Sobre personas y organizaciones

Autor: Andrés Ortega Pagina 31 de 39

HR Director & Social Networker
Sociologist & Blogger / Sociólogo & Blogger
HR 2.0 Pionner Agent / Dinamizador de entornos RR.HH. 2.0
Inconformista, Convensador y Barman de Ideas / Nonconformist, Speaker and Ideas Barman

#RRHH: “ALEA IACTA EST”

¿Es posible plantear una gestión de RRHH diferente?

La respuesta claramente es NO. Dibujar una gestión de personas diferente no es posible, es una necesidad perentoria a la que se enfrentan tanto la propia función en sí misma como las organizaciones en las que se ha desarrollado.

De nada sirve ya echar la vista atrás para entender las razones que han marcado la evolución histórica de la función de RRHH. Aunque siempre es bueno saber de dónde venimos, en estos momentos, es mucho más inteligente definir hacia dónde nos dirigimos.

Me consta que hay organizaciones que, haciendo una lectura diferente de los acontecimientos, apostaron por enormes profesionales con una visión más trascendente de los RRHH. Adelantándose a su tiempo, permitieron que aflorase un estilo de gestión de personas diferente, proyectando una imagen mucho más “amigable” del departamento, llegando en paralelo a convertirse en lo que se ha definido como socio estratégico del negocio…”business partnering”. Incluso este rol tiene que ser superado.

La realidad es que, pese a honrosas excepciones, en términos generales, hemos sido un área organizativa que ha asumido papeles de actor de reparto, o, en el mejor de los casos, actores secundarios; en pocas ocasiones se ha visto en la función de RRHH al protagonista de la película de turno. Nos hemos visto obligados, para no ser cuestionados, a adecuar nuestro lenguaje cuantitativamente inconsistente, haciendo un esfuerzo “in-humano” para medir lo inmensurable, haciendo malabarismos matemáticos para producir un “score” sobre el talento (in-con-mensurable a todas luces) pudiendo de esa manera incorporarnos a un debate y ten con ten junto a las siempre bien posicionadas áreas de  finanzas, ventas, producción…

RRHH ha sido estigmatizado ubicándonos en el lado oscuro,  al que la fuerza (positiva se entiende) nunca acompaña…  Y así, casi sin darnos cuenta…nos hemos visto empujados al ojo del huracán,  enmarcados en el punto de mira, presentes en los mentideros de todos los estamentos organizativos y sociales…

Curioso y triste encasillamiento para un área profesional cuyo cometido no es sino, conseguir los mejores resultados a través de las personas que componen una unidad organizativa. Sencillo, ¿verdad?

Podría emplear cientos de líneas para explicar las razones que se esconden detrás de este “cuestionable” posicionamiento, aunque el resultado final, responde a la suma y conjunción de un sinfín de variables, muchas exógenas a la propia función, pero muchas otras, seamos realistas, endógenas y generadas por nuestra propia estirpe.

Sin embargo, los cambios que nos zarandean y agitan a diario, con temblores y cataclismos de nivel máximo en la escala “Ritcher” de la incertidumbre, han acelerado el principio del fin de este área funcional tal y como la conocemos hoy en día. Es una obviedad a la que sencillamente es ridículo resistirse.

La nueva geomorfología organizativa

La realidad de esos seísmos organizativos nos presenta cada vez más indicios que anticipan un panorama caracterizado por la siguiente geomorfología organizativa y humana:

– Organizaciones con un staff concentrado poseedor del auténtico “know-how” del negocio, que se desprenden del conocimiento no esencial, el cual, progresivamente, es externalizado.

– Proliferación de profesionales independientes del conocimiento en diferentes áreas de especialización y que desempeñarán un papel vital en el “core business” de la organización, y que se vincularán a la misma de manera eventual para aportar su “Know-how” específico siempre y cuando el proyecto alimente su interés de crecimiento y enriquecimiento. (Imprescindible referirse al concepto de “Knowmads” tal y como describe de manera excepcional Virginio Gallardo en uno de sus post en su blog “Supervivencia Directiva” http://supervivenciadirectiva.com/2012/05/12/el-sentido-del-trabajo-los-artesanos-knowmads/

– Entornos organizativos líquidos, no rígidos, flexibles, mucho más maleables ante las sacudidas y grietas generadas por el cambio, instaurado en los entramados productivos, como algo absolutamente normalizado.

– Organizaciones acostumbradas a desarrollar su actividad en una red global, descentralizada y completamente virtualizada; red, en la que los empleados interaccionarán entre sí y accederán a todo tipo de conocimiento de forma rápida y gratuita, no fiscalizada.

– Unidades de conocimiento que demográficamente supondrán la integración de varias generaciones; los llamados “nativos digitales” co-existiendo con trabajadores del conocimiento nacidos en la era analógica.

– Organizaciones necesariamente regidas por el principio y práctica de la innovación, recurso al que tendrán que recurrir progresivamente para, inicialmente, sobrevivir y, posteriormente diferenciarse en sus respectivos mercados.

Estas serán, probablemente,  algunas de las características que describirán el futuro organizativo. Lógicamente habrá modelos sociales, economías y sectores que avanzarán más rápido que otros en esta dirección, pero la hoja de ruta es la misma.

Es obvio, que la función de Gestión de personas y el prototipo de profesional de RRHH que hoy conocemos no parece estar en disposición de sobrevivir a esta cada vez más cercana realidad. Hemos llegado como área organizativa a nuestro particular callejón sin salida. Ha llegado el momento de posicionarse… y, en esta ocasión, nadie que no fuese nosotros mismos debería asignarnos el papel.

En lugar de esperar a que nos adjudiquen el  tradicional secundario, o el más habitual papel de reparto en la mega producción, hemos llegado a un punto de no retorno, en el que, o nos reinventamos profesionalmente, convirtiéndonos  en el guionista, productor y realizador del filme, o corremos el riesgo de no salir en los créditos.

El área de RRHH requiere llevar a cabo una profunda metamorfosis y transformación que derive en un nuevo y protagonista rol organizativo, capaz, no solo de sobrevivir a esa nueva realidad, sino de gestionarla siendo uno de los actores principales de la misma… “Alea iacta est”

¿Cuánto cuesta el Liderazgo 0.0?

 

Cuando más se habla, escribe y debate sobre la necesidad de un liderazgo 2.0, en el sentido de un liderazgo evolucionado y que se desarrolla en, por y para la red de colaboradores,  todavía es recurrente encontrarse en muchas organizaciones modelos y patrones de liderazgo que atisban a años luz este nuevo enfoque y estilo, que está emergiendo al amparo de los cambios socio demográficos en el seno de las organizaciones.

Así todo, aquellas organizaciones que mantienen un estilo de liderazgo y gestión ancestral miran por encima del hombro a los que reivindican desde la razón y con objetividad, que es preciso reajustar el punto de mira y que las organizaciones hoy, necesitan imperiosamente un timón que gobierne el rumbo de manera diferente.

Pero, ¿Por qué es preciso evolucionar? ¿Cuál es el precio que pagan las organizaciones que siguen ancladas en patrones tradicionales de liderazgo?

Estas son,  algunas de las consecuencias directas, fácilmente observables, que no son, sino el reflejo de ese estilo de liderazgo obsoleto y que se aferra al poder todavía hoy, en muchas organizaciones.

Anti-compromiso y Desencantamiento

Una de las consecuencias más dañinas y perjudiciales es, sin duda, el desencanto de la estructura organizativa con el proyecto. En este sentido suele existir una relación directamente proporcional entre la obsolescencia del modelo de liderazgo y la falta de compromiso por parte del staff.

Un liderazgo concentrado, no distribuido, acaba por eximir de responsabilidades al resto de colaboradores, y, la ausencia del sentimiento de responsabilidad, saber que no se cuenta en el proceso de toma de decisiones y que, incluso cuando se consulta opinión, (siguiendo el manual del buen gestor), saber que esta, no será tenida en cuenta, genera un proceso automático de “switch-off” o desconexión; Se podría decir que la concentración de las decisiones y el principio de autoridad, deriva ineludiblemente en un progresivo abandono del compromiso, difícilmente recuperable por más que la función de gestión de personas se esfuerce en “levantar la moral de la tropa”, quien, irremediablemente se acomodará en la trinchera y tenderá a asumir menos riesgos en el frente de batalla, simplemente, entenderán que no es su guerra.

La ley del mínimo esfuerzo

Casi como si de una reacción en cadena se tratara, el desenamoramiento con el proyecto, traducido en una carencia casi completa de compromiso, tendrá su traslación directa al resultado de la organización. Otra consecuencia directa del liderazgo pleistocénico  es, sin duda, un acusado descenso de la productividad, o, en el mejor de los casos, la búsqueda del aprobado raso en el curso lectivo, mediante la aplicación de la ley del mínimo esfuerzo.

Si un colaborador no se siente “enganchado” al proyecto, si no lo siente suyo, lo más probable es que cumpla su cometido, sin más, haciendo su trabajo y punto, huyendo de alcanzar altas cotas de desempeño, ya que la ausencia de compromiso le impedirá dar lo máximo de sí mismo.

“Gossiping” o el efecto clínica del rumor

Otra de las características del anti-liderazgo 2.0 es su “particular” manejo de la información. Las organizaciones en las que prima este estilo, suelen ser opacas en sus procesos de comunicación, con tendencia a manejarse en la ambigüedad como hábitat preferente. Y, resulta muy obvio, que cuando se produce una comunicación difuminada, con cortinas de humo, suele suceder que la plantilla se intoxica al inhalar demasiado CO2. En primer lugar, intentará no ahogarse y buscarán oxígeno, léase información, en cualquier resquicio organizativo. Trataran de respirar información veraz, y si la que proporciona la organización es irrespirable, la buscarán, o incluso peor, la generarán por sí mismos. El coste, en este caso, no radica solamente en el incalculable tiempo perdido en el nada productivo ejercicio del “gossiping”, sino en los daños colaterales que la clínica del rumor puede generar interna, pero también externamente mediante la difusión de rumores que tarde o temprano alcanzarán a clientes y proveedores.

No-Innovación

Siguiendo con la relación causa-efecto, es evidente que una organización regida por principios de no-liderazgo 2.0, tendrá una pobre tendencia a la innovación, ó lo que es lo mismo, se orientará  en mayor grado a la “No-innovación”. El razonamiento vendría dado por la ausencia de compromiso y la falta de información concreta, clara y precisa del momento que se atraviesa, sea este más o menos óptimo. La generación de ideas que refresquen los productos, servicios y procesos organizativos, precisa de un caldo de cultivo limpio y desinfectado de elementos que impidan que las ideas germinen y prosperen. La falta de compromiso, aliñada con la correspondiente ambigüedad en cuanto hacia dónde se dirige el proyecto, está, por lo tanto lejos de ser el mejor laboratorio para que la cada vez más necesaria innovación crezca y se desarrolle.

No sería difícil cuantificar el coste que genera una organización “anti-liderada” en modo 2.0., pero es indudable que una organización carente de compromiso, con estándares de productividad básicos, con información ambigua y errática, causante de posibles daños colaterales y, sin apetito por la innovación, tendrán un coste cualitativamente muy elevado; una organización condenada a sobrevivir en lugar de a luchar por alcanzar el éxito.

Lo más fácil es apuntar a la situación de crisis que viven muchos países del primer mundo económico para justificar la existencia de patrones de anti-liderazgo 2.0 en muchas de sus organizaciones pero lo cierto es que cada vez hay más razones para pensar que el objetivo no debería ser sobrevivir,  sino alcanzar el éxito y que para ello, siempre fue imprescindible contar con colaboradores comprometidos, esforzándose al más alto nivel, puntualmente informados de hacia dónde se dirige y que se precisa, preocupados por desarrollar e innovar…

Si es tan evidente que las probabilidades de alcanzar el éxito son mayores a través de un liderazgo 2.0: cohesionador de compromiso, distribuidor de responsabilidades, maleable al entorno, capaz de ser líquido, sólido o evaporarse, según las circunstancias organizativas, y que se desarrolla en, por y para la red… ¿Por qué muchas organizaciones siguen siendo gestionadas bajo modelos de liderazgo en su versión 0.0?

Foto: Martí García Pomares vía @Humannova

Desinstalando Ensayo y “no error”, Actualizando “Fracaso”

Alcanzar una meta requiere una estrategia clara, una actitud de acoso y derribo, de constancia, sin renunciar nunca al placer que supone el fracaso…

Desinstalando el binomio: Ensayo y “no-error”…

Resulta obvio, a priori, que, para materializar un objetivo, es fundamental escribir un buen guión, definir bien nuestro papel en él, y trabajarlo a conciencia, repetirlo una y otra vez, hasta estar lo suficientemente seguros como para salir a la palestra y saborear las mieles del éxito…

Resulta igual de obvio que en ese proceso arduo de búsqueda y captura del triunfo, en nuestro afán por alcanzar nuestros objetivos, huimos despavoridos del fracaso. En nuestro esquema mental, y de manera inconsciente no asumimos el binomio ensayo y error; solo cabe el ensayo, y en ese bucle inconcluso acabamos la gran mayoría de profesionales,… en un continuo ensayo…

Encallamos en una permanente y concienzuda preparación, en un esfuerzo por alcanzar la perfección aterrorizados por el miedo a equivocarnos. En la mayoría de ocasiones, simplemente, descartamos la opción del error… incluso la desterramos de nuestro vocabulario.

Y, no deberíamos sentirnos culpables por ello, ya que, hemos vivido estigmatizando la falta, el error y la equivocación; salvo honrosas excepciones, los principios que han apuntalado nuestro modelo de aprendizaje nos han enfocado a la loable tarea de alcanzar la gloria… pero sin equivocarnos, y eso, sencillamente, no es posible.

Y, casi sin darnos cuenta, nos adentramos en un mundo profesional que no es sino el fiel reflejo de esos principios que miran a la equivocación de manera anti-natural, un entorno que se muestra implacable ante el fracaso e intolerante con el error.

Crecemos profesionalmente, reforzando la idea de que equivocarse es de mediocres y así enjuiciamos y evaluamos a todos aquellos que a nuestro alrededor cometen torpezas y dan traspiés… les arrinconamos y les ninguneamos porque han errado… automáticamente les cerramos las puertas de otras oportunidades, les etiquetamos: profesionales de segunda división que nunca alcanzarán el éxito…

Sin embargo, no deberíamos perder ni un solo instante más en desinstalar la ineficiente y obsoleta secuencia “ensayo/no-error”

Actualizando nueva versión del “fracaso”

Y, es, precisamente, este enfoque que la mayoría de nosotros tiene hacia el fracaso… el más grave error de todos, no existe mayor equivocación que no ver en el fracaso la única oportunidad de crecimiento.

El coste de oportunidad radica fundamentalmente en la parálisis que se produce al pretender asegurar que no hay margen para el error, cuando en realidad, lo inteligente es re-intentar ese nuevo proyecto, inversión o método de trabajo… no solamente se trata de no hacer evitando la equivocación sino de reajustar nuestro enfoque a la misma… aprender a disfrutar de cada fallo. Instalar una nueva versión de fracaso.

Desaprender nuestro miedo a la equivocación siempre debió de ser nuestro “leit motiv”, entender, de una vez por todas, que un error es la manifestación más sublime de la voluntad humana, un regalo para nuestros sentidos y la mayor recompensa que podemos ofrecer a nuestro proceso de aprendizaje…

Por lo tanto, se trata de completar el bucle incompleto…concluir el ensayo con el gusto por el error, disfrutar de cada equivocación como si de un regalo se tratase. Deleitarse con cada traspié, disfrutando del esfuerzo que supone levantarse para volver a intentarlo…

El fracaso debe formar parte de nuestro proceso de desarrollo profesional, de una manera natural, no forzada, transformándolo en un componente irrenunciable en nuestro camino hacia el éxito.

Pero para dar este giro, es preciso que culturalmente veamos en la equivocación un paso necesario, no punible, para nuestro enriquecimiento; una o varias escalas a lo largo de ese largo viaje que supone alcanzar nuestros objetivos.

Si tenemos esto claro, relajaremos nuestra forma de hacer, potenciaremos nuestra auto-estima y habremos aprendido a disfrutar de los fracasos, que, quizás, nos conduzcan al éxito, pero que con seguridad se convertirán en los pilares de nuestro desarrollo profesional.

Employer Branding & Personal Branding: Una estrategia integrada

Contextualizando…

De un lado, las organizaciones en su afán por concentrar y captar el interés de los profesionales más cualificados y atraer el talento en el más amplio sentido de la palabra.

De otro lado, los profesionales, cada vez más conscientes de la importancia que supone desarrollar su marca personal, trabajar su identidad profesional construyendo una propuesta de valor para ser la opción preferente en el mercado.

 

Guerra por el Talento y Talento en Guerra

La idea de la “Guerra por el talento”, que alcanza su máxima expresión en los momentos más boyantes del mercado laboral dónde la oferta de profesionales supera con creces la demanda, se ha materializado en el concepto de “Employer Branding”.

Las grandes corporaciones no han escatimado recursos para desarrollar y potenciar su caché como empleadores de referencia, utilizando todo tipo de rutas, desde la presencia en ferias de empleo, pasando por la obtención de galardones y reconocimientos a sus políticas, especialmente en materia de gestión de personas, y, más recientemente intentando el asalto definitivo al mercado a través de la construcción de esa reputación de empleador preferente mediante el uso de redes sociales.

Construir esa reputación ya no es solo territorio de los grandes,  cada vez en mayor medida, las empresas de tamaño medio, filiales de multinacionales, e incluso PYMES se han dado cuenta de la importancia de fomentar su imagen en el mercado como empleadores atractivos, apetecibles para los mejores profesionales.

La estrategia de “Employer Branding” pasa por lo tanto, por proyectar el concepto de organización idónea para hacer carrera, capaz de atraer el interés del profesional “extranjero”, del no-residente en la organización.

En paralelo a este proceso, en los últimos años se ha invertido la curva de oferta y demanda a la que antes hacía referencia, ahora, apenas hay oferta y sin embargo la demanda alcanza cotas insospechadas; el mercado laboral en su vorágine, ha obligado a las compañías a ajustar sus estructuras en mayor o menor medida, terminando con la desvinculación de muchos profesionales cualificados y a los que, en su mayoría, está situación les ha cogido a contrapié.

Cómo era previsible, el Talento se ha alzado en pie de guerra contra la falta de opciones, y el concepto de “personal branding” se ha instalado en la mente de muchos profesionales que se han visto obligados a reinventarse (literalmente) para hacerse un hueco en el maltrecho mercado “laboral”. Muchos de esos ex – empleados por cuenta ajena se han dado cuenta de lo importante, por no decir vital, que resulta tener buena prensa en el mercado, convirtiéndose en la opción preferente en su área profesional: estar posicionados en el top ten del ranking en su especialidad, presentes en todo momento en la retina  de todos los que forman parte de su red.

Con esta declaración de guerra de un ejército de profesionales intentando posicionar su talento, se ha ido extendiendo progresivamente la idea de la importancia de desarrollar una estrategia de “personal branding”, no solo por parte de aquellos a quienes un proceso de reorganización les pilló a traición en su momento, sino también por parte de muchos profesionales que han hecho una lectura inteligente de los hechos y se han puesto manos a la obra en la ardua tarea que supone la construcción y desarrollo de su marca personal registrada.

Hacia una estrategia de “Branding integrado”

Por lo tanto, si damos por bueno el hecho de que las Organizaciones se enfrentan a un mercado cada vez más exigente que les requerirá contar en sus filas con los profesionales más sobresalientes en sus respectivas áreas de “expertise”, tendría sentido diseñar una estrategia en la que los empleadores permitieran a sus empleados cultivar, potenciar y desarrollar sus respectivas “marcas personales” en el seno de la Organización.

La idea que subyace no es otra que instaurar una cultura que fomente el desarrollo de marcas personales, permitiendo que los profesionales, cada vez más interesados en posicionarse cómo opción preferente en el mercado, trabajen su marca alentados y respaldados por su propio empleador.

El impacto de esta estrategia permitiría en el medio/largo plazo potenciar sobremanera la imagen de marca del empleador, qué, al haber facilitado e impulsado las marcas personales de sus empleados, conseguiría, a través de las mismas y su posicionamiento individual, potenciar la imagen de empleador referente en el mercado. Se trataría de alentar el “Personal branding” para elevar a la enésima potencia el “Employer branding”. Contar, en definitiva con profesionales con marca personal reconocida y registrada al servicio de la enseña organizativa. Una gran marca, impulsada por los “Brand embassadors” con marca propia que habitan en ella.

Descrito de esta manera, no es descabellado pensar en la futura proliferación de estrategias de “Branding integrado”, pero para ello, deberán de darse una serie de pre-rrequisitos para que la hibridación de ambos conceptos culmine con éxito.

– La cultura del Empleador deberá desterrar los fantasmas y miedos que tradicionalmente han impedido fomentar iniciativas para que sus profesionales brillen con luz propia, también de puertas para fuera.

Enterrar la reticencia a que cuando alguien despunta y se hace un nombre en el mercado, en otras palabras, desarrolla una marca personal potente, se convierta en un caramelo a las puertas de un colegio ante nuestros competidores. Los profesionales con marca la acabaran teniendo y potenciando más allá de los límites organizativos si la empresa se empeña en poner trabas al desarrollo de la misma desde dentro.

– Los empleados con capacidad, voluntad e inteligencia emocional suficiente para desarrollar su estrategia de posicionamiento individual, deben abandonar los posibles prejuicios a la hora de ser referentes, marcas personales “al servicio” de un Empleador por cuenta ajena y deben estar dispuestos a transformar su rol de empleado por cuenta ajena en el de “intra-emprendedor”: un profesional independiente que trabaja en modo S.A. y que canaliza su marca personal poniéndola al servicio de un único cliente, su empresa.

Las posibilidades y la ventaja competitiva que puede suponer una estrategia de “Branding integrado”, es todavía, un territorio virgen, casi inexplorado por las áreas de gestión de personas de las organizaciones.

Lejos de considerar “Personal Branding” y “Branding Employer” como dos polos iguales, por lo tanto irreconciliables, que se repelen entre sí, me inclino por pensar en sentido contrario, tratando de visualizar como la integración de ambas estrategias por parte del área de gestión de personas, podría potenciar al máximo nivel los objetivos que cada una de ellas tratan de alcanzar por separado.

Net-work-IN & Net-work-OUT

 

Somos el valor de nuestras  relaciones y de cómo las gestionamos;  algo que por obvio que parezca entraña una complejidad considerable y que, en muchas ocasiones, sencillamente, pasamos por alto.

Con independencia de nuestra actividad profesional, más allá del sector o industria en el que nos ubiquemos, nuestro desarrollo tanto personal como profesional está íntimamente vinculado a las relaciones que establecemos y a como las cultivamos.

Voy a intentar con esta entrada desarrollar dos ideas que creo firmemente, han de estar presentes siempre que llevemos a cabo un ejercicio relacional en el plano profesional.

Las dos dimensiones del Net-Work

“OUT” Nos hemos acostumbrado al anglicismo. Mientras la palabra se ponía de moda y se acomodaba en el ranking de nuestro vocabulario cotidiano de uso profesional, hemos dado por hecho que “networking” consiste en establecer relaciones, superando los límites de nuestra organización, con personas que forman parte de nuestro segundo, tercer y hasta el infinito grado de relación.

Ha llegado un momento en el que involuntariamente la mayoría de nosotros piensa en términos “networkinianos” de puertas hacia fuera de nuestra organización; nuestro cometido es ampliar el círculo y crear nuevas conexiones mediante la identificación y establecimiento de nuevos nodos. Y, en efecto, de eso se trata, pero debemos ser conscientes de que trabajar en esa línea no es más que cultivar una de las dos dimensiones del Net-Work. La externa.

La dimensión “Out” es la que nos permite ampliar nuestra red cómo si de una onda expansiva se tratase. Establecemos criterios en base a nuestros intereses y preferencias profesionales que nos llevan a localizar a través de diferentes canales (las redes sociales son tan solo uno de ellos) a otros profesionales a los que convertimos en contacto-objetivo. La repetición sistemática y consciente de esta acción es el “Net-Work-Out”.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

“IN” El gerundio “ing” debe de ser reemplazado por la forma “IN”, en un intento de contextualizar y definir la segunda dimensión del “Net-Work”. La interna.

Esta segunda dimensión, “Net-Work-In”, debe apuntar hacia la construcción y desarrollo de nuestra red hacia dentro de la organización.

Inconscientemente nos hemos centrado en la dimensión externa, descuidando, casi por completo la dimensión interna del Net-Work. La gran mayoría de profesionales hemos arrinconado la dimensión “in” en favor de la dimensión “out”; aquí, cabría hacer una mención especial para precisamente aquellos cuyo cometido es conocer en profundidad la red social que conforma nuestra propia organización. Los profesionales de RR.HH., embriagados por el aroma de la moda de las redes sociales han dirigido mayoritariamente su actividad de “Net-Work” hacia el exterior de la organización. Inconscientemente han desviado su atención de la dimensión “in”, relegando a un inmerecido segundo plano el desarrollo de la red interna, despreocupándose por conocer en mayor profundidad a los integrantes de la propia organización y, olvidando, por lo tanto, la importancia de establecer conexiones entre ellos, curiosamente, una de las tareas más esenciales y críticas en materia de gestión de personas.

Core Net-Work

La otra idea de esta entrada pretende matizar, o más bien aclarar en qué consiste la esencia del desarrollo de la red, en cualquiera de sus dos dimensiones.

Resultaría muy laborioso listar la infinidad de acciones que se llevan a cabo y que enturbian la esencia del “Net-Work”. Muchos profesionales no han interiorizado aún una cultura de generación de red, y siguen confundiendo el mero intercambio de datos profesionales con la tarea básica del “networking”.

Debería ser obligatorio comprender y entender que hacer red es, ante todo, desarrollar una actitud de apertura total hacia el conocimiento o descubrimiento de otros profesionales; una apertura guiada por el principio de ofrecer, nuestro conocimiento, nuestra experiencia, incluso nuestra red ya existente, sin esperar recibir nada a cambio, aún menos de manera inmediata.

Cualquier movimiento que deje entrever la necesidad de un “quick-win” o base la construcción de la relación en el principio “quid pro quo”, no será un proyecto de generación de red, porque la manifestación del propio interés desvirtúa la razón de ser del “networking” y estrangula las posibilidades de que este proceso, que siempre debe enfocarse a medio y largo plazo, llegue a dar sus frutos.

El objetivo de este post, es recalcar la importancia de estas dos ideas asociadas al concepto de “networking” más extendido y generalizado. Es importante destacar la existencia de sus dos dimensiones al tiempo que matizar cual debería ser la razón de ser de un proceso de construcción de red en cualquiera de ellas. El tema es lo suficientemente apasionante y relevante en nuestra realidad actual como para dedicar otras entradas a desarrollar de manera específica cada una de las dos dimensiones del “Net-Work”.

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