Sobre personas y organizaciones

Categoría: Tendencias Pagina 2 de 13

#EX2020: El momento de la verdad para RR.HH

Llevábamos años mirando al horizonte 2020. Como si esa cifra redonda fuese una especie de destino, algo parecido a un punto de inflexión en la línea de vida de la función de RR.HH.

Durante los últimos años muchos estudios trataban de vaticinar la evolución de RR.HH en un contexto “vucalizado”, impredecible, nada sólido, incómodamente borroso.

En la mayoría de artículos y estudios donde se plasmaban las tendencias o las predicciones para el futuro en el horizonte 2020, los profesionales de RR.HH estaban destinados a liderar los procesos de cambio y transformación (digital, what else?) en empresas que progresivamente adoptarían diferentes modelos de organización del trabajo, más agiles, horizontales y conectados.

Se preveía una función de RR.HH segmentada fundamentalmente en figuras como HRBP’s, comunidades de expertos y centros de servicio a empleados. Un área funcional con foco en workforce planning, en liderar procesos de upskilling organizativos que ayudasen a surfear el cambio a partir de la adopción de tecnologías sociales para la casi totalidad de procesos en gestión de personas. Y, sin duda, una función que progresivamente concentraría su mirada en los empleados, poniendo a estos en el centro; pasando de diseñar políticas y procesos de forma inferida, a gestionar experiencias a partir de sus necesidades, preferencias y expectativas reales, y , sobre todo, construyéndolas con ellos.

Han sido muchos los artículos, dossiers o estudios que han tratado de dibujar y proyectar esa nueva realidad de los profesionales de la gestión de personas. Estos tan solo son unos pocos ejemplos:

“Why Your Organization’s Future Demands a new kind of HR”
“What Does The Future Of Human Resources Look Like?”
“The future of HR”
“Así será el futuro de la gestión de personas”
“El futuro de los RR.HH según Gartner”

Pero nadie podía imaginar, hasta que punto el año 2020 se convertiría en una de las catarsis más agudas de la historia económica, política y social de las últimas décadas.

Y en qué medida, la crisis sanitaria, social y económica generada por la pandemia del COVID-19 dibujará un escenario sobresalientemente diferente en el mundo del trabajo, en la gestión de las organizaciones y, por lo tanto, en la gestión de las personas en el presente más inmediato.

En el momento de escribir esta reflexión aún resulta difícil imaginar en que medida nuestra realidad tanto personal como profesional será diferente en los próximos meses, en algunos aspectos probablemente durante en los próximos años, y en algunos otros, quien sabe si para siempre.

¿Qué estamos experimentando?

Muchas personas están experimentando un quiebre vital a golpe de confinamiento, que quizás los lleve a replantear sus escalas de prioridades personales y también profesionales tras el regreso a “la normalidad”.

Habrá personas que durante el pico de la crisis y en la fase posterior pierdan su identidad profesional, cuyas actividades pasen a ser relegadas a un segundo plano, se transformen o incluso desaparezcan.

Las habilidades o capacidades que llegaron a ser suficientes en un contexto normal (pre-COVID) quizás ahora sean insuficientes para seguir manteniendo el mismo nivel de rendimiento.

Los hábitos de comportamiento en un contexto presencial no generan el mismo impacto en un contexto de trabajo remoto o virtual. Las personas están aprendiendo a configurar un nuevo orden de comportamientos necesario para generar valor en un contexto de relación virtual obligatorio.

La forma de construir relaciones y de ponerlas en práctica está sufriendo una profunda alteración. Se está produciendo en muchas ocasiones una selección natural para definir el círculo de confianza de cada uno de nosotros.

La obsolescencia del conocimiento se ha puesto más de manifiesto que nunca. Hemos tenido que aprender cosas que no sabíamos o que nos resistíamos a aprender por pura comodidad. De una u otra forma se está despertando nuestro instinto de aprendizaje por necesidad e instinto de adaptación.

Los niveles de autonomía que se están experimentando para muchos profesionales, incrementarán en promedio el nivel de responsabilidad personal durante esta etapa, alejados del micromanagement y del locus of control habitual.

Y de esta manera podríamos elaborar una larga lista de nuevas situaciones, estados o emociones que esta crisis social, emocional y ética generará en millones de personas a nivel global.

 

El regreso definirá una nueva normalidad quizás con otras necesidades que atender:

  • Rediseño de habilidades o capacidades para aportar valor en contextos más virtualizados que antes – inculcar y dotar mayor capacidad de autonomía y auto-gestión.
  • La necesidad de ayudar y dar soporte a las personas para redefinir objetivos vitales tanto personales como profesionales.
  • La necesidad de consolidar el long-life Learning (que ha dejado de ser una opción) ayudando a que las personas estén mejor preparadas para reaccionar a situaciones imprevisibles que impacten en su vida profesional.
  • Ayudar a que otros lideren personas en un escenario de mayor libertad, construyendo vínculos de confianza que conduzcan a la obtención de resultados en una realidad con menos presencia física.
  • La necesidad de facilitar el trabajo de otros con y desde la tecnología adecuando la generación de valor a este nuevo orden profesional.

Es bien sabido que en una crisis siempre se generan nuevas oportunidades. Y es en esta crisis donde está la gran oportunidad  (y responsabilidad) de los profesionales de RR.HH. La ocasión de tener un impacto positivo en todas las personas de la organización bien directamente o bien a través de aquellos que ostentan la condición de líderes o responsables de personas.

Hoy más que nunca los profesionales necesitan una función de RR.HH empática, que se interese por sus auténticas preocupaciones, que escuche proactivamente, que construya con ellos los procesos y las soluciones que necesitan, que ofrezca soluciones reales a problemas reales.

Es la oportunidad de poner la atención en las inquietudes y emociones que tienen las personas en esta situación atípica, extraña e incierta (y en el tiempo que está por venir). La hora de diseñar escenarios, marcos y procesos que atiendan a sus – con seguridad – nuevas prioridades y realidades.

Generar la mejor experiencia de empleado era, segun las predicciones, una de las realidades del futuro de los profesionales de gestión de personas, pero no éramos conscientes de hasta qué punto, el año 2020 se convertiría en el auténtico momento de la verdad para RR.HH.

Para Personas y Organizaciones…

“Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan que pensar…

En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante seguimos respirando…

En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquéllos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance.

En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?

En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado?

En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos porqué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todos ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya esté bastante en deuda y que nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia, a caro precio.»

Francesca Morelli – psicóloga y psicoterapeuta

https://www.facebook.com/IlBlogDellaPsicologa/

_______________________________________________________________________________

De los cientos de mensajes informativos, memes, fakes news, con los que nos bombardean desde hace unos días, me ha parecido que este texto que me llegaba a través de un grupo de whatsapp (y que probablemente tú también has recibido) arrojaba una bofetada de realidad lo suficientemente contundente como para releerlo, detenerme en él y por supuesto, compartirlo…
Llevaba días pensando en como ordenar las muchas preguntas que me han asaltado, sobre todo en la última semana a medida que la preocupación se acercaba físicamente a mi habitual, cómodo, saludable y nada peligroso entorno…

La cita en su página de Facebook de la Dra. Francesca Morelli ha supuesto el empujón definitivo para compartir una reflexión que, lejos de alarmar, tan solo pretende viralizar la necesidad de pararse a pensar y de reflexionar profundamente sobre como nuestra forma de comportarnos en este momento presente puede llegar a condicionar nuestro futuro a corto, medio y largo plazo.

Involuntariamente estamos participando en una situación colectiva a nivel global sin precedentes. No hay catarsis colectivas causadas por epidemias/pandemias suficientemente recientes en la era moderna a las que nos podamos aferrar como a un clavo ardiendo para predecir qué va a suceder en los próximos días, semanas, meses, quizás años…

La ausencia de referencias sociales recientes nos ha hecho disparar la señal de alarma, demostrando nuestra vulnerabilidad más absoluta, como si de repente nos convirtiésemos en habitantes de otras latitudes, como si fuésemos ciudadanos de territorios menos favorecidos como apuntaba Morelli. Y esa sensación de vulnerabilidad nos democratiza ante la posibilidad de ser uno de los afectados… somos más iguales que nunca…

Haciendo un esfuerzo por abstraerme de la situación de preocupación o incluso pánico que nos invade por momentos, no paro de hacerme preguntas: algunas más terrenales, otras más trascendentales…

¿Será capaz este virus invisible de modificar los hábitos y costumbres de sociedades enteras desarrolladas en la cercanía al otro, repletas de modelos sociales donde el contacto humano es lo normal?

¿En qué industrias y sectores impactará en el futuro inmediato está situación que hoy vivimos en tiempo presente? Transporte, turístico, servicios, entretenimiento y ocio, consumo… y, a mayores, ¿Qué cambios se introducirán en estos sectores tras los aprendizajes que extraigamos de esta situación? ¿Volverá todo a la normalidad como si nada hubiera pasado?

¿Qué impacto tendrá en el orden político internacional? ¿Tendrá un efecto educador suficiente como para construir vínculos transnacionales, intercontinentales, globales quizás, que nos permitan reaccionar de otra manera en un futuro?

¿Qué impactos sociales tendrá afrontar una vida social invertida durante este tiempo? Pasando más tiempo con nuestros familiares de carne y hueso, hijos, parejas, mientras, en muchos casos, se virtualiza radicalmente el contacto presencial con nuestros colegas de trabajo… ¿estamos preparados para este reequilibrio vital?

¿Cuál es el peso específico de nuestro nivel de consciencia colectiva frente a nuestra consciencia (por no decir egoísmo) individual? ¿Cuál es el impacto real de la necesidad de compartir, de pensar en uno mismo no para el propio beneficio individual, sino para no dañar al otro?

¿Seremos capaces de entender el concepto “procomún”, de paliar el impacto económico los profesionales independientes y autónomos que ya viven en primera persona el impacto de esta catarsis colectiva?

¿Qué capacidad real tenemos para vivir en la incertidumbre más absoluta? En la volatilidad constante, en eso que hemos descrito como entorno VUCA que veíamos en slides de presentaciones en power point, pero que hoy descubrimos de verdad, al darnos de bruces con un día a día colapsado por la realidad…

Desconozco si se trata de las leyes universales devolviendo el orden de las cosas que hemos alterado durante parte de nuestra historia…

Lo cierto es que estamos viviendo una realidad que se asemeja a los guiones de muchas películas de ficción que la mayoría de nosotros hemos visto…

Lo que es cierto es que la mayoría de los modelos sociales, económicos y políticos que rigen nuestra vida desde hace mucho tiempo, fundamentalmente en la acomodada sociedad occidental, han sido hackeados por un virus.

La realidad es que las personas y las organizaciones en las que estas trabajan, apenas son conscientes de los cientos de aprendizajes que van a acumular a raíz de este profundo desorden social, quizás las normas conocidas y mayoritariamente aceptadas hasta ahora cambien… quizás el propio concepto de liderazgo se contamine por rasgos hasta ahora despreciados como la solidaridad, la generosidad, la empatía radical…

Pero lo realmente cierto es, que para que podamos descubrir que hay detrás de todas estas preguntas y de muchas otras que nos aparecerán en los próximos días debemos de ser más generosos y altruistas que nunca… no por nosotros mismos, sino por los todos los que nos rodean.

Toca tirar de sentido común, no de alarmismo, de arrimar el hombro a golpe de consciencia colectiva, de abandonar nuestro egocentrismo en favor de los otros…

Es hora de reflexionar, de detenerse y parar, y es hora de hacerlo, por y para PERSONAS y ORGANIZACIONES

Ánimo, paciencia y rock!

10 habilidades clave en el futuro (y presente) del trabajo en 2020

 

Y del 2019, del 2018, del 2017, y de unos cuantos años atrás… y de un buen puñado de años hacia delante de esta recién inaugurada década.

Así podría continuar el título de esta entrada, ya que desde hace unos cuantos años y hasta nuevo aviso, las habilidades que el mercado reclama a los profesionales que trabajan en la llamada economía del conocimiento, han cambiado radicalmente respecto de las que se les solicitaban hace apenas dos décadas.

20 años después de inaugurar el milenio (se dice pronto…), el contexto en el que la totalidad de profesionales de la economía del conocimiento –  y digital, podríamos apostillar – ha experimentado drásticos y profundos cambios. Aunque aquellos que ya surcábamos los océanos profesionales del recién inaugurado milenio intuíamos por aquel entonces una imparable revolución tecnológica, apenas podíamos imaginar lo diferente que sería el escenario en el que tendríamos que desenvolvernos un par de décadas después.

Y, como suele suceder, casi sin darnos cuenta, nos han pasado 20 años del S.XXI por encima. 20 años de profundos ca

mbios sociales, políticos y económicos en los dos hemisferios, cuatro lustros de acelerada revolución tecnológica que ha puesto patas arriba literalmente la practica totalidad de sectores de actividad en todas las geografías del planeta.

No hay industria que se precie que no esté inmersa desde hace unos cuantos años en un proceso de transformación de sus modelos de negocio. La revolución tecnológica, lo ha transformado todo.

Y, aunque tiremos de nostalgia pensemos que – como diría la canción – corren malos tiempos para la lírica, lo cierto, es que ni son malos, ni la lírica es la misma. Vivimos un tiempo diferente enmarcado en un ecosistema tecnológico, digital e imprevisible.  

Vivimos, en un futuro del trabajo, que desde hace unos cuantos años, es nuestro presente. Y exactamente aquí, en este nuevo escenario, nos toca aportar valor.

Ante este panorama, lo cierto es que, las probabilidades de impactar o generar valor en la actualidad con los mismos esquemas mentales y comportamientos que teníamos hace 20 años, son, sencillamente remotas.

En paralelo, las organizaciones son necesariamente menos pacientes. No lo son porque la digitalización las haya deshumanizado, sino porque, sencillamente, la velocidad a la que se producen los cambios en los hábitos de los consumidores obliga a las empresas a evolucionar más rápido, entendiendo más y mejor lo que realmente necesitan sus clientes e incorporándoles incluso en su cadena de valor.

Y, esa ausencia de tiempo, esa premura para no perder el último vagón de este tren de alta velocidad in crescendo, es la que explica por qué los profesionales debemos de aportar valor, desplegando habilidades y destrezas que en otro tiempo eran innecesarias, o simplemente, no existían.

1. Generación de cambio. Entendida como la habilidad para proponer y ejecutar nuevas ideas, nuevos rumbos y nuevos planteamientos. La mera adaptación al cambio se ha convertido en un commodity.

2. Asunción de riesgos. Desde el punto de vista de la imperiosa necesidad de hacer, probar y experimentar aún a riesgo de equivocarse. Las actitudes conservadoras o poco arriesgadas penalizan la velocidad de cambio.

3. Capacidad para priorizar. Entendida como la capacidad para separar lo prioritario de lo urgente, lo esencial de lo secundario, en un contexto organizativo que genera siempre más trabajo que tiempo para realizarlo.

4. Interpretación de la complejidad y la incertidumbre. Explicada, como la habilidad para hacer de la incertidumbre la zona de confort habitual que nos permita vivir sin tensión un día a día impredecible.

5. Interpretación analítica de datos. Entendida como la habilidad para analizar ingentes cantidades de información cuantitativa y plantear alternativas de acción a partir de su análisis.

6. Construcción y gestión de red. Entendida como la habilidad para tejer una red interna y externa que nos permita identificar tendencias, prácticas y experiencias diversas y, desde ahí, trasladar ese valor a nuestra comunidad.

7. User eXperience mindset. O la habilidad para entender la experiencia de usuario y realizar el trabajo en nuestra especialidad o disciplina de conocimiento tomando como referencia la experiencia digital del usuario.

8. Capacidad colaborativa y asociativa. Entendida como la habilidad de desarrollar y construir soluciones con todo tipo de stakeholders buscando el bien común antes que el beneficio individual.

9. Learnagility. Aprendizaje en Beta, o la capacidad para desaprender y aprender nuevos hábitos y conocimientos de manera perenne, manteniendo una versión beta de lo que creemos saber.

10.Liderazgo ágil. Entendida como la habilidad para ejercer un liderazgo orientado a promover el aprendizaje de un grupo de personas con un propósito compartido, la auto-gestión del mismo y la facilitación del equipo en lugar de la gestión del mismo.

Estas podrían ser algunas de las habilidades esenciales en el futuro y presente del trabajo en nuestras organizaciones desde hace unos años. 

No se trata de convertirse en superhéroes del presente del trabajo, sino en poner en práctica comportamientos vinculados a cada una de estas destrezas que nos permitan ir evolucionando en cada una de ellas.

La realidad en la que están instaladas nuestras empresas requieren multitud de profesionales con la habilidad para generar cambios a partir de la asunción de riesgos en un terreno incierto y complejo. Personas capaces de priorizar qué hacer a partir de la interpretación de grandes cantidades de datos. Profesionales que posean la habilidad de establecer vínculos más allá de los confines de la organización y que diseñen soluciones de forma colaborativa. Profesionales con la capacidad de desaprender hábitos obsoletos y entender el impacto de su tarea pensando en la experiencia del usuario. Profesionales con la habilidad de liderar su entorno con agilidad convirtiéndose en facilitadores de otras personas y no en sus jefes.

Es probable que nos encontremos, (junto con la transformación cultural y digital), ante otro de los grandes retos de los profesionales del área de RR.HH en los próximos años. Desarrollar estas habilidades en primera persona para, desde ahí, diseñar procesos y experiencias que permitan a los profesionales generar valor en el futuro del trabajo del 2020, es decir, en nuestro apasionante presente…

La cultura de la confianza como motor de la transformación

No existe duda alguna. Todas las organizaciones se encuentran en proceso de transformación. En realidad, siempre lo estuvieron, solo que el impacto de la digitalización ha puesto contra las cuerdas a aquellas empresas más reticentes a asumir la necesidad de evolucionar y adaptarse.

En este contexto de consciencia de transformación generalizada, las organizaciones y sus ejecutivos tratan de ganar velocidad de crucero en la contra reloj que supone adaptar sus modelos de negocio a los nuevos hábitos de sus consumidores.

Transformarse, evolucionar, cambiar, se ha convertido en uno de los pilares fundamentales en la estrategia de negocio de cualquier empresa, y en particular, uno de los retos de los profesionales del área de RR.HH dado el innegable impacto que la gestión del cambio tiene en las personas de la organización.

Para añadir más dificultad al siempre complejo proceso de cambio de una organización, en la actualidad confluyen varias circunstancias propiciadas por el contexto social y tecnológico.

  • La convivencia en paralelo de varias generaciones, las cuales, huyendo de tópicos, efectivamente tienen diferentes formas de entender la forma de hacer empresa y por lo tanto manifiestan intereses y formas de comportarse razonablemente diferentes.
  • La digitalización sin paliativos de muchos procesos del área de RR.HH. que invita a replantear la propuesta de valor de la función del área de personas cuando esta es uno de los agentes implicados en impulsar el proceso de gestión del cambio en la organización.
  • La irrupción de nuevos modelos de organización del trabajo que trastocan las tradicionales estructuras organizativas y, por lo tanto, la forma de interrelacionarse de los profesionales que forman parte de esas nuevas unidades organizativas.
  • La enésima guerra por el talento – en especial el tecnológico – que deriva en la necesidad acuciante de atraer antes que otras organizaciones a los profesionales con las competencias tecnológicas necesarias para acelerar la digitalización del modelo de negocio y por lo tanto de la transformación.

En definitiva, un contexto complejo ante el que cada empresa tendrá que analizar la situación en la que se encuentra y lanzar las iniciativas que entienda necesarias para imprimir velocidad a sus procesos de cambio:

  • Construir unidades organizativas con foco en la transformación.
  • Adaptar e implementar nuevas modalidades de organización del trabajo que permitan abordar la complejidad de una forma más ágil y eficiente.
  • Implantar estrategias de atracción del talento creativas que marquen la diferencia respecto de sus principales competidores.
  • Activar mecanismos de transferencia del conocimiento para que este no se escape debido al incremento de la rotación propia de un mercado laboral en ebullición.
  • Asegurar la viabilidad de la convivencia de profesionales de varias generaciones mediante políticas de gestión de la diversidad.

Y, así, una interminable lista de procesos y estrategias dirigidas a que la organización se transforme y evolucione mientras discurre la gestión necesaria del día a día.

Pero por encima de todas las iniciativas, estrategias, políticas y células organizativas que puedan ponerse en marcha para impulsar la transformación, existe un elemento que con casi total seguridad marcará la diferencia entre las organizaciones que traten de acelerar sus procesos de transformación y aquellas que realmente lo consigan.

Transformar(se) implica cambiar comportamientos y sobre todo, la forma de pensar. Si resulta complicado que un individuo cambie y consolide nuevos comportamientos ni que decir tiene la dificultad de que este cambio tenga lugar colectivamente. Sin embargo…

-Una persona estará más dispuesta a cambiar cuando sienta la confianza de su entorno más inmediato para poner en práctica nuevos comportamientos o para desarrollar otra forma de pensar.

-Una persona adoptará nuevos hábitos cuando se sienta respaldada por su responsable directo y por las personas con las que trabaja a diario.

-Una persona será capaz de hacer las cosas de otra forma cuando cuente con la confianza para asumir el riesgo de equivocarse sabiendo que el error formará parte de su proceso de cambio.

-Un profesional estará más dispuesto a cambiar cuando pueda expresar abiertamente su reticencia y resistencia natural al cambio sabiendo que no será estigmatizado ni señalado por ello.

-Una organización será más capaz de transformarse cuantas más personas de la misma sean capaces de interpretar las emociones que el cambio genera en los demás.

-Una organización tendrá más posibilidades de evolucionar cuanto mayor sean las habilidades emocionales de sus profesionales, tanto de sus líderes formales como del total de personas que formen parte del proyecto.

Construir una cultura basada en la confianza es un ejercicio de responsabilidad compartida por parte de todos los que forman la organización. Un proceso que implica…

-Promover el desarrollo de competencias emocionales de forma discrecional en todas las personas que forman parte del proyecto.

-Educar en la importancia de saber y querer escuchar, de no juzgar, de aceptar el error y aprender del mismo.

-Sensibilizar mediante los procesos de comunicación formales e informales acerca de la importancia de construir un entorno de confianza cuando se trata de expresar ideas y de poner en práctica comportamientos diferentes.

-No tolerar ni aceptar estilos de liderazgo anti-persona, propios de profesionales con déficit de inteligencia emocional aunque cuenten con superávit de inteligencia racional.

Ninguna persona se expone voluntariamente a un proceso de cambio cuando no percibe la confianza suficiente en su entorno para llevarlo a cabo. Y esto, es igualmente extrapolable a nuestro entorno profesional.

Por todo ello, impulsar una cultura de la confianza es un elemento crítico en el proceso evolutivo de cualquier organización.

En la cresta de la ola de la transformación y de la digitalización, los departamentos de RR.HH o Personas tienen, entre otros muchos retos, el de ser un actor principal del proceso de gestión del cambio de la organización y, para ello, deberán activar todo tipo de prácticas, políticas y estrategias pero sin olvidar que…

Sin una cultura basada en la confianza no hay transformación…

RR.HH – Scrum Master de la transformación (Agile)…

La necesidad de transformarse para responder a las necesidades de sus clientes se ha convertido en una obviedad en la práctica totalidad de organizaciones.

Si todo cambio de estructura organizativa desencadena una avalancha de cambios, la adopción de las metodologías Agile representa el cambio en todas sus dimensiones. Migrar a un modelo de estas características va mucho más allá de implantar una nueva estructura organizativa. Implica resquebrajar muchos de los paradigmas instaurados en la mayoría de organizaciones en la actualidad y, ante todo, implica un profundo cambio de mentalidad a lo largo y ancho de toda la organización y de todos sus profesionales.

El hecho de que cada vez más empresas se interesen por los modelos de organización del trabajo bajo las metodologías Agile refleja en qué medida otras empresas ya han experimentado los beneficios de adoptar el modelo. Por lo tanto, no parece que nos encontremos ante la enésima tendencia del management sino ante un enfoque realmente útil, práctico y sobre todo, coherente para organizar los recursos de la organización y poner foco en las necesidades reales del cliente.

Pero para poder hacer frente a la gestión del cambio que implica implantar un modelo Agile es necesario entender que por encima de todos los cambios que vivirá la organización, el protagonista indiscutible de esta transformación son las personas, quienes se tendrán que enfrentar a incorporar nuevos comportamientos, nuevas formas de interacción y sobre todo, una nueva manera de pensar.

Esta es la razón por la que la función de RR.HH, o mejor dicho, los profesionales con foco en personas cobran un papel fundamental en un proceso de transformación de estas características…

RR.HH: Scrum Master de la transformación
En un modelo de organización Agile algunos profesionales adoptan roles (que compaginan con su función o puesto) que permiten que las interacciones y dinámicas de los equipos de trabajo adquieran sentido y significado.
Todos los roles del modelo tienen un papel determinante para conseguir que los equipos generen valor, pero desde una perspectiva de transformación el rol de Scrum Master juega un papel crucial.

El Scrum Master es el responsable de que los miembros de un equipo entiendan Scrum, ayuda a que los equipos sean auto-organizados y multifuncionales, soluciona posibles problemas que aparezcan durante los periodos de entrega de valor (sprint), promueve buenas prácticas en la organización y por supuesto, facilita las dinámicas de aprendizaje y cambio dentro de los equipos… (1)

Si resulta evidente el impacto que tiene para las personas el rol de Scrum Master en un contexto de gestión del cambio, igualmente evidente resulta el impacto que en términos de evolución y transformación tienen los profesionales con foco en las personas.

Por ello, si entendemos que Agile es igual a cambio de mindset y, cambio de mindset es igual a cambio de comportamientos, podremos entender las habilidades necesarias para que los profesionales con foco en personas tengan éxito desde su rol como Scrum master del cambio.

1. Vivir la transformación (Transformation practioners) en primera persona, porque sin experimentar el cambio de mindset y comportamientos en uno mismo es imposible ayudar al cambio de los demás.
2. Formar a los demás en los conceptos ligados a la transformación compartiendo el conocimiento necesario para incentivar el crecimiento profesional.
3. Mentorizar a los miembros de la organización inspirándoles desde su propia experiencia y desde su maestría como expertos en procesos de cambio.
4. Ser catalizador del cambio (Transformation mastery) y experto en dinámicas de transformación comprendiendo el negocio y las competencias técnicas de los miembros del equipo.
5. Ser facilitador en dinámicas de trabajo grupales siendo el guía de los procesos mediante los que las personas de los equipos tomarán decisiones para generar valor.
6. Ser Coach ayudando a otros a alcanzar su máximo potencial, desarrollando las habilidades necesarias para adquirir nuevos comportamientos y hábitos en un contexto de cambio.


Sin duda habilidades y capacidades muy diferentes de las que todavía hoy presentan muchos profesionales ligados a la función de RR.HH. pero que resultan imprescindibles para que las personas de una organización inmersa en un proceso de transformación Agile (y en general en cualquier proceso de cambio…) evolucionen sus comportamientos y su forma de pensar.

Todas las organizaciones necesitan ayuda para llevar a cabo sus procesos de transformación. Las personas son las protagonistas indiscutibles para que la transformación organizativa se haga realidad.

El auténtico reto para el área de RR.HH y sus profesionales en un proceso de transformación Agile no consiste en organizarse en squads multidisciplinares, incorporar el visual management o realizar los rituales asociados a dichas metodologías sino en asumir que su rol fundamental será convertirse en el Scrum master de la transformación: viviéndola en primera persona, convirtiéndose en expertos en gestión del cambio, facilitando dinámicas e interacciones donde las personas toman sus propias decisiones y ejerciendo de mentor o coach para ayudar a otros a alcanzar su máximo potencial…

El reto para los profesionales de RR.HH es, no solo ser profesionales de RR.HH, sino convertirse en profesionales con foco en personas que han de liderar su propio cambio y el de la organización

 

(1) Información extraída de la infografía “Roles de Scrum Master” en el blog de Javier Garzas https://www.javiergarzas.com/2014/03/el-rol-del-scrum-master.html

Pagina 2 de 13

Funciona con WordPress & Tema de Anders Norén