Sobre personas y organizaciones

Tiempo de Cambio significa tiempo de Acción

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Vivimos en un mundo organizativo de contradicciones y paradojas.

En la economía del conocimiento en la que estamos inmersos la naturaleza del trabajo ha cambiado drásticamente. Los profesionales que habitamos en ella nos enfrentamos a múltiples retos y desafíos, a diario… de forma silenciosa e impasible. La naturaleza de nuestro trabajo ha mutado en los últimos años y cuando aún muchos de nosotros nos preguntamos qué ha pasado, eso a lo que llamábamos trabajo sigue evolucionando y transformándose, paulatina e incesantemente. Nos enfrentamos en primer lugar al reto de entender que nuestro trabajo es cada vez menos evidente y, en una segunda derivada, nos enfrentamos al reto de tener que aprender a definir que hay que hacer, antes de poder llevarlo a cabo con unas mínimas garantías de éxito. Porque paradójicamente en un mundo cada vez más incierto e imprevisible, la indefinición del trabajo del conocimiento y la forma de enfrentarse a ella será una de las claves para que las organizaciones aseguren su progreso…

Cualquier profesional vive en la actualidad en una realidad dominada por la infoxicación… una realidad en la que se da una terrible pero adorable paradoja. El volumen de información que nos rodea es ingobernable, simplemente inmanejable, pero al mismo tiempo resulta imprescindible para sobrevivir y desarrollar nuestro cada vez más indefinido e incierto trabajo. La complejidad de nuestra realidad profesional y organizativa nos obligan a estar en permanente reciclaje; estamos obligados a activar el incómodo pero vital modo de alerta roja en cuanto a actualizaciones e incorporación de nuevos conceptos, prácticas y conocimientos se refiere, porque sencillamente, el mundo al que tenemos que hacer frente es cada vez más complejo, y nada parece indicar que vaya a dejar de serlo, más bien sucederá todo lo contrario. Por ello, los profesionales del S.XXI necesitan aprender a absorber y catalizar ese ingente volumen de información, obviamente sin fallecer en el intento, de lo contrario, y ahí radica la paradoja… morirán profesionalmente en caso de no hacerlo.

marioneta1Al mismo tiempo, la revolución digital nos recuerda a golpe de “apps” y “gadgets” de última generación que nada volverá a ser como antes y que la velocidad de los avances no es más que un acelerador del cambio que vivimos, un factor que multiplica exponencialmente el volumen de información al que estamos expuestos y, por lo tanto, un factor que inyecta aún más indefinición en esa nueva concepción del trabajo que tenemos que llevar a cabo. En este contexto ultra-tecnológico, aferrarse a la analogía es una opción, pero más bien parece una forma de aniquilar nuestro valor profesional, sufriendo una más que probable y lenta agonía.

Y, mientras el tsunami tecnológico nos engulle, emerge con más fuerza que nunca el retorno al humanismo, la recuperación de la persona como principal motor para impulsar a las organizaciones en la consecución de sus resultados y objetivos. Sumergidas en un océano de cambios, la mayoría de empresas defienden la tesis de la necesidad de poner a la persona en el centro del universo; las personas – reivindican – son su activo más valioso, y así reza en sus visiones, misiones y esquemas de valores con los que empapelan sus webs corporativas y el merchandising que inunda sus halls y salas de recepción, pero paradójicamente sus acciones y la forma de gestionar ese epicentro llamado persona no se ha desplazado ni un solo centímetro.

En esta vorágine muchas organizaciones han iniciado una nueva guerra por el talento, como antaño, como si  la debacle económica vivida no les hubiera enseñado nada, como no queriendo entender que el mundo ha cambiado, que la crisis se ha llevado por delante los paradigmas en los que el talento vivió y creció apaciblemente… y mientras la economía se hace cada vez más líquida, el enfoque estratégico de muchas organizaciones hacia la gestión del talento sigue siendo paradójicamente tan sólido como hace unos años… porque en lugar de promover su libertad de acción seguimos hablando de su retención…

Estas afirmaciones no suponen una visión “nostradámica” de la realidad, ni describen el apocalipsis que vendrá en los próximos años… definen nuestro contexto empresarial y organizativo hoy. Un panorama que reivindica la necesidad de repensar que estamos haciendo empresas y profesionales ante este nuevo escenario y que estamos dispuestos a hacer diferente.

Quizás sea más necesario que nunca que los profesionales de la gestión de personas transformemos nuestro contradictorio y paradójico discurso y hagamos un esfuerzo por acercarlo a la realidad asumiendo y explicando la nueva naturaleza del trabajo en la economía del conocimiento, desarrollando habilidades que permitan sobrevivir a la infoxicación, liderando la revolución digital y cultural en las organizaciones y fomentando la conectividad del talento en lugar de provocar la enésima guerra mundial por él…

El tiempo se agota, quizás ya ha llegado la hora de abandonar paradojas y pasar a la acción…

 

Source image : Google

 

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4 comentarios

  1. Rafa Diaz

    Gran post Andrés,

    Solamente añadir, que personalmente, creo que se había hablado mucho del talento en este país. Pero había poca acción para atraerlo, desarrollarlo, involucrarlo y conectarlo con el proyecto de la empresa (cada uno en la suya). Casi todo lo que se hacía era cumplir con los procesos que mandaban las matrices europeas/americanas/asiáticas.

    Afortunadamente, esto está cambiando y se está actuando (aunque sea con sus enfoques estratégicos sólidos) pero desde un enfoque de impacto local, y eso es importante.

    Muchas organizaciones tendrán que construir de una manera sólida, para después poder deconstruir para adaptarse de una forma líquida. En una sociedad y cultura empresarial como la nuestra, esto nos llevará algunos años…veremos que nos deparará.

    Un abrazo,

    Rafa

    • Andrés Ortega Martínez

      Hola Rafa,
      Gracias por enriquecer el artículo. Creo que hemos manoseado el concepto talento hasta la saciedad… me incluyo… y si lo hemos hecho es porque es relevante. Creo que el cambio de dirección y pasar a la acción es inevitable, y que ese proceso, lento como bien indicas dejará muchos cadáveres por el camino… algo de lo que nadie habla pero sin embargo todos sabemos.
      La liquidez es una maravillosa metáfora pero cada vez mas real… lo sólido es un estado cada vez mas inestable… pero esto da para otra reflexión 🙂
      Un abrazo
      Andrés

  2. Juan Carlos Páez Núñez

    Hola Andr’es, excelente post. Es cierto que para cambiar hace falta actuar si no, nos quedamos donde mismo. Por ejemplo, no hemos desarrollado o implantado muy bien un Cuadro de Mando de Integral en nuestras empresas y ya la moda o la gran realidad es que vamos directo al HR Analytics o Big Data, sin dudas uno de los grandes retos en la gestión de personas, al que me sumo en cuerpo y alma, pero primero hay que actuar en nuestras organizaciones, tener experiencias agradables o desagradables con las mediciones, pero haciendo, aprendiendo, movi’endonos constantemente, porque no es paradójico ir a un escalón muy superior donde las mediciones son el pollo del arroz con pollo y ni siquiera sabemos aún, hacernos las grandes preguntas para gestionar mejor a nuestas personas.
    Saludos y muchas gracias por el Post, por tu Blog y por tus ‘exitos, en un futuro quisiera lograr lo que tú has logrado. Para eso ya estoy en acción con mi Blog

    • Andrés Ortega Martínez

      Muchas gracias Juan Carlos por el comentario y por tus palabras.
      Efectivamente cambiar es accionar, articular nuevos procesos y sobretodo cambiar de comportamientos hasta constituir nuevos hábitos.
      Seguro que tu blog cosecha igualmente muchos éxitos
      Un abrazo y a por ello!
      Andrés

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