Hablamos de transformar nuestras organizaciones y sin embargo no estamos dispuestos a cambiar un ápice de lo que somos y aún menos de lo que hacemos. Una incongruencia demoledora pero en la que se hayan instalados un gran número de profesionales, muchos de ellos curiosamente llamados a liderar los procesos de cambio de las organizaciones en las que trabajan.
Diseñamos estrategias de gestión del cambio desde la misma silla en la que nos sentamos desde hace años, mirando a la realidad desde la misma perspectiva de siempre, en ocasiones, sin ni tan siquiera hacer el intento de girar la cabeza en otra dirección.
Nos vanagloriamos de lo crítico que resulta cambiar para evolucionar, pero lo hacemos tras haber llegado a la oficina de siempre utilizando el mismo camino… también el de siempre.
Somos participes de cualquier discurso que abogue por la transformación porque es tendencia, pero somos incapaces de introducir la más mínima variación en nuestra forma de vida tanto personal como profesionalmente.
Somos los principales aliados del uso y la costumbre, porque ambos nos ofrecen el confort de saber que sucederá mañana con apenas margen de error y nos permiten afianzar nuestro status, sea este el que sea…
Mientras hablamos de cambio nos revelamos contra lo diferente, desechamos todo aquello que vaya contra lo socialmente aceptado, contra los cánones en los que fuimos educados como profesionales y como personas… y, tendemos a estigmatizar a quien se sale del camino y rompe los patrones…
Y, continuamos hablando de transformación y de evolución… seguimos alimentando la incongruencia de pretender que nuestro entorno cambie, sin cambiar nosotros mismos…y sin aceptar las implicaciones que tiene que quienes estén a nuestro alrededor cambien o simplemente traten de hacerlo…
Pero, en este entorno caprichosamente incierto e imprevisible, la única manera de intentar ser invencible es vivir en beta.
– Revisar lo que creemos saber constantemente.
– No dar por sentado ninguna de las certezas que creemos nos rodean.
– Incorporar variaciones en nuestras hojas de ruta, asumiendo que modificarán a forma de llegar al destino.
– Cuestionar los paradigmas en los que crecimos.
– Decidir mirar a la realidad desde nuestros ángulos muertos.
– Poner en marcha algo sabiendo que está inacabado e imperfecto.
– Apreciar el aroma de la equivocación.
– Entender que somos una inacaba versión de nosotros mismos.
– Saltar al vacío aunque sea con miedo y sin red.
– Tomar cada día un nuevo camino dejándonos sorprender por lo que vamos descubriendo.
Vivir en Beta o quedar relegado a merced de lo que un día día fuimos o creímos ser.
Vivir en Beta para ser invencible al cambio.
INVICTUS
En la noche que me envuelve
negra como un pozo insondable
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, jamás me he postrado
Más allá de este lugar de ira y llantos
Acecha la oscuridad con su horror
No obstante la amenaza de los años
me halla, y me hallará, sin temor.
Ya no importa cuán recto haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a la espalda
Soy el amo de mi destino
Soy el capitan de mi alma
Hoy más que nunca debemos mostrarnos invencibles al cambio. Los comportamientos que decidamos llevar a cabo serán los que determinen en qué medida nos convertiremos en esclavos, o por el contrario en amos de nuestro destino, tanto personal como profesionalmente…
INVICTUS tiene la capacidad de evocar la infinita capacidad humana de crecerse ante la adversidad, haciendo frente a los problemas a través de la fe y una profunda convicción en las propias capacidades del ser humano.
El poeta inglés William Ernest Henley escribía INVICTUS en el año 1875. Un poema que Nelson Mandela quien hoy, 18 de Julio habría cumplido 98 años se recitaba una y otra vez en los peores y más dramáticos momentos durante sus 27 años de encarcelamiento.
Este artículo es un homenaje a un texto y a un hombre que siguen siendo una referencia vital para todos aquellos hombres y mujeres que deciden a diario ser amos de su destino y capitanes de su alma, viviendo en Beta, siendo invencibles al cambio.