Sobre personas y organizaciones

Categoría: Social Media & HR

Shopping Talent… «de Prada” a las “Rebajas”

Identificar e incorporar a un profesional que aporta las características, motivación y experiencia que se amoldan a la perfección a un proyecto determinado en un momento organizativo concreto, no tiene precio…

Esta debería ser la premisa con la que los empleadores deberían asomarse al mercado a la hora de reclutar el talento necesario. Su principal y único cometido debería ser localizar al profesional más adecuado para un proyecto, tarea, o responsabilidad determinada en base a las circunstancias organizativas existentes; teniendo siempre en mente el momentum profesional en el que se encuentra ese profesional y como entronca su expectativa de desarrollo a corto y medio plazo.

¨¿Cuánto me cuesta?” debería ser una pregunta fuera de debate, necesariamente  aparcada durante el proceso de identificación y captación del talento requerido.

Sin embargo, en la mayoría de situaciones, no solo no se parte de esta premisa, sino que sucede todo lo contrario. La gran mayoría de organizaciones antepone la limitación del “coste” al precio que en realidad acabaremos pagando si no hacemos un “matching” perfecto que tenga en cuenta los aspectos arriba mencionados. Pero esta degeneración del target inicial, suele ser un proceso progresivo…

El Talento viste de Prada

En primera instancia, el instinto organizativo pivota entorno a un loable objetivo: incorporar al profesional que realmente suponga el matching perfecto… cueste lo que cueste!

De tal suerte que, en muchas, quizás demasiadas ocasiones, las organizaciones deciden regresar a casa con las manos vacías, pero con los dientes arañando el suelo tras pasear por las calles que alojan las más preciosas boutiques y que recogen en sus escaparates los últimos modelos y tendencias, pero que, desafortunadamente, están fuera del alcance de su limitado presupuesto. El profesional que nos gusta viste de Prada…

De visita al  “Mall”

Tras digerir la frustración que implica regresar de vacio…,  hacemos el correspondiente ajuste en nuestro target. Comienza el sacrificio de requisitos y habilidades requeridas. Comenzamos a prostituir nuestro target inicial, acomodando el perfil profesional que necesitábamos (y que seguiremos necesitando) a una percha que se adapte a nuestro armario. Segundo intento. Nos vamos “de compras” de nuevo, en esta ocasión al Centro comercial del extrarradio y esta vez con un presupuesto perfectamente delimitado en nuestra tarjeta de crédito…

Esta acotación supone una clara limitación a la identificación del profesional que se adecúe a nuestras necesidades. El objetivo, sigue siendo igual de loable, el target del empleador sigue siendo hacer un “matching” perfecto, pero en un mercado más concreto, nuestro universo de “compra” ya no es la totalidad del mercado; adquiriremos nuestro producto dónde compra la mayoría de las Organizaciones, sabiendo que encontraremos profesionales de gran calidad, pero que no vestirán a la última en materia de talento.

No obstante, la situación económica que vivimos en la actualidad hará que en ocasiones las Organizaciones regresen de vuelta otra vez con las manos vacías. Incluso los profesionales que encontramos en los escaparates de las principales franquicias nos resultan “caros”. Creíamos que el mercado había hecho un ajuste en los precios de los modelos de la “temporada pasada”, pero no es así, siguen estando igual de caros. Es preciso replantear la estrategia para renovar el armario.

De rebajas…

Y, mientras tanto, la temporada se acaba y la Organización se ve abocada a las prisas, con una diferencia, ahora la presión es mayor… el cambio de estación se aproxima y seguimos con la percha vacía; hay que comprar a toda costa, curiosamente, “cueste lo que cueste” , eso sí, en las rebajas; se trata de salir al mercado para encontrar el saldo, la oportunidad de oro en forma de profesional amontonado, cansado de que lo manoseen para ver el precio que se oculta tras su etiqueta. Los profesionales, en tiempo de rebajas, se convierten en un 2×1, en un lleve 3 y pague 2, en un: “por este precio”…aunque no sea el modelo que estoy buscando, seguro que se puede hacer algún ajuste, retocar los bajos o mover los botones… al final verás cómo nos sienta como un guante”.

De esta manera muchas organizaciones van prostituyendo de manera progresiva la loable intención de incorporar al profesional más idóneo, aquel que habían imaginado en sus mejores sueños,  y que suponía nuestro traje a medida, aquel que nos permitiría ir a la última, organizativamente hablando.

La coyuntura de mercado que atravesamos contribuye con suma facilidad a que una Organización inicie su andadura visitando boutiques de primer nivel que normalmente albergan a los profesionales que nos asegurarían ir a la última (aunque existen colecciones que también son infumables…) para, acabar pasando por el shopping center repleto de franquicias cómo mercado común y más transitado y en muchas ocasiones acabar “adquiriendo” el ofertón en las rebajas de temporada…

Sin embargo, y aunque la situación que vivimos ha puesto a magníficos profesionales que fueron “prêt a porter” contra las cuerdas, somos muchas veces los propios profesionales quienes nos hemos auto-etiquetado como profesional en rebajas, otorgándonos a nosotros mismos la condición de “2×1”, avocados por la necesidad de un cambio o de regresar a la actividad profesional a cualquier precio… olvidándonos, de que en ambos casos, tanto para el profesional como para la Organización… lo barato acaba resultando muy caro… en términos de resultados o de carrera profesional…

Os dejo un video extraído de la película “El diablo viste de Prada”…

  

La Organización 2.0. & La liga de los hombres extraordinarios

El intra-emprendimiento en red impulsado por el nuevo Liderazgo 2.0. será la principal forma de vida en la Organización del S.XXI #twittrrhh

Esta reflexión propia, compartida a través de mi cuenta en Twitter y la respuesta de Christian Reyes @chreme son la fuente de inspiración de esta entrada.

Si no se hace el esfuerzo de separar la vista de la vía por la que circulamos, da vértigo contemplar la velocidad a la que se producen los cambios en el entorno socio-económico y demográfico que envuelve a las organizaciones. 

Como en cualquier ejercicio proyectivo, resulta difícil dibujar un horizonte nítido. Sin embargo hoy en día existen indicios claros a nivel global que nos dan pie a pensar que en un futuro no demasiado lejano, probablemente, los entornos organizativos conocidos hoy, serán sustancialmente diferentes.

“Organizaciones esenciales” o “Core-organizations” que apuestan por concentrar su know-how y conocimiento crítico prescindiendo de todos los recursos y apoyos a priori “externalizables”;  Proliferación de profesionales independientes especializados que cooperaran en red prestando sus servicios de alto valor añadido vinculándose a proyectos concretos y de duración determinada; Organizaciones estructuralmente planas y con tendencia a la Redarquía que desplazarán a las todavía hoy mayoritarias estructuras típicamente jerárquicas; Liderazgo distribuido por igual en todos los integrantes de un mismo proyecto u organización esencial. Proliferación de intra-emprendedores en el seno de las organizaciones, empleados de hoy transformados en profesionales con enfoque Yo S.A. prestadores de un servicio de valor añadido. Organizaciones  pobladas de profesionales Premium, referentes en su área y con una potente marca propia y reputación en el mercado.

Sin embargo, no nos llevemos a engaño, aún estamos lejos de un escenario caracterizado de forma generalizada por esta morfología; resulta  difícil aventurar el tiempo que se empleará en llegar a este horizonte; mientras tanto, una gran mayoría de profesionales, permanece impasible, atónito, asistiendo cuasi-petrificados en primera fila al proceso de madurez y evolución de estos cambios.

Desde el presente organizativo en el que vivimos, da la sensación de que las organizaciones del “futuro” estarán formadas por hombres y mujeres con súper poderes; individuos con cualidades, que hoy en día podrían parecer  sobrehumanas. Pensamos que  las Organizaciones del Siglo XXI (en el que ya estamos…), las etiquetadas o bautizadas como 2.0, serán el resultado de la conjunción de individuos portentosos, que en cada comunidad organizativa-productiva formarán algo parecido a una Liga de hombres y mujeres extraordinarios… aunque probablemente ese nuevo entorno organizativo  no se cimentará en super-hombres o super-mujeres…

Cuesta visualizar un escenario organizativo compuesto de manera generalizada por lideres 2.0, intra-emprendedores, profesionales independientes especializados, “core organizations”, y estructuras redárquicas perfectamente engrasadas, pero el presente socio-económico parece empujarnos inexorablemente en esta dirección,  un trayecto de duración indeterminada en el que contarán con una clara ventaja competitiva aquellos que se preparan a conciencia en este momento para visualizar y afrontar ese futuro borroso e incierto de una forma nítida y cristalina.

La futura Organización 2.0 contará en sus filas con hombres y mujeres completamente normales pero que años atrás fueron los miembros e integrantes de la liga de los hombres  y mujeres extraordinarios de la Organización 1.0.

Net-work-IN & Net-work-OUT

 

Somos el valor de nuestras  relaciones y de cómo las gestionamos;  algo que por obvio que parezca entraña una complejidad considerable y que, en muchas ocasiones, sencillamente, pasamos por alto.

Con independencia de nuestra actividad profesional, más allá del sector o industria en el que nos ubiquemos, nuestro desarrollo tanto personal como profesional está íntimamente vinculado a las relaciones que establecemos y a como las cultivamos.

Voy a intentar con esta entrada desarrollar dos ideas que creo firmemente, han de estar presentes siempre que llevemos a cabo un ejercicio relacional en el plano profesional.

Las dos dimensiones del Net-Work

“OUT” Nos hemos acostumbrado al anglicismo. Mientras la palabra se ponía de moda y se acomodaba en el ranking de nuestro vocabulario cotidiano de uso profesional, hemos dado por hecho que “networking” consiste en establecer relaciones, superando los límites de nuestra organización, con personas que forman parte de nuestro segundo, tercer y hasta el infinito grado de relación.

Ha llegado un momento en el que involuntariamente la mayoría de nosotros piensa en términos “networkinianos” de puertas hacia fuera de nuestra organización; nuestro cometido es ampliar el círculo y crear nuevas conexiones mediante la identificación y establecimiento de nuevos nodos. Y, en efecto, de eso se trata, pero debemos ser conscientes de que trabajar en esa línea no es más que cultivar una de las dos dimensiones del Net-Work. La externa.

La dimensión “Out” es la que nos permite ampliar nuestra red cómo si de una onda expansiva se tratase. Establecemos criterios en base a nuestros intereses y preferencias profesionales que nos llevan a localizar a través de diferentes canales (las redes sociales son tan solo uno de ellos) a otros profesionales a los que convertimos en contacto-objetivo. La repetición sistemática y consciente de esta acción es el “Net-Work-Out”.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

“IN” El gerundio “ing” debe de ser reemplazado por la forma “IN”, en un intento de contextualizar y definir la segunda dimensión del “Net-Work”. La interna.

Esta segunda dimensión, “Net-Work-In”, debe apuntar hacia la construcción y desarrollo de nuestra red hacia dentro de la organización.

Inconscientemente nos hemos centrado en la dimensión externa, descuidando, casi por completo la dimensión interna del Net-Work. La gran mayoría de profesionales hemos arrinconado la dimensión “in” en favor de la dimensión “out”; aquí, cabría hacer una mención especial para precisamente aquellos cuyo cometido es conocer en profundidad la red social que conforma nuestra propia organización. Los profesionales de RR.HH., embriagados por el aroma de la moda de las redes sociales han dirigido mayoritariamente su actividad de “Net-Work” hacia el exterior de la organización. Inconscientemente han desviado su atención de la dimensión “in”, relegando a un inmerecido segundo plano el desarrollo de la red interna, despreocupándose por conocer en mayor profundidad a los integrantes de la propia organización y, olvidando, por lo tanto, la importancia de establecer conexiones entre ellos, curiosamente, una de las tareas más esenciales y críticas en materia de gestión de personas.

Core Net-Work

La otra idea de esta entrada pretende matizar, o más bien aclarar en qué consiste la esencia del desarrollo de la red, en cualquiera de sus dos dimensiones.

Resultaría muy laborioso listar la infinidad de acciones que se llevan a cabo y que enturbian la esencia del “Net-Work”. Muchos profesionales no han interiorizado aún una cultura de generación de red, y siguen confundiendo el mero intercambio de datos profesionales con la tarea básica del “networking”.

Debería ser obligatorio comprender y entender que hacer red es, ante todo, desarrollar una actitud de apertura total hacia el conocimiento o descubrimiento de otros profesionales; una apertura guiada por el principio de ofrecer, nuestro conocimiento, nuestra experiencia, incluso nuestra red ya existente, sin esperar recibir nada a cambio, aún menos de manera inmediata.

Cualquier movimiento que deje entrever la necesidad de un “quick-win” o base la construcción de la relación en el principio “quid pro quo”, no será un proyecto de generación de red, porque la manifestación del propio interés desvirtúa la razón de ser del “networking” y estrangula las posibilidades de que este proceso, que siempre debe enfocarse a medio y largo plazo, llegue a dar sus frutos.

El objetivo de este post, es recalcar la importancia de estas dos ideas asociadas al concepto de “networking” más extendido y generalizado. Es importante destacar la existencia de sus dos dimensiones al tiempo que matizar cual debería ser la razón de ser de un proceso de construcción de red en cualquiera de ellas. El tema es lo suficientemente apasionante y relevante en nuestra realidad actual como para dedicar otras entradas a desarrollar de manera específica cada una de las dos dimensiones del “Net-Work”.

Tuiteo luego existo (o viceversa)

Ha surgido una nueva adicción, una droga virtual cuyo abuso puede desembocar en una pérdida de perspectiva del mundo real, de la versión 1.0 de nuestra vida social de carne y hueso.

Reconozco que estoy enganchado. Asumo que soy adicto. Necesito mi dosis 2.0 a diario.

La virtualidad nos ha explotado en la cara. Cada vez con más frecuencia escucho la expresión “si no estás en 2.0 no existes”; incluso me he sorprendido a mí mismo diciéndoselo a algún amigo, sonando muy progre, muy moderno, tratando de ser un gurú entre aquellos mentecatos que, a estas alturas de la película, todavía no tienen una cuenta en twitter, facebook, google+ o LinkedIn.

Luego de explicar y aconsejar la existencia virtual a parte de mi círculo de confianza, he considerado prudente detenerme un instante y pensar. Me he preguntado a mí mismo, ¿tiene sentido esto que estoy/estamos haciendo? Me han surgido muchas preguntas e incógnitas, me he sonreído mientras recordaba mis propias reacciones ante semejante tsunami virtual y luego he decidido escribir y plasmar por escrito esta reflexión acerca de la virtualización a la que nos estamos sometiendo o a la que nos están empujando.

Algunas preguntas que me vienen a la cabeza son ¿para qué lo hacemos?, ¿qué pretendemos al crear nuestro avatar, nuestro yo virtual?, ¿realmente tenemos la necesidad de compartir todo ese volumen de información? Y aún mejor ¿somos capaces de absorber y procesar semejante número de mensajes, tweets, links, artículos, contactos, aplicaciones, etc?

Reconozco que me he visto superado y abrumado -quizás por mi condición de principiante- al intentar procesar solo parcialmente durante determinados momentos del día el volumen de información que caía en cascada por mi muro en Twitter o el número de actualizaciones de mi ya tupida red de contactos en LInkedin, y eso que no llego al centenar de seguidores en el primer caso¡; me genera cierta ansiedad tener que abarcar semejante caudal de información.

También resulta curioso el efecto eufórico que provoca la adhesión de un nuevo “follower”, o recibir el interés de alguien, que al sentirse atraído por nuestro perfil,  desde su anonimato, te invita a unirse a su red de contactos. Supongo que esta no es sino una reacción típica del principiante, engrandecerse con el progresivo goteo de seguidores e invitaciones incluso cuando no tienes ni idea de que les ha llevado a decidir hacer click en “Seguir”.

Sin embargo, nuestra existencia virtual puede resultar efímera, tan pronto “te sigo” como “te  dejo de seguir”; esto en el mundo real también sucede pero cuesta mucho más decirlo o evidenciarlo. Visto así, casi es mejor la libre elección que nos ofrece el entorno 2.0 para poder mostrarnos como incondicionales de alguien o dejar de serlo.

En el tiempo que llevo familiarizándome con este “nuevo” medio, he llegado a identificar cuatro principales tipologías de usuario 2.0 que me ha permitido elaborar la siguiente clasificación:

Usuario 2.0 Profesional: el que entiende que ese medio es un canal directo de exposición para su trabajo en el mundo real, sea este cual sea. El entorno 2.0 es su escaparate permanente, una forma de potenciar su negocio, un canal para incrementar las transacciones comerciales en el mundo real, en el que ofrecer sus servicios profesionales. Para ellos, las redes sociales y los microblogs son su hábitat natural, han mutado para adaptarse a ellos; son plenamente conscientes de las muchas posibilidades y probabilidades que este entorno les ofrece. Emprendedores, que hacen una perfecta interpretación de esta nueva tendencia.

Usuario 2.0 Amateur: A pesar de la etiqueta, es o puede ser también un profesional de muy diverso corte. Para aquel que alcanza un nivel amateur, el entorno 2.0 es un complemento a su actividad profesional; para este colectivo Twitter, LInkedIn, (y similares), etc tienen una doble función, por un lado es una ventana abierta al mundo de la información y contactos que orbitan alrededor de su actividad y por otro lado es un medio para potenciar su marca o huella personal, para construir su reputación virtual. Son conscientes de que es bueno estar presente, no piensan obtener resultados inmediatos ni hacer negocios cortoplacistas pero son conscientes de los beneficios que les puede revertir directa o indirectamente su mera presencia en el mundo dospuntocero.

Usuario 2.0: “False Beginner”: Le denomino falso principiante porque no termina de arrancar ni de lanzarse al mundo virtual. Ha oído y huido de este al mismo tiempo. Cuando se incorpora a esa realidad paralela lo hace a modo voyeur, mira, pero no participa. Por un lado considera que quizás está teniendo un coste de oportunidad de una u otra forma al no mostrarse más activo, pero por otro lado considera que el mundo real todavía es, de lejos, más interesante y el que le permite generar sus ingresos. Las probabilidades de que evolucione al nivel “Amateur” pasan por que alguien, ya en el nivel superior de adicción, le contagie el entusiasmo necesario para dar el salto, sin embargo el nivel de resistencia suele ser alto.

Usuario 2.0 agnóstico: Se puede cuestionar su condición de “usuario”. Conoce de su existencia pero no cree en ella. Se ha negado incluso a entrar en ellas por primera vez y alardea públicamente de su condición agnóstica. Sin embargo existe un riesgo cada vez más cercano de ser infectado, la primera reacción del virus será elevarse al nivel “False beginner”

La pregunta es obligada, ¿En qué nivel os ubicáis?

La adicción generada por esta droga de diseño que se consume al conectarse a la red hace que cada minuto que pasa miles de “agnósticos” se eleven a la categoría de “False Beginners”, y, de estos, otro puñado de miles adoptan el rango de Amateur, de los que a su vez,  parte de ellos alcanzan el nivel Profesional.

Existe el riesgo de que aquellos que abandonan el agnosticismo, incluso haciendo su incursión 2.0 como “False Beginners”, o incluso, yendo más allá transformándose en amateurs, tiendan a mirar de reojo, de soslayo o incuso por encima del hombro a quienes no acaban de dar el paso, y siguen permaneciendo inmunes a la epidemia. El grado de “infección” no nos convierte a unos mejores frente a otros, ni siquiera nos hace más modernos. Vivir con intensidad el mundo real, ahora llamado 1.0, es una elección tan válida y legítima como zambullirse de lleno en la efervescente realidad virtual.

Mientras esta viralidad se produce y cada vez el contagio es más y más generalizado (al menos es la previsión), no debemos de perder de vista que la existencia virtual carece de sentido si no se sustenta en el mundo real.

Nuestro avatar virtual solo tiene razón de ser cuando es capaz de entablar contacto en una tercera dimensión con otro avatar humanizado. Toda la información que compartimos en modo de link, imagen, video, u opinión ha sigo gestada en un entorno real, cuya existencia alimenta las bases y afianza los pilares del entorno dospuntocero. Existimos luego…

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