Sobre personas y organizaciones

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Tiempo de Cambio significa tiempo de Acción

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Vivimos en un mundo organizativo de contradicciones y paradojas.

En la economía del conocimiento en la que estamos inmersos la naturaleza del trabajo ha cambiado drásticamente. Los profesionales que habitamos en ella nos enfrentamos a múltiples retos y desafíos, a diario… de forma silenciosa e impasible. La naturaleza de nuestro trabajo ha mutado en los últimos años y cuando aún muchos de nosotros nos preguntamos qué ha pasado, eso a lo que llamábamos trabajo sigue evolucionando y transformándose, paulatina e incesantemente. Nos enfrentamos en primer lugar al reto de entender que nuestro trabajo es cada vez menos evidente y, en una segunda derivada, nos enfrentamos al reto de tener que aprender a definir que hay que hacer, antes de poder llevarlo a cabo con unas mínimas garantías de éxito. Porque paradójicamente en un mundo cada vez más incierto e imprevisible, la indefinición del trabajo del conocimiento y la forma de enfrentarse a ella será una de las claves para que las organizaciones aseguren su progreso…

Cualquier profesional vive en la actualidad en una realidad dominada por la infoxicación… una realidad en la que se da una terrible pero adorable paradoja. El volumen de información que nos rodea es ingobernable, simplemente inmanejable, pero al mismo tiempo resulta imprescindible para sobrevivir y desarrollar nuestro cada vez más indefinido e incierto trabajo. La complejidad de nuestra realidad profesional y organizativa nos obligan a estar en permanente reciclaje; estamos obligados a activar el incómodo pero vital modo de alerta roja en cuanto a actualizaciones e incorporación de nuevos conceptos, prácticas y conocimientos se refiere, porque sencillamente, el mundo al que tenemos que hacer frente es cada vez más complejo, y nada parece indicar que vaya a dejar de serlo, más bien sucederá todo lo contrario. Por ello, los profesionales del S.XXI necesitan aprender a absorber y catalizar ese ingente volumen de información, obviamente sin fallecer en el intento, de lo contrario, y ahí radica la paradoja… morirán profesionalmente en caso de no hacerlo.

marioneta1Al mismo tiempo, la revolución digital nos recuerda a golpe de “apps” y “gadgets” de última generación que nada volverá a ser como antes y que la velocidad de los avances no es más que un acelerador del cambio que vivimos, un factor que multiplica exponencialmente el volumen de información al que estamos expuestos y, por lo tanto, un factor que inyecta aún más indefinición en esa nueva concepción del trabajo que tenemos que llevar a cabo. En este contexto ultra-tecnológico, aferrarse a la analogía es una opción, pero más bien parece una forma de aniquilar nuestro valor profesional, sufriendo una más que probable y lenta agonía.

Y, mientras el tsunami tecnológico nos engulle, emerge con más fuerza que nunca el retorno al humanismo, la recuperación de la persona como principal motor para impulsar a las organizaciones en la consecución de sus resultados y objetivos. Sumergidas en un océano de cambios, la mayoría de empresas defienden la tesis de la necesidad de poner a la persona en el centro del universo; las personas – reivindican – son su activo más valioso, y así reza en sus visiones, misiones y esquemas de valores con los que empapelan sus webs corporativas y el merchandising que inunda sus halls y salas de recepción, pero paradójicamente sus acciones y la forma de gestionar ese epicentro llamado persona no se ha desplazado ni un solo centímetro.

En esta vorágine muchas organizaciones han iniciado una nueva guerra por el talento, como antaño, como si  la debacle económica vivida no les hubiera enseñado nada, como no queriendo entender que el mundo ha cambiado, que la crisis se ha llevado por delante los paradigmas en los que el talento vivió y creció apaciblemente… y mientras la economía se hace cada vez más líquida, el enfoque estratégico de muchas organizaciones hacia la gestión del talento sigue siendo paradójicamente tan sólido como hace unos años… porque en lugar de promover su libertad de acción seguimos hablando de su retención…

Estas afirmaciones no suponen una visión “nostradámica” de la realidad, ni describen el apocalipsis que vendrá en los próximos años… definen nuestro contexto empresarial y organizativo hoy. Un panorama que reivindica la necesidad de repensar que estamos haciendo empresas y profesionales ante este nuevo escenario y que estamos dispuestos a hacer diferente.

Quizás sea más necesario que nunca que los profesionales de la gestión de personas transformemos nuestro contradictorio y paradójico discurso y hagamos un esfuerzo por acercarlo a la realidad asumiendo y explicando la nueva naturaleza del trabajo en la economía del conocimiento, desarrollando habilidades que permitan sobrevivir a la infoxicación, liderando la revolución digital y cultural en las organizaciones y fomentando la conectividad del talento en lugar de provocar la enésima guerra mundial por él…

El tiempo se agota, quizás ya ha llegado la hora de abandonar paradojas y pasar a la acción…

 

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Conversaciones poderosas: la quintaesencia de la gestión del cambio

monologoA lo largo de los últimos años el mercado y sus caprichosos vaivenes han puesto en evidencia una verdad sin paliativos: Evolucionar no es una opción sino la única alterativa para cualquier empresa que no desee petrificarse ni quedarse varada en la orilla del mercado del S.XXI

Tomar constancia de esta situación ha llevado más tiempo del esperado pero la gran mayoría de organizaciones lo tienen bastante claro. La cuestión es ahora como llevar a cabo con éxito ese proceso de transformación, una cuestión absolutamente trascendental, casi tanto o más como tomar consciencia de tener que hacerlo.

Las empresas y sus líderes comienzan a dedicar una importante cantidad de recursos para llevar a cabo esa transformación. Proyectos dirigidos a revisar, analizar y modificar procesos y procedimientos. Incorporación de todo tipo de metodologías dirigidas a mejorar la eficiencia. Incluso programas sofisticados de liderazgo y desarrollo de, porque no decirlo, las mismas competencias de siempre…

Sin embargo, son pocas las organizaciones que invierten sus recursos en activar y potenciar uno de los mecanismos de mayor impacto a la hora de iniciar un proceso de cambio organizativo: las conversaciones poderosas.

Estas son tan solo algunas ideas para entender el significado en un contexto de gestión del cambio de esta, obviamente, poderosa herramienta…

Una conversación es poderosa cuando a través de ella se crea un compromiso de acción.

Una conversación es realmente poderosa cuando a través de ella se establece el compromiso de hacer algo diferente. En el marco de un proceso de transformación y gestión del cambio el único compromiso válido es el de activar comportamientos nuevos, probablemente inexplorados e inciertos, pero capaces de generar colectivamente una cultura diferente, y, por lo tanto, un entorno organizativo  con más probabilidades de reaccionar a un nuevo mercado.

Una conversación es poderosa cuando el ego no forma parte de la ecuación.

Una conversación poderosa no es un mero intercambio de información sino, ante todo, un ejercicio de humildad y honestidad llevada a su máxima expresión. El ego, el orgullo y la falta de honestidad son actitudes que limitan la adquisición del compromiso y de la acción asociada al mismo. Por eso, una conversación poderosa solo es posible cuando se produce desde la humildad, y esta nos pone al servicio del otro, porque sencillamente, cuanto mayor es nuestro ego menor es nuestra capacidad de acción.d812b6f1b7c516a064a4ecf1f412acf1_xl

Una conversación es poderosa cuando se produce en libertad de igual a igual.

La mayoría de organizaciones aún están dominadas por la tradicional estructura jerárquica. Una jerarquía alberga por definición infinitas conversaciones que se producen entre personas ubicadas en diferentes “alturas”. Sin embargo, una conversación es  poderosa  cuando se desarrolla en libertad y en condiciones de igualdad. Por encima de la jerarquía (y despejada en la ecuación la variable que representa el egocentrismo) nada impide que aun estando en “niveles” diferentes dos personas tengan conversaciones de igual a igual. Una conversación es poderosa cuando el rango y el galón no están presentes en la relación.

Una conversación poderosa no es un fin en sí mismo, sino el medio para evolucionar.

Conversar por conversar es un error trascendental. Creer que conversar es el fin aún lo es más. La potencia de una conversación poderosa es entenderla como un vehículo, un medio que nos transporta hacia la transformación gracias a las acciones que suceden a partir de ella y del compromiso que se genera partiendo de la humildad y conversando de igual a igual.

Las organizaciones cambian cuando cambian sus personas colectivamente, sin más…

Las empresas son las personas y sus conversaciones mediante las que expresan sus anhelos, expectativas, deseos y como consecuencia de todo ello sus comportamientos. No hay trampa ni cartón. Una organización cambia y evoluciona cuando la mayoría de sus miembros modifican sus comportamientos y acciones. Por eso, la probabilidad de éxito que una empresa tiene al transformar sus procesos, prácticas y su cultura es directamente proporcional a la cantidad y calidad de conversaciones poderosas que se producen entre las personas que la forman.

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Instaurar la cultura de la conversación no consiste solamente en incorporar procesos de digitalización que agilicen el flujo de información de forma atemporal y ubicua; ni tampoco consiste solamente en desarrollar espacios físicos donde estas conversaciones tengan lugar; El desarrollo de una cultura digital y la creación de espacios físicos adecuados son elementos importantes… pero no son ni mucho menos los únicos.

El área de personas y talento de nuevo adquiere un papel primordial. Estamos obligados a convertirnos en los principales agentes de cambio de la organización. Nuestra responsabilidad no solo reside en liderar la digitalización de la cultura organizativa, ni en potenciar el auge del liderazgo transformador; Nuestra responsabilidad implica ser la cadena de transmisión de una idea fundamental: Si las empresas son las personas que las forman y sin personas no cabe la conversación… en términos de cambio la potencia de una organización depende de su habilidad para entender que el mecanismo de gestión del cambio más poderoso que existe se llama conversación.

La transformación de una organización no se producirá por el mero hecho de conversar… sino más bien por los hechos derivados de las conversaciones que tengan lugar, siempre que estas sean, lógicamente, genuinamente poderosas…

10 rasgos que definen el ADN del agente de cambio

firepoise-fire02Existen dos tipos de profesionales. Los que observan lo que sucede y los que hacen que las cosas sucedan. De nuevo puede parecer una afirmación categórica y tajante… y ciertamente lo es.  Lo es, porque es una verdad incontestable… el famoso y archiconocido cambio del que todos hablamos se produce y tiene lugar porque existen personas que hacen que las cosas pasen.

Las empresas se enfrentan al reto de identificar a sus agentes de cambio, y lo más importante, de apostar por ellos sin paliativos, sin excusas, con la determinación que necesitan sus cuentas de resultados y sus estrategias titubeantes.

La mayoría de organizaciones hablan de cambio, impregnan sus presentaciones corporativas con fuegos fatuos sobre la transformación y la alquimia del cambio, pero son pocas, muy pocas las empresas que dan un paso al frente y asumen la necesidad de identificar a los profesionales cuya secuencia genética esconde el ADN del agente de cambio.

Esta reflexión va para aquellas empresas que se toman en serio la transformación y el cambio, para aquellas empresas que están dispuestas a ponerse en acción porque han tomado consciencia de que su única salida es la innovación y la transformación. Para aquellas organizaciones que han comprendido que la clave de su evolución pasa por  identificar a los profesionales que hacen que las cosas sucedan  y, sobre todo, para aquellas organizaciones que han decidido emponderar a los profesionales que posean el ADN del cambio.

Los modelos competenciales, aun sorprendentemente vigentes en la mayoría de organizaciones no han evolucionado… siguen anclados en los esquemas de hace décadas y no prestan atención a las competencias líquidas necesarias para surfear el cambio y para cuestionar los paradigmas vigentes que limitan profundamente la innovación y la transformación…

Si vivimos tiempos de cambio, debemos prestar atención a los comportamientos de aquellos que harán que las cosas sucedan…

1.- Profesionales que siempre están dispuestos a hacer algo adicional al supuesto y teórico contenido de su “puesto de trabajo”; su esquema mental trasciende la idea asociada a la “descripción del puesto”. Su puesto de trabajo es hacer que las cosas sucedan…

2.- Su atrevimiento se refleja en las preguntas que nadie más se atreve a hacer. Preguntan porque cuestionan, cuestionan porque quieren mejorar los procesos, los servicios y el impacto en el cliente y en la cuenta de resultados.

3.- Asumen el riesgo de equivocarse. No trabajan desde el temor sino desde la acción. Piden perdón antes que permiso, conscientes de que la solicitud de permiso puede conducir a la inacción.

4.- Si se equivocan lo vuelven a intentar, sistemáticamente, desde la más absoluta tenacidad. Su resistencia a la frustración es directamente proporcional a su convicción por hacer que las cosas sucedan. Si se caen, se levantan, sabiendo que estando de pie tienen la oportunidad de caer de nuevo…

5.- Son soñadores e inconformistas por naturaleza. Su capacidad de proyectar y soñar una nueva realidad son sus señas de identidad.  Siempre quieren ir más allá de donde están y canalizan su energía para dirigirse hacia el tipo de realidad que son capaces de proyectar.

JUMP6.- Son inteligentemente desobedientes. Desafían la norma porque saben que es la única forma de cambiarla. Critican la falta de crítica desde la irreverencia y la insubordinación, sabiendo que su desobediencia es la vacuna contra la condescendencia y la falta de acción.

7.- Siempre están en movimiento dentro o fuera de la organización. Si entienden que su marco reglado de actuación y responsabilidad es limitado, buscarán actividades más allá de los confines de su responsabilidad. No conciben otro modus vivendi que no sea HACER de forma permanente.

8.- Su zona de confort se llama diversidad. Huyen de las tareas industrializadas y de la estandarización. La rutina es una cárcel de la que tratarán de huir sistemáticamente. Se trata de profesionales que buscan participar en experiencias y disciplinas diversas, porque la diversidad es el caldo de cultivo del cambio y la transformación.

9.- Comunican sus ideas con convicción y consistencia. Promueven el cambio desde la acción y provocan la movilización. Son profesionales que generan afiliación desde la comunicación a través de su capacidad de influencia, por supuesto desde la acción.

10.- Y, fundamentalmente el auténtico y genuino agente de cambio no se caracteriza por lo que dice, sino por hacer lo que dijo que haría. La coherencia entre el guion y la puesta en escena es siempre su carta de presentación.

Los profesionales que trabajen con, por y para el talento de las personas deben agudizar más que nunca su capacidad de observación. No es necesario someter a toda la organización a exhaustivos procesos de assesment center e identificación de competencias… basta con abrir bien los ojos y observar quien posee estos rasgos en cada rincón de la empresa. Las organizaciones están repletas de profesionales marcados con el ADN del cambio en cualquiera de sus departamentos y niveles organizativos pero es preciso identificarlo.

Se trata de profesionales cuyos comportamientos y conductas les han hecho en más ocasiones de las debidas ser estigmatizados y tachados como inadaptados del sistema, rebeldes… aparentemente sin causa.

No deja de ser paradójico que la supervivencia de muchas organizaciones dependa ahora de la capacidad de dar rienda suelta a los comportamientos de los profesionales que en otro tiempo fueron señalados como anti-sistema.

El tiempo apremia, las empresas deben apresurarse en identificar y emponderar a aquellos profesionales capaces de hacer que las cosas sucedan, a los profesionales que poseen la condición más determinante para hacer que sus organizaciones evolucionen y se transformen… a los profesionales portadores del ADN del cambio.

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Competencias líquidas: nuevas habilidades para surfear un nuevo mercado

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Nos enfrentamos al reto de surfear la ola de un contexto empresarial diferente…

Una secuencia de cambios…

La “r-evolución” tecnológica ha transformado los comportamientos y la forma de hacer y construir el concepto de empresa; a su vez, la hiperconectividad que emerge de esta revolución ha evolucionado a la velocidad de la luz la economía del conocimiento. Este entorno… subido de revoluciones ha acelerado la globalización haciendo que el mundo sea una gran manzana a la que cualquiera desde cualquier rincón del mundo puede hincarle el diente; la supercompetencia ha provocado un reequilibrio de fuerzas a nivel mundial, los territorios antes subdesarrollados ahora son emergentes… los desarrollados  involucionan; el mapamundi del talento se ha descentralizado.

Una secuencia de cambios observables a primera vista en nuestro entorno más cercano y que respiramos en el ambiente más allá de nuestra actividad profesional, sector y geografía. Nuestra empleabilidad tal y como la hemos conocido está en proceso de desintegración… y, sin embargo, muchos profesionales la siguen enfocando haciendo lo mismo de siempre…

Las empresas más avanzadas de sus sectores, las que ya han interiorizado las nuevas reglas del juego han abierto el debate sobre las características que necesitan para no zozobrar en este entorno líquido. Aunque todavía muchas empresas siguen ancladas en un preocupante periodo prehistórico, ya hay organizaciones que están configurando sus estructuras y sus procesos para albergar una nueva especie de profesionales, aquellos que también están sabiendo interpretar la partitura del cambio que vivimos.

La empleabilidad en la empresa del S.XXI requiere una apertura mental solo apta para los valientes que decidan explorar más allá de su zona de confort, para los que han decidido despertar sus inquietudes y pasar a la acción; están naciendo organizaciones aptas para inconformistas que se cuestionan sus skills y que han comprendido que su generación de valor depende única y exclusivamente de su capacidad para adaptarse a ese nuevo hábitat.

Quizás puedan parecer afirmaciones exageradas y desproporcionadas, pero si les otorgamos el beneficio de la duda y observamos los cambios que han sacudido a nuestro círculo de confianza en los últimos años quizás nos cuestionemos nuestras habilidades y competencias a fecha de hoy….

¿Cómo será nuestro entorno profesional?

Empresas-proyecto, freelancers, knowmads o profesionales independientes mezclándose con la estructuras organizativas habituales; organizaciones cuya pirámide se aplana progresivamente y que incorporan procesos cada vez más colaborativos; ciclos vitales de empresas y profesionales más cortos; itinerarios líquidos en forma de aventura; empresas con avidez de incorporar nuevo conocimiento para innovar y mantener su competitividad en el mercado. Son tan solo algunos rasgos de nuestro presente profesional. Por lo tanto, parece lógico pensar que un entorno líquido requiera desarrollar otras competencias, obviamente, líquidas…

Competencias líquidas para surfear un nuevo mercado.sunset_surfer-resized-600

Aprendiendo a aprender en beta permanente. La empleabilidad en un contexto líquido depende de la capacidad para aprender a aprender de forma diferente. Se impone la necesidad de consolidar el hábito de estar en permanente proceso de aprendizaje y reciclaje. La obsolescencia del conocimiento se ha acelerado. Nuestra aportación de valor depende de nuestra capacidad para aprender de forma perenne… y revisar sistemáticamente la validez de lo aprendido…

Resiliencia extrema. La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformado por ellas (en positivo). En un contexto que se sabe impredecible, la resiliencia extrema es la mejor forma de prepararse para crecer en un contexto que cambiará con total seguridad. Participar en experiencias que te expulsan de tu zona de confort, decir más veces sí a lo que incomoda y despreciar las situaciones que nos acomodan son actitudes que permiten entrenar la resiliencia extrema, una competencia crítica en un contexto líquido.

Colaboración en red. La capacidad de trabajar en equipo es insuficiente. En el mercado del S.XXI es preciso saber trabajar en red, de forma ubicua y atemporal. La globalidad y la supercompetencia requieren una capacidad colaborativa que supere las dimensiones de espacio y tiempo conocidas hasta ahora. Colaborar en red es mucho más que saber trabajar en equipo, no desarrollar esta habilidad es renunciar a generar valor en un entorno donde las organizaciones son cada vez más globales e hiperconectadas.

Generador de cambios. La competencia adaptación al cambio es una reliquia del pasado, una habilidad que no supone ningún elemento diferencial. Surfear el nuevo mercado implica tener capacidad de impulsar y generar cambios, provocar nuevas circunstancias, nuevas oportunidades y nuevos enfoques. Todos somos generadores de cambio en potencia… incorporar pequeñas variaciones en nuestros procesos cotidianos y valorar su impacto, experimentar con pequeñas iniciativas utilizando nuestras redes de contacto y el conocimiento que albergan son acciones asequibles que transformadas en hábito potenciaran nuestra condición de agentes de cambio.

Curación de contenidos. La tecnología y la conectividad pueden provocar infoxicacion. Estamos expuestos a más inputs de información y conocimiento de los que podemos procesar, sin embargo, necesitamos ese conocimiento para evitar la obsolescencia de nuestra propuesta de valor; el conocimiento que fluye en la red es vital para estar en permanente proceso de aprendizaje. La capacidad de curar contenidos incorporando la secuencia: buscar – leer – guardar – compartir, se convierte en una práctica esencial para rentabilizar el conocimiento al que podemos acceder sin colapsar nuestra productividad.

Surfear o aguardar en la orilla… se trata de una elección personal. No mojarse no es sinónimo de seguridad sino más bien una forma de silencioso suicidio profesional a medio… puede incluso que a corto plazo…

Seamos permeables a los cambios de un mercado cada vez menos sólido y más líquido. Aprendamos a navegar en un contexto impredecible en el que las empresas demandaran profesionales que se mojen, que fluyan y que surfeen este nuevo mercado poniendo en práctica nuevas competencias…

7 principios para liderar (y transformar…) desde la honestidad radical

not trespassingEs una obviedad. Todos sabemos que existe una imperiosa necesidad por cambiar, transformar y evolucionar tanto a nivel individual como organizacional. Cualquier profesional de la economía del conocimiento es consciente de que su entorno y contexto profesional está y estará en permanente estado de cambio. Y también sabemos que el ejercicio de liderazgo es un factor crucial para que una organización tenga capacidad de reacción y agilidad suficiente para adaptarse a los requerimientos de un entorno absolutamente impredecible e inestable.

Desafortunadamente no existe un único modelo válido de liderazgo que permita asegurar con éxito la transformación de una organización. Sin embargo, en un contexto económico y social como el actual, donde la incertidumbre y la ambigüedad son factores dominantes, se antoja más necesario que nunca liderar gestionando la verdad y practicando la honestidad radical.

Esta reflexión no pretende ni puede ser una guía práctica para transformar desde la honestidad, tan solo pretende esbozar una serie de principios sobre los que cualquier profesional y líder que se enfrente en estos momentos a un proceso de cambio y transformación debería reflexionar…

1.- El origen de cualquier proceso de cambio colectivo es la auto crítica individual.

No se puede gestionar un cambio organizativo sin liderar el cambio a nivel individual. Reconocer la necesidad de cambio en uno mism@ es una condición “sine qua non” para contribuir con éxito a un proceso de cambio colectivo. Resulta una obviedad, pero no se puede invitar a cambiar sin demostrar la capacidad de ser radicalmente honesto consigo mismo.

2.- No se puede liderar el cambio desde la falsedad; para transformar con efectividad hay que decir la verdad.

Ocultar la verdad y maquillar la realidad es una práctica demasiado habitual. Sin embargo, si se quiere abordar con efectividad un proceso de transformación es imperativo comunicar la realidad en la que nos encontramos sin tapujos. Descafeinar la realidad no inyecta tranquilidad, tan solo retrasa lo inevitable: cambiar.

3.- Es imposible transformar con éxito desde la coacción, el cambio solo se produce si hay libertad de acción.

El liderazgo autocrático es un mecanismo excelente para la represión… pero una práctica francamente estéril para provocar un proceso de transformación. Un profesional se involucrará en un proceso de cambio si siente que tiene la libertad para hacerlo; por eso coaccionar no resulta una praxis inteligente para transformar.

4.- Para cambiar hay que cuestionar y para poder cuestionar se debe comunicar.

No es posible cuestionar lo que no se conoce. Po eso, existe una íntima relación entre la honestidad con la que comunica una organización su realidad y la medida en como la organización es capaz de cuestionar qué hace y para qué lo hace. Si no se cuenta lo que pasa, lo más probable es que no cambie nada. Si una organización y sus profesionales no se preguntan qué hacen y para qué lo hacen es imposible evolucionar. La capacidad de cuestionar (y evolucionar) es directamente proporcional a la capacidad de comunicar con honestidad.

5.- Las acciones dicen más que las palabras, para transformar hay que dejar de hablar y empezar a actuar.

“Walk the talk” o… el movimiento se demuestra andando. Las organizaciones están repletas de power points bien intencionados en los que se insta al cambio, pero la principal palanca para liderar un proceso de cambio no se encuentra en ninguna presentación, sino en los hechos y acciones observables por parte de quien ejerce el liderazgo. Un líder no influye por decir lo que va a hacer… sino por haber hecho lo que dijo.

6.- La hipocresía es el enemigo público número uno para gestionar cambios con efectividad.

La hipocresía es la actitud de fingir creencias, opiniones o cualidades que no se tienen o no se siguen. No es difícil, sino imposible que una organización y sus profesionales se involucren en un proceso de cambio cuando su liderazgo permite la existencia de cortinas de humo y falsas realidades. Desde una perspectiva de gestión del cambio, es preferible escuchar una verdad incómoda que escuchar una mentira inútil; el cambio se construye desde la honestidad radical.

7.- Para transformar hay que incomodar y para incomodar hay que ser políticamente incorrecto.

Muchas organizaciones y sus líderes se alojan con demasiada frecuencia en la corrección política, articulan sus mensajes tratando de no ofender, de no herir sensibilidades ni egos; sin embargo, un profesional activará sus mecanismos de cambio cuando se vea expulsado de su zona de confort, cuando quien le muestre la realidad no se aloje en la corrección política sino en verdades políticamente incorrectas…

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Una gran mayoría de empresas se enfrentan en la actualidad a profundos procesos de cambio inducidos por el contexto profesional que nos toca vivir. Sus profesionales y líderes son los únicos encargados de gestionar ese proceso de cambio en el que la incertidumbre se convertirá en su nueva zona de confort.

Edulcorar y maquillar la realidad, construir y permitir la existencia de cortinas de humo son, sin duda alguna, prácticas éticamente cuestionables que, además, suponen un claro freno de mano a cualquier proceso de cambio y transformación que pretenda llevarse a cabo con mínimas garantías de éxito.

Por ello y, aunque pueda incluso resultar políticamente incorrecto reflexionar al respecto, es muy probable que la mejor forma de gestionar esta ambigüedad sea liderar (y transformar) practicando en primera persona la honestidad radical, ejerciendo en última instancia el liderazgo de y desde la verdad…

 

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