Evolucionar es sinónimo de generar valor. Y en los últimos tiempos de supervivencia.
Las frases lapidarias resuenan más. Hacen más evidente la urgencia de ponerse manos a la obra. Y, aunque creo que el nivel de consciencia sobre la necesidad de evolucionar la cultura organizativa se ha incrementado en este 2020, también creo que la mayoría de las organizaciones viven instaladas en una peligrosa pereza para activar mecanismos que les permitan evolucionar su modelo cultural.
Y, es lógico. Porque evolucionar la cultura de una organización es como abandonar la adolescencia y alcanzar la madurez (al menos por un tiempo). La evolución cultural ha de suponer un cambio hormonal sin precedentes. Algo parecido a pegar el estirón. Que te quede pequeña la ropa de los procesos. Hasta que lleguen a no reconocerte por la calle. Si no sentimos el dolor de las articulaciones al crecer o la voz no adquiere tonos más graves, entonces la evolución es una ilusión.
Acometer un proceso de cambio hormonal o de transformación es incómodo por naturaleza. Porque cuesta enfrentarse a lo que somos, antes de saber como queremos ser. Adicionalmente el contexto nos ayudará de una forma u otra forma a matizar ese cambio, pero es cada empresa a nivel particular la única responsable de dar los primeros pasos en su evolución.
Lo que parece indudable es que el contexto actual obliga a todas las organizaciones sin excepción alguna, a madurar y evolucionar. A impulsar una transformación cultural que, lejos de ser un capricho, es una necesidad para generar valor de forma diferente para un cliente que también ha cambiado sus preferencias, sus hábitos de consumo y el orden de sus prioridades vitales.
Seguramente habrá muchos más “must have”, pero estos 9 +1 mandamientos se antojan esenciales para que cualquier organización lidere e impulse su evolución o transformación cultural.
- No ignorarás.
Ignorar nos libera. Nos exime de tomar acción. Pero que no se vea, no significa que no exista.
Las organizaciones no pueden permitirse el lujo de contar con personas que practiquen el arte de mirar para otro lado. Y las personas necesitan organizaciones que se preocupen por corregir su estrabismo. El inicio de cualquier proceso de cambio es no ignorar.
- Construirás espacios para expresar la verdad.
Entornos de seguridad psicológica más que espacial. Tener un workplace con espacios abiertos no implica necesariamente que el mindset también esté abierto. Las empresas tienen que ser contundentes en penalizar las actitudes que repriman que sus profesionales puedan expresarse diciendo lo que sé ve, aunque esto no guste o genere incomodidad.
- No tomarás la opinión del otro en vano.
Evolucionar implica escuchar las opiniones de los demás. Aunque sean divergentes de la nuestra. Partir de la asunción de tener la razón es iniciar el proceso de cambio con el freno de mano echado. Es imperativo escuchar sin dar por sentado que el otro está equivocado.
- Permitirás y practicarás la desobediencia inteligente.
Desobedecer de forma inteligente es un comportamiento valiente, incluso imprudente en función del grado de complacencia comúnmente aceptado en la organización. Pero es necesario. Desobedecer inteligentemente es no dejarse llevar por la opinión de la mayoría cuando se percibe de forma nítida la necesidad de impulsar un cambio, aunque se vaya en contra del status quo. Una organización que quiere evolucionar necesita permitir y también practicar que los rebeldes con causa tengan capacidad de acción.
- Honrarás la autocrítica
Sin autocrítica (personal y colectiva) no es posible la evolución. Mirarse al espejo y reconocer las imperfecciones es la antesala de tomar partido y de ponerse en movimiento. Pero la práctica de la autocrítica es un bien escaso. Por eso a las organizaciones (y a las personas) nos cuesta tanto iniciar procesos genuinos de transformación, porque para hacerlo es esencial reconocer antes las imperfecciones. Honrar a quienes lo hacen y la fomentan es vital para impulsar la evolución.
- No consentirás el conformismo.
Conformarse es no querer salir de la adolescencia o de la niñez organizativa. Cualquier organización que desee evolucionar no debe consentir las actitudes conformistas (como la ausencia de autocrítica). El conformismo organizativo es una de las formas de suicidio de la transformación cultural. Cuando se detecta, hay que salir a la cornisa a negociar.
- No juzgarás los comportamientos divergentes.
La práctica del etiquetaje es uno de los grandes enemigos de la creación de espacios para expresar la verdad. Una organización que quiere evolucionar no puede permitirse el lujo de etiquetar o juzgar en general, y en particular a aquellos que piensan o se comportan de forma diferente. En la divergencia se aloja la riqueza del cambio. No juzgarla ni etiquetarla es fundamental para liberar la capacidad de transformación en una organización.
- Fomentarás la inteligencia colectiva.
La evolución en un contexto de complejidad necesita establecer conexiones y nodos dentro de la organización. Pensar de forma colectiva ayuda a liberar la potencia instalada para iniciar un proceso de transformación en el que se requiere la unión del pensamiento de muchos. Fomentar la inteligencia colectiva es un acelerador de los procesos de cambio.
- Desearás la perspectiva del otro.
Quedarse pegado a nuestra disciplina de conocimiento nos estrecha las miras hacia la necesidad de cambio. Desear ver la realidad desde donde la ven otros nos acercará a una mirada panorámica sobre la realidad y nos permitirá ver los ángulos muertos que normalmente nos impiden entender porque es necesario evolucionar organizativamente.
- Abandonarás la retórica y te pondrás en acción
Y, el último de la lista, y quizás el más relevante. En palabras de Walt Disney : “La mejor manera de empezar algo es dejar de hablar de ello y empezar a hacerlo”.
Evolucionar y transformarse requiere enfrentarse a lo que somos como empresa y como organización. Alimentar el buen hábito que supone la autocrítica. Ser intolerante con la práctica indiscriminada del etiquetaje y el estigma de lo diferente. Ponerse frente al espejo y analizar. Aceptar nuestra adolescencia o niñez y la necesidad de cambio. Impulsar acciones que quizás implique tener que abrir heridas que nunca llegaron a cicatrizar. Favorecer acciones que nos incomoden y nos generen tensión colectiva pero que nos permitan dar el estirón que supone cualquier evolución.
Toda empresa que quiera generar valor de verdad en nuestra nueva realidad debe de iniciar sin titubear su proceso evolutivo articulando los “must have” o mandamientos que estime necesario.
Liderar un proceso de transformación o evolución de la cultura de una organización es uno de los procesos empresariales más complejos que existen. Se trata de un proceso que genera malestar y deja entrever las aristas que más cortan, pero que otorga la satisfacción de saber que se está haciendo lo que se tiene que hacer para seguir generando valor.
Joan
Excelente Andrés! Decálogo a tener muy presente para «pecar» lo menos posible
Headhunter
Andres muchas gracias por tu gran aporte, para nosotros es muy importante tomar encuentran esto que manifiestas aquí para poder ejecutar y ayudar a distintas organizaciones a surgir.
Toño Santa-Cruz
Andrés, tuve la suerte de escucharte en un Afterwork de Target Business School en Murcia en 2019, en el que nos hablaste sobre los recursos humanos en un entorno AGILE.
Muchas gracias por compartir tus ideas. Realmente enriquecedoras. Me he sentido muy identificado con ese proceso de madurez organizativa y me has ayudado a ver claramente el momento tan crucial que vivo, lo cual me va a permitir posicionarme más conscientemente donde quiero 🙂
Mil gracias
Andrés Ortega Martínez
Hola Toño!
Que alegría tan grande recibir tu mensaje en mi casa virtual! Me alegro que aquella sesión te permitiese entender algo mejor el contexto de cambio.
Espero que te vaya muy bien!. Nos vemos pronto.
Abrazos
Andrés