollar nuevas competencias, comportamientos y, obviamente, un nuevo liderazgo acorde a estos tiempos…

Tiempos convulsos para aquellas empresas y profesionales que permanezcan estáticos e impasibles… Tiempos, sin embargo, de oportunidad para aquellas organizaciones  que revisen los principios necesarios para liderar el cambio…

 

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10 comportamientos que crean culturas innovadoras

4118983016_8a1b139aeaParece que todo el mundo ya tiene claro que una de las claves para sobrevivir en este mercado impredecible con forma de montaña rusa es desarrollar nuevos productos y servicios que no existen en el portfolio de la empresa o evolucionar de manera diferencial los existentes; dicho de otro modo…, innovar.

Pero no abusemos del término, manoseado y sobado hasta la saciedad, intentemos extraer la esencia y el significado del concepto… y es que, innovar es hacer las cosas de manera diferente a como se han venido haciendo, para lograr mejores resultados de negocio y esto se puede hacer utilizando la creatividad y sus correspondientes técnicas para inventar un producto o servicio que no existe o introduciendo pequeñas variaciones y modificaciones en algo que ya existe.  (Pedro Muro @arpcalidad lo explica perfectamente en su post De la innovación incremental a la innovación disruptiva en la empresa”

Pero si es tan obvio, tan insultantemente evidente ¿porque las empresas no desarrollan culturas innovadoras?

Aunque pueda parecer increíble una organización no desarrollará una cultura innovadora por el mero hecho de decir en sus presentaciones corporativas que la innovación es un rasgo característico de su cultura. Si realmente se pretende sentar las bases de una cultura que apuesta por el desarrollo de nuevos productos y servicios o por la evolución de los existentes me temo que habrá que hacer algo más que power points…

Y, aunque habrá muchos otros factores, creo que la principal razón por la que resulta tan complicado desarrollar una cultura innovadora es porque para innovar fundamentalmente hay que tener comportamientos diferentes y, cambiar comportamientos implica cambiar hábitos…y, cambiar hábitos implica esfuerzo y determinación de una manera sostenida en el tiempo. Un precio que muchas organizaciones y muchos profesionales no están dispuestos a pagar, aunque sean plenamente conscientes de las consecuencias asociadas a mantener inamovibles sus estrategias, procesos y…claro está, sus comportamientos.

Así las cosas, no podemos estar en misa y repicando, no podemos reivindicar su importancia, ni hacer de la innovación una religión y un credo sin cambiar ciertos comportamientos dentro de la organización…

Pero, ¿por dónde empezar? ¿Qué hábitos deben de ser sustituidos y cuales deben reemplazarles?

La lista puede ser tan larga como cada organización precise y requiera porque no todas parten del mismo punto para constituirse como organizaciones con una cultura innovadora (de hecho muchas no tienen ni la más mínima intención de hacerlo…) pero estos son algunos comportamientos o rasgos por los que se puede empezar a trabajar tanto en un plano organizativo como individual…

4.- No utilices el control como mecanismo de gestión. Una cultura innovadora necesita espacios de confianza, porque, sin confianza no se tiene la libertad para hacer cosas diferentes… la fiscalización reprime la capacidad de innovación…

7.- Deja de penalizar el error y comienza a reconocer el valor que se esconde detrás de él. Desarrollar y evolucionar implica intentar y cuando se intenta algo el error es parte de la ecuación… Sin error no hay innovación…

2.- Deja de relacionarte tanto con tus iguales y comienza a construir más relaciones con personas diferentes en entornos diferentes. La diversidad ofrece perspectivas que invitan a ver la realidad desde otros ángulos. Las relaciones endogámicas ralentizan el desarrollo de una cultura innovadora…

9.- Permite y practica la inteligencia desobediente. Cuestiona las normas, los procesos y las políticas establecidas desde una perspectiva constructiva. La obediencia ciega es el freno de mano de la innovación.

5.- Incrementa la frecuencia de tus conversaciones de valor e incentiva que estas se produzcan a tu alrededor. Escucha, participa, pregunta…conversa. La interacción y la conversación son inherentes a la innovación.

10.- Abandona la adicción a tener razón. Incorporar nuevos enfoques es una condición sine qua non para desarrollar culturas proclives a la  innovación.

6.- Reduce tu capacidad analítica y deja espacio para la intuición. El análisis es un aliado de la razón pero el instinto es un partner imprescindible para fomentar la innovación…

3.- Practica el arte de hacer (te) preguntas y abandona el hábito de buscar y dar respuestas, no eres una wikipedia. La curiosidad es el desencadenante del descubrimiento y este, es el motor de cualquier innovación…

8.- No estigmatices la excentricidad y el atrevimiento. Trata de sonreir con los planteamientos imposibles y ridículos y permite que se lleven a cabo. Innovar implica ser original y ser original en ocasiones significa ser diferente. Desarrollar culturas innovadoras es una cosa muy seria…pero no debemos olvidar que innovación también debe ser sinónimo de diversión…

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Con total seguridad habrá muchos más hábitos para incorporar y  aún más para desinstalar, pero es probable que la puesta en escena de este set de comportamientos por un porcentaje considerable de los profesionales de una empresa evite por completo tener que hacer ni un solo power point para demostrar que se es una organización con cultura innovadora…

Y es que, debemos ser coherentes y tener en cuenta que es incongruente catalogarnos como empresas o profesionales innovadores si día a día hacemos lo mismo de siempre. Innovar implica, necesariamente atreverse a hacer diferente…

Por cierto, no he olvidado ningún comportamiento, entendía que escribir sobre innovación y hacer lo mismo de siempre era igualmente inconsistente…te toca decidir en qué posición del aleatorio ranking colocas este último…yo, lo tengo claro…

“La mejor manera de empezar algo es dejar de hablar de ello y empezar a hacerlo”. Walt Disney

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