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Innovación y Liderazgo al son de la marcha Radetzky

4046599004_c3cd233c64Hace unas semanas en una conversación de café en la pausa de un taller, un directivo de una importante multinacional me preguntó qué era innovar en liderazgo y gestión de RR.HH y, si se podía innovar al liderar personas…

Mi respuesta fue sencilla: “Innovar a la hora de liderar, y en general, es hacer las cosas de forma diferente a como se han venido haciendo para conseguir mejores resultados”. Sin embargo, la sencillez de la respuesta esconde una maquiavélica complejidad a la hora de ponerla en práctica. Soy plenamente consciente de ello.

Y es que nuestras empresas y organizaciones en ocasiones parecen campos de minas de antiguos paradigmas incuestionablemente instaurados, en los que todo aquel que intente hacer las cosas de forma diferente deberá adentrarse  con sumo sigilo y tacto para no salir volando por los aires al pisar algún tipo de paradigma-lapa camuflado en forma de proceso y/o práctica entre la cultura corporativa, que haría saltar en pedazos el intento de innovación… en gestión de personas.

Las predicciones sitúan en este recién inaugurado 2014 el inicio de la recuperación de nuestra economía o la consolidación de la recuperación en el caso de otras. Sin embargo este supuesto repunte apuntalado a golpe de indicadores macroeconómicos no debería desviar la atención de lo que entiendo sigue siendo una prioridad vital para cualquier organización que quiera diferenciarse en el mercado, que precise adecuarse a las nuevas reglas dictadas por una nueva sociedad y por sus nuevos consumidores o que, sencillamente, necesite sobrevivir en un mercado hiper-globalizado y ultra-conectado: la prioridad sigue siendo innovar en la forma de liderar y de gestionar su capital humano.

La razón de ser de esta reflexión es la reafirmación de mi respuesta a aquel directivo en aquella charla de café… además de un ejercicio de optimismo sobre la viabilidad de innovar a la hora de  liderar y gestionar capital humano. Un guiño al estilo “Yes we can”…. – y añadiría – … “If we want”… ya que la incógnita que resuelve la ecuación de la evolución de nuestro modelo de management es el propio liderazgo y la voluntad del mismo para hacer las cosas de forma diferente.

Ayer 1 de Enero tuvo lugar el tradicional concierto de Año Nuevo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Viena. El encargado de dirigir, mejor dicho de liderar el concierto este año ha sido el pianista y Director argentino-israelí Daniel Barenboim quien junto a la filarmónica ha ofrecido un concierto excepcional repleto de calidad y que ha culminado de una forma inesperadamente espectacular desde un punto de vista de innovación y liderazgo.

Desde que Willy Boskowsky en 1958 estableció la tradición de cerrar el concierto con el Danubio Azul y la Marcha Radetzky nunca, hasta ayer, se había producido un broche tan inusual del concierto… y es que Daniel Barenboim hizo algo diferente, pero sencillamente extraordinario, no desde un punto de vista musical , sino desde una perspectiva de liderazgo…

Daniel Barenboim no dirigió con sus movimientos la marcha Radetzky sino que en un alarde mezcla de espontaneidad, disruptividad e innovación, se dedicó a saludar uno por uno a todos los integrantes de la Filarmónica, regalando gestos de complicidad, sonrisas y muestras de afecto  a todos y cada uno de ellos… mientras estos, interpretaban de forma magistral y sin aparentemente dirección alguna la archiconocida obra de Johann Strauss padre.

Ha sido sin duda, una deliciosa forma de comenzar el año, disfrutar de una composición que año tras año sigue emocionándome como la primera vez que la escuché, mientras era testigo excepcional de una ruptura de protocolo, de un ejercicio de innovación sobre una tradición instaurada desde  hace más de 50 años…

Desconozco que habrá provocado el enorme Barenboim en los críticos de música clásica y medios especializados en cubrir el concierto, pero reconozco que ha conseguido emocionarme, no solo por su maestría musical sino por demostrar públicamente que es posible liderar de forma diferente… tan solo hay que tener la voluntad para llevarlo a cabo…

Daniel Barenboim ha puesto de manifiesto que un equipo de alto rendimiento (una orquesta filarmónica en este caso) es el resultado de la trasferencia de responsabilidad y confianza, ha  evidenciado el maravilloso poder del reconocimiento explícito a través del agradecimiento a todos los miembros de su organización, ha asumido el riesgo de dirigir de forma diferente… nada más y nada menos que no-dirigiendo, o mejor dicho, distribuyendo el liderazgo y la responsabilidad en cada componente de la orquesta, ha demostrado como la confianza en la competencia técnica y maestría de los miembros de su orquesta es determinante para alcanzar objetivos…, en definitiva, ha innovado en su forma de dirigir y liderar… y el resultado ha sido un ejercicio excepcional…

Puede que haya quien no vea en este hecho más que una mera frivolidad de uno de los más renombrados Directores de orquesta de nuestro tiempo, a quien la fama y las canas le legitiman para ello; sin embargo, no he podido resistirme a ver esa realidad desde otra perspectiva… desde esa que me quita amablemente el sueño, desde ese ángulo a través del cual entiendo y describo como la innovación en gestión de capital humano es uno de los retos de nuestro tiempo…

Ojala cada vez más organizaciones decidan a lo largo de este recién estrenado 2014 innovar sus estilos de liderazgo y gestión de personas al son de la marcha Radetzky…

 

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Gestionar Emociones es Liderar el Cambio…

corazon en cristalCuando hablamos de Emociones y de Liderazgo, inevitablemente hay que referirse al concepto de Inteligencia Emocional que Daniel Goleman hace asequible “a todos los públicos” a través de su libro “The emotional Intelligence” publicado en el año 1995. En su célebre libro, Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos. Por lo tanto, el conjunto de capacidades que utilizamos para ese autoconocimiento y para el conocimiento e interpretación de las emociones de otros es a lo que nos referimos cuando hablamos de Inteligencia Emocional.

Esta inteligencia emocional es la integración de la inteligencia intrapersonal, o la capacidad de formar un modelo realista de uno mismo, identificando correctamente los sentimientos propios para poder usarlos como guías en la conducta y la inteligencia interpersonal, o la habilidad de comprender a los demás mediante la capacidad de reconocer y reaccionar ante sus emociones.

Creo que nadie duda de la relevancia que la inteligencia emocional tiene para el ejercicio del liderazgo. Sin embargo y pese a la probable unanimidad a la hora de reconocerla como un requisito sine qua non para el ejercicio del mismo, muchas organizaciones han construido sus modelos de liderazgo inclinando la balanza hacia el plano racional… relativizando o infravalorando las capacidades de gestión de las emociones de sus líderes, managers y, en definitiva de cualquier profesional que estuviese al frente de la gestión de un equipo de personas.

Hemos desarrollado líderes racionales que han atrofiado sus capacidades para identificar sus propias emociones y las emociones de sus colaboradores, colegas y de su entorno y, aún peor líderes con dificultad para desarrollar esa capacidad en favor de la organización y de la generación de valor. Líderes que se muestran torpes en el manejo de las emociones que manifiestan las personas con las que trabajan. Modelos de liderazgo que refuerzan conductas de invulnerabilidad, porque la declaración de la misma es un síntoma de debilidad, de flaqueza y falta de resistencia…

Así… muchos profesionales se han acostumbrado a blindar sus emociones cuando atraviesan las puertas de la empresa para la que trabajan… conscientes de que mostrar las emociones, sean estás de la índole que sean es algo políticamente incorrecto. Mostrar irá, tristeza, euforia, pasión, decepción puede ser mal interpretado, y, en muchos casos, penalizado… porque las leyes no escritas de la cultura informal de muchas organizaciones recomiendan que es mejor dejar las emociones aparcadas o, cuando menos controladas durante el desempeño de la actividad profesional…

Sin embargo, vivimos tiempos emocionalmente intensos, en los que las circunstancias que impregnan nuestras empresas y entornos organizativos provocan emociones a diario. La contención de las emociones puede contribuir a desarrollar organizaciones de encefalograma emocional plano cuando, curiosamente, nunca fue tan necesario liberar el potencial que contienen las emociones que las circunstancias nos provocan…

Tiempos de cambio, tiempos líquidos que requieren emociones líquidas… que emerjan, discurran, fluyan y se filtren y que, obviamente, requerirán líderes y managers que se conviertan en gestores de emociones; personas que identifican sus propias emociones y que las gestionan de forma adecuada, que sepan dar respuesta y abordar emocionalmente un ataque de irá, una explosión de júbilo o un momento de llanto y tristeza…

Se precisan líderes que provoquen conversaciones de forma natural con capacidad para gestionar la emoción que conduce cualquier conversación. Se necesitan líderes que sepan transformar emociones en acción y generación de valor. Líderes que no se encojan de hombros o escondan la cabeza bajo tierra cuando un colaborador o un colega llora, siente frustración, impotencia, o se desborda de alegría delante de ellos…

Las emociones son el principal motor de cambio y transformación de una persona…. En tanto en cuanto las organizaciones las forman personas y…  el cambio es la única constante fija del entorno empresarial del que somos contemporáneos, quizás sea un buen momento para reflexionar sobre la conveniencia de nivelar la balanza de un modelo de liderazgo que se inclina en favor del plano racional… quizás sea hora de conceder a la capacidad para identificar, gestionar y reaccionar ante las emociones un peso específico mayor que el otorgado hasta ahora.

Las organizaciones que quieran evolucionar su propuesta de valor para reaccionar a un mercado sencillamente diferente apostarán por un modelo de liderazgo transformacional en el que la gestión de las emociones tendrá la misma relevancia y el mismo peso específico que el plano racional.

En el entorno empresarial de profunda transformación por el que transitamos… una organización emocionalmente inteligente será una organización capaz de liderar el cambio.

No habrá cambio sin compromiso: 10 +1 comportamientos de ayer, hoy y siempre

pinya-castellera1-300x300Progresivamente más y más empresas entienden que los modelos y paradigmas en los que se apoyaban para construir su gestión de RR.HH. chirrían y provocan ruido en la acústica organizativa, los tradicionales procesos y procedimientos ahora resultan notas discordantes en el nuevo marco que se está desarrollando. Es hora de acompañar el cambio a través de la innovación en gestión de personas…

Mientras todo esto sucede, conseguir el compromiso de la organización sigue siendo la búsqueda del santo grial de la mayoría de directivos y departamentos de RR.HH., quienes, en muchos casos obligados por las circunstancias, se han pasado de frenada desequilibrando notablemente la balanza entre lo exigido y lo ofertado…

El resultado: organizaciones mermadas en sus recursos, colaboradores pasados de vuelta mirando al cielo a ver si escampa o con la cabeza bajo tierra para no ser los siguientes en visitar el paredón del ajuste organizativo, managers que se encogen de hombros, talento y potencial en estampida y directivos que se llevan las manos a la cabeza preguntándose si es posible poner freno a este sinsentido y desorden que desangra su capital humano, mientras reclaman a sus departamentos de RR.HH. fórmulas magistrales para salir del atolladero de la desmotivación. Vamos…un auténtico drama.

Pero no todo está perdido…aún extenuados en el proceso de búsqueda de soluciones exotéricas que invoquen de nuevo el buen rollo y despierten el compromiso de la organización, líderes, managers y, en general, cualquier profesional con responsabilidad sobre personas deben activar o re-activar (si es que dejaron de hacerlo) los siguientes comportamientos que fueron, son y serán diferenciales cuando se trata de impulsar el compromiso…

10 + 1 comportamientos de ayer, hoy y siempre…

Preocúpate de conocer a tu gente. Quienes son, sus hobbies y aficiones, que les importa, sus anhelos y expectativas, sus preocupaciones…tanto profesionales como personales, pregúntales que tal les va y que necesitan…

Muéstrate cercano… date a conocer, deja entrever que hay detrás de esa careta de Líder y Manager que las circunstancias te han otorgado. Tu equipo necesita saber que eres humano…

Practica la honestidad como un principio irrenunciable. No ocultes la realidad, ni la maquilles, aunque pueda parecer increíble, a la gente no le gusta sentirse engañada o estafada…

Trata a tus colaboradores con el máximo respeto siempre por encima de las circunstancias. Destierra el menosprecio y actúa siempre con una ética intachable…

Se humilde, ser líder o manager no te otorga la sabiduría total. Asumir que siempre existe la posibilidad de aprender algo de la gente que te rodea es contrario a nuestro ego…pero es una práctica que estimula el compromiso; permítete aprender de los demás a través de tu humildad…

No castigues los errores, son una fuente inagotable de crecimiento. Cuando penalizas el error aniquilas el compromiso. Invierte la tendencia y fomenta la cultura del aprendizaje junto a tus colaboradores…es un tópico, pero necesario, transforma el error en oportunidad de aprendizaje, no lo verbalices solamente…hazlo!

Crea un entorno de confianza a tu alrededor. Deja que tus colaboradores se acerquen a tí… hazles sentir cómodos preguntándote, consultándote, incluso “molestándote”…Establece este compromiso contigo mismo para generar compromiso en tu organización o equipo…

Dales espacio y libertad para hacer las cosas a su manera, con su estilo, con sus peculiaridades, no trates de estandarizar. En la diversidad está la riqueza de los equipos y las organizaciones. Ofrece tu punto de vista pero no lo impongas a menos que quieras aniquilar el compromiso.

-No tengas ninguna duda…, tu papel como líder o manager es estar al servicio de tus colaboradores y no al revés. No hay mecanismo más poderoso para generar compromiso que ponerse al servicio del otro… sin duda mucho más efectivo que tratar de poner los demás a tus pies.

Ofrece reconocimiento ante los logros y alcances de tus colaboradores y equipo… aunque estos sean pequeños y puedan parecerte insignificantes. No hace falta que des un cheque en blanco, quizás es suficiente con un: “Buen trabajo!” o con un siempre efectivo y afectivo “Gracias!”… recompensa los progresos y hazlo con frecuencia…

Reconoce tus limitaciones y muéstrate imperfecto, en el fondo todos lo somos, aunque nuestro ego frente al espejo nos recuerde cada mañana lo excepcionales que somos…y nos invite a ocultarlo. Tu equipo necesita saber de qué eres capaz pero también de que no lo eres…

Acostumbro en otras reflexiones a proyectar e imaginar cómo será la gestión de personas en un futuro cada vez más presente. Me seduce la idea del cambio y la transformación a la que se ven avocadas los profesionales y las empresas fruto de los vaivenes sociales y tecnológicos que nos embisten sin contemplaciones…

Intento explicar cómo la gestión del conocimiento en la empresa del S.XXI tendrá lugar en comunidades, trato de describir las competencias del liderazgo transformador que arraigará en el S.XXI, construyo genéticamente el ADN de nuevas tipologías de profesionales: troyanos, socialnetworkers, know-mads y trato de dibujar como serán las interacciones profesionales dentro de unos años… pero ninguno de estos escenarios y planteamientos será posible sin un elevado nivel de compromiso por parte de los profesionales que hacen la empresa cada día…

La transformación cultural y organizativa a través de la innovación en gestión de personas es ya un imperativo… pero no nos auto engañemos…es conveniente y preciso que cualquier líder o manager revise en qué medida pone en práctica estos comportamientos de ayer, de hoy y de siempre…ya que, sencillamente, no habrá cambio sin compromiso.

Las 5 competencias clave del Líder de la Organización del S.XXI

Nuestro entorno empresarial vive un proceso de cambio sin precedentes. Las empresas requieren el ejercicio de un estilo de liderazgo adaptado a la nueva realidad que se está forjando. Los perfiles de competencias aplicados a la figura del líder o mando aún vigentes en la mayoría de organizaciones y empresas deberían estar en consonancia con esta nueva realidad organizativa.  Es lógico pensar que ante semejante tsunami de cambios, las competencias necesarias para liderar una Organización en el S.XXI  también serán diferentes. Aunque existen perfiles competenciales tremendamente complejos que contienen infinidad de habilidades y capacidades, estas son en mi opinión las 5 competencias/habilidades clave para el ejercicio del Liderazgo en las empresas del futuro…presente.

Orientación a la innovación

La innovación se ha convertido, modas al margen, en el principal argumento para reaccionar al mercado, incluso para sobrevivir a él. La incertidumbre de los mercados exige una cada vez mayor capacidad de reacción ante un entorno inestable e impredecible. La principal arma para reaccionar ante esta incertidumbre es el impulso de la innovación.

La capacidad innovadora siempre ha sido una habilidad presente en la mayoría de modelos competenciales; habilidad que solía demandarse en su nivel máximo en los perfiles de competencias de cualquier posición de liderazgo o mando. Nuestra realidad socio-empresarial hoy, exige a la orientación a la innovación una relevancia aún mayor como habilidad imprescindible para el ejercicio del liderazgo.

La orientación a resultados, una de las principales competencias de cualquier líder en las décadas pasadas seguirá vigente pero supeditada a una competencia que emerge por las circunstancias que dicta el guión: la orientación a la innovación. No habrá orientación al logro sin orientación a la innovación.

La supervivencia de muchas empresas en la coyuntura empresarial actual pasa inevitablemente por el ejercicio de un liderazgo que lejos de temer los riesgos de la innovación, entiende que el principal riesgo consiste en no innovar.

Conectividad.

La capacidad de expansión social junto a la habilidad para la comunicación interpersonal, ambas incluso en su nivel máximo se antojan en la era de la hiperconectividad como  competencias limitadas y a todas luces insuficientes. Nuestras empresas y organizaciones precisan líderes, mandos, responsables, con  una capacidad relacional ulterior y sobresaliente. La habilidad para establecer conexiones expresada en forma de Socialnetworking es una competencia imprescindible para el ejercicio del liderazgo en las empresas del S.XXI.

En el nuevo paradigma empresarial, el liderazgo va íntimamente relacionado al Socialnetworking; una forma de entender la actividad profesional con su propio ADN. No será posible el ejercicio de liderazgo sin una capacidad excepcional para desarrollar conexiones orientada a la generación de valor para la empresa.

El líder de la organización del futuro utiliza su capacidad relacional para conectar nodos de conocimiento, creando espacios de conversación de forma natural. Un líder será un potenciador de espacios de conexión e interacción  en los que se conectará el conocimiento que se precisa para generar valor.

Desarrollador de la Inteligencia Colectiva

Tal y como indica James Surowiecki en su obra  The wisdom of crowds: “Cuanto más poder le des a un solo individuo frente a la complejidad y la incertidumbre, más probable será que tome malas decisiones.”

Siguiendo esta línea conceptual, la figura del líder que enarbolaba el rol de visionario en la mayoría de organizaciones (papel que sigue excesivamente vigente) da paso a un líder cuya competencia determinante es estimular y dinamizar la inteligencia colectiva. Potenciar la inteligencia colectiva implica liberar las perspectivas diversas y divergentes de los miembros de la organización, equipo o comunidad para su posterior integración. Es tal la complejidad de nuestro entorno económico-social-tecnológico que parece poco recomendable dejar en manos de un solo individuo el proceso de toma de decisiones. Sencillamente, demasiadas variables, cambiantes, y concentradas en un breve espacio de tiempo. Desarrollar e impulsar la inteligencia colectiva será una competencia determinante para el ejercicio del liderazgo en la empresa del S.XXI… un liderazgo cuyo éxito será directamente proporcional a su capacidad para impulsar la inteligencia colectiva.

Capacidad de transformación: El líder troyano

La capacidad de análisis, planificación y control ha dejado de ser una competencia determinante en el ejercicio del liderazgo en las empresas del S.XXI… sencillamente por la imposibilidad de planificar y controlar un entorno cada vez más convulso, impredecible y complejo. El sentido común indica que en un entorno empresarial en el que el cambio será, paradójicamente, la única variable permanente, la transformación organizativa será también la principal constante.

La organización de nuestro tiempo requiere lideres-agente de cambio, líderes que actúen por convicción y que movilicen la acción… la figura del líder-troyano se antoja esencial. El líder del S.XXI debe ser sin paliativos el principal agente de cambio de la organización. Cómo apuntaba en De profesión Troyano: el troyano es el agente de cambio por excelencia, un catalizador y movilizador de inquietudes, que  transforma y evoluciona la cultura organizativa.

La capacidad de transformación desde una perspectiva troyana será sin duda una de las principales competencias para el ejercicio del liderazgo en las organizaciones que demanda nuestro entorno. Sencillamente el espíritu troyano será un requisito sine qua non para el ejercicio del liderazgo.

Influencia Social-Redial

La tradicional competencia de Impacto e Influencia, encuadrada en el marco de las competencias sociales o “social skills” definida como la habilidad para persuadir, convencer e influir en otros para el logro de los objetivos marcados,  se muestra ahora como una competencia incompleta. El líder de la empresa del S.XXI debe influir a nivel social y redial. En un entorno empresarial hiperconectado… y acelerado, el impacto del líder debe abarcar los diversos entornos en los que opera la organización y su influencia debe ser redárquica y no lineal. Ya no es suficiente con Influir, es preciso influir socialmente en red.

Nos encontramos presumiblemente ante una de las competencias que más tendrán que desarrollar los profesionales de hoy que quieran ser líderes en un mañana cada vez más inminente. La construcción de una reputación profesional no solamente offline sino online rentabilizando la tecnología que supone la web social será un imperativo para alcanzar una capacidad de influencia socio-redárquica que se traduzca en valor para la empresa.

El líder de la organización del S.XXI perderá su rol de visionario en el seno de la organización, emponderando el conjunto a través de la inteligencia colectiva pero ganará peso como “social influencer” en la red, impactando e influenciando a los entornos, comunidades y lobbies de interés para su organización.

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El área de RRHH debe revisar con urgencia las habilidades y competencias demandadas en sus líderes y adaptar sus modelos competenciales a los requerimientos del entorno. El éxito o la supervivencia de muchas empresas estará condicionado al ejercicio de un liderazgo que impulse la innovación, que ejerza de socialnetworker, que desarrolle y de primacía a la inteligencia colectiva, con una sobresaliente capacidad de transformación, y que se alce como “Social influencer” en un entorno cada vez más redárquico.

 

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4 claves para la InnovACCIÓN en Capital Humano

Parece que progresivamente en muchas organizaciones va calando la idea de la necesidad de innovar. Lo cierto es que tengo la duda de si la permeabilización paulatina de la idea de la innovación viene dada por la también necesidad de no quedar relegado en la moda innovadora a la que se van sumando los correspondientes competidores de cada organización o si realmente se produce por una convicción empresarial provocada en la mayoría de los casos por una también progresiva y alarmante pérdida de cuota de mercado.

Sea como fuere el nuevo bálsamo de fierabrás se llama innovación. Toda organización que se precie debe incluir en su declaración de misión, visión o esquema de valores este concepto… se trata de incorporarlo en el ADN de la cultura organizativa, seamos francos, en demasiadas ocasiones con calzador y sin demasiada convicción.

En gestión de personas, cada vez más departamentos de RRHH comienzan a plantearse la innovación en sus procesos de gestión. La onda expansiva del trending topic que supone la innovación también les ha alcanzado. El recurso más sencillo es dirigir la mirada casi exclusivamente a la fashion week en la que se ha convertido la Web social en los últimos años. De esta forma, se va instaurando la creencia de que (sobre todo a partir de cierto tamaño organizativo), innovar en materia de RR.HH implica fundamentalmente: desarrollar la marca como empleador (Employer Branding)  y  reclutar en versión 2.0 a través de la web social externa mientras internamente innovar es implantar redes sociales corporativas internas fomentando la participación de los profesionales de la empresa a través de estas plataformas.

No se trata de cuestionar los avances realizados en aquellas organizaciones que, aunque sea por no perder el tren de la moda, están dando los primeros pasos en la incorporación de la tecnología a sus procesos de gestión de RR.HH. Sin embargo, creo conveniente puntualizar que en materia de RR.HH. la innovación va mucho más allá de los términos Employer Branding, Reclutamiento 2.0 ó RSC (Red Social Corporativa), en gestión de Capital Humano la innovación es InnovACCIÓN

Pero esta idea no es tan solo un juego de palabras. El matiz esconde lo trascendental que supone no tratar la innovación en materia de personas como una cuestión baladí. Al contrario, si tenemos en cuenta el valor de las inversiones realizadas en muchas organizaciones, los recursos destinados y el tiempo empleado o aún por emplear, la idea de la innovación en RRHH se convierte en una cuestión esencial sobre la que conviene reflexionar ya que hay elementos y factores a considerar que, a priori, poco o nada tienen que ver con innovar en RR.HH.

Es momento de reflexionar sobre porque en Capital Humano la Innovación es InnovACCIÓN… ¿A qué acciones nos referimos?

Las 4 claves para la InnovACCIÓN

Liderazgo distribuido

Sin duda un factor crítico y determinante. En la organización del S.XXI la innovACCIÓN en gestión de personas implica necesariamente emponderar a los profesionales de la empresa. De nada sirve la tecnología si el poder de accionarla sigue estando alojado en la cúspide de la estructura. Es preciso que Comités ejecutivos y de Dirección reflexionen sobre su disposición para llevar a cabo dicha democratización de la acción. Ellos son el primer eslabón de la cadena innovadora. La capacidad de acción debe ser transferida progresivamente, sin límites, sin excusas, y también sin miedos ni reparos.

Conversaciones líquidas

Las conversaciones son el pilar de la innovACCIÓN en gestión de personas. Las Organizaciones son, en esencia, conjuntos de conversaciones, solo que, en la mayoría de ocasiones estas se producen en el marco de la formalidad en el marco de los tradicionales procesos de gestión de RR.HH. La innovACCIÓN en gestión de personas pasa por la fluidez de las conversaciones a todos los niveles. En la empresa del S.XXI innovar en capital humano implica minimizar la densidad de las conversaciones, permitir que estas fluyan y se filtren por todos los rincones formal e informalmente aprovechando la palanca que supone la tecnología.

Simplificación

Lo bueno si sencillo… dos veces bueno. Los departamentos de RR.HH. han tendido a complejizar en exceso muchos de sus procesos de gestión. Una de las claves de la innovACCIÓN en capital humano es la simplificación de los propios procesos de gestión en RR.HH. Urge la revisión-simplificación de los procesos de evaluación del desempeño, gestión de carreras, identificación del talento, y en general de cualquier proceso que esté siendo cuestionado por la organización. Innovar no es sinónimo de complejizar, al contrario, existe una relación directamente proporcional entre la innovACCIÓN y la simplificación de los procesos de gestión de Capital Humano. Ya lo apuntaba Santi Garcia en esta reflexión de muy recomendable lectura: Por una gestión de RR.HH. minimalista

Creación de entornos de Confianza

Quizás el compendio de las tres acciones previas. La innovACCIÓN en materia de capital humano necesita de entornos de confianza. Una confianza que se labrará a golpe de liderazgo distribuido, conversaciones líquidas que tienen lugar en procesos simplificados tanto formal como informalmente. Sin entornos de confianza no hay innovACCIÓN en capital humano.

En resumen, innovar en gestión de personas es una cuestión estratégica en cualquier organización que quiera sobrevivir en un merado volátil, incierto y extremadamente cambiante. La tecnología está al servicio de la innovación en gestión de personas, pero una organización que realmente quiera innovar en este plano no puede ni debe pasar por alto que previamente al desarrollo tecnológico debe revisar su disposición a la distribución del liderazgo, a promover conversaciones líquidas, a simplificar sus procesos… creando entornos de máxima confianza… la InnovACCIÓN es capital y humana antes que tecnológica…

Y es que soplan vientos de cambio….

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