Sobre personas y organizaciones

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Autoconfianza, Esfuerzo y Aprendizaje, todo lo tienes al alcance de tu mano!

“No se trata de ser el mejor. No compitas para obtener la nota más alta. Eso no es lo realmente importante. A lo que debes de dar importancia es a lo que has aprendido durante todo este tiempo. Fíjate en lo que sabías antes y en lo que sabes ahora. Pero aún más, ni siquiera eso es lo más importante; lo realmente importante es que hayas disfrutado de ese aprendizaje, que te lo hayas pasado bien aprendiendo, eso es lo que realmente cuenta.

Escucha atentamente, lo que te voy a contar es probablemente una de las cosas más importantes que te voy a decir siempre y te lo voy a repetir constantemente hasta que no tengas ninguna duda de ello, list@? 😉

Solo serás capaz de conseguir lo que te propongas cuando estés plenamente convencid@ de que puedes lograrlo. No hay nada más importante. Esta es la clave. Tienes que irte a la cama todos los días pensando en que eres capaz de hacer todo lo que quieras, porque tienes toda la capacidad que necesitas para alcanzar cualquier meta que te propongas.

Cada vez que dudes sobre tus posibilidades para lograr algo, estarás diciéndote a  ti mism@, no voy a ser capaz de conseguirlo. Pero si, en lugar de ello, te metes en la cama pensando que mañana darás un paso más para lograr eso que tantas ganas tienes de alcanzar, entonces y solo entonces, serás capaz de conseguirlo.

Pero aún tienes que tener otra cosa muy muy clara, no basta con que estés convencid@ de que eres capaz de conseguir lo que te propongas. Esa es solo la primera parte. Una vez lo tengas claro, entonces tendrás que trabajar duro, todos los días. Tendrás que esforzarte, aprender lo que funciona y desaprender lo que no te ha servido tanto durante todo este tiempo.

No conozco a nadie que haya conseguido alcanzar sus metas sin haber trabajado muy duro durante mucho tiempo. La suerte no existe. Si trabajas incondicionalmente, de forma constante, sin perder nunca de vista lo que quieres conseguir y, además, lo haces creyendo firmemente que eres capaz de conseguir lo que propongas, eso te traerá “suerte”. Nada de lo que te sucede es casualidad, sino la causa de tu trabajo y de cómo confías en ti mism@”.

Este “discurso” no resulta para nada excepcional, lo que para mí lo convierte en especial es la persona a quien se lo regalo. Se trata de mi hija “mayor”, que esta semana cumplirá ocho años.

Al terminar de hablar con ella, mientras me preguntaba – con esa curiosidad innata instalada en sus pupilas, propias de un niño- las razones por las que de una manera tan convincente le contaba esta “historia”…, me quede pensando.

Reflexioné acerca de en cuantas ocasiones había sido capaz de manejar un discurso de similares características junto a mis colaboradores. Intenté recordar las veces en que había sido tan nítido con mis compañeros en mi entorno profesional…

Evidentemente, y, siendo autocrítico, la respuesta fue… no todas las que debería haberlo hecho. De forma instantánea, surgió la siguiente reflexión que comparto ahora con vosotros.

Si tenemos tan claro que la autoconfianza es un factor esencial para alcanzar resultados excepcionales…

Si sabemos que lo realmente importante es fomentar el aprendizaje y el des-aprendizaje como un proceso natural del enriquecimiento profesional…

Si no tenemos dudas acerca de que los resultados excepcionales requieren esforzarse de manera constante

¿Por qué no somos capaces de manejar un discurso como este ante nuestros colegas o colaboradores en nuestro “adulto” y “adulterado” día a día profesional?

¿Cómo serían nuestras organizaciones si la autoconfianza fuese generalizada, si reinase el “apetito” y el gusto por el aprendizaje y si el esfuerzo constante fuese un valor al alza?

Intentemos potenciar la autoconfianza en aquellos que trabajan y colaboran con nosotros. No sintamos vergüenza por transmitir este mensaje…

Dejemos de verbalizar y pongamos en práctica el término “Empowerment”… hagamos creer a nuestros colegas, colaboradores, y en general a cualquier profesional que se acerque a nosotros que pueden y que van a conseguir sus objetivos y metas… eso sí, con esfuerzo…

Insistamos hasta la saciedad en que lo realmente importante en términos de crecimiento profesional consiste sencillamente en disfrutar del proceso de aprendizaje…

Como gestores de personas, dirijámonos si es necesario a nuestro entorno profesional, a nuestros stakeholders como si fuesen niñ@s que tienen que descubrir todo el potencial que llevan dentro, quizás así, nuestras organizaciones y nuestro modelo productivo evolucione de forma diferente….

 

«Conciliando»…el sueño

                          

En los últimos treinta años nuestro país ha atravesado una profunda revolución y evolución económica (ahora tan en tela de juicio) y social, siendo representada esta última por varios procesos: la incorporación masiva de la mujer al entorno laboral/profesional,  el acceso masivo a la realización de estudios universitarios y, consecuentemente, el retraso en la edad media de emancipación del hogar paterno con el correspondiente efecto colateral en el aumento de la edad media a la que una pareja tiene su primer hijo.

Pertenezco generacionalmente al “Baby boom” de los años 70. Mi mujer, profesional cualificado, navega, a diario, al igual que yo por las corrientes de un entorno profesional ultra exigente. Fui de los que accedí con total libertad al mundo universitario, no abandoné el nido paterno hasta más allá de los 27 años y tuve mi primer hijo por encima de los treinta. En otras palabras los cambios socio demográficos descritos en el primer párrafo me aplican de manera directa. Probablemente muchos de los que estéis leyendo este post os sintáis identificados en la misma línea o conozcáis a alguien en vuestro círculo de confianza que responde a ese perfil.

Si mezclamos todos esos aspectos en una coctelera obtendremos un sabroso combinado; un licor que nos suele provocar dolor de cabeza, resaca y que nos impide conciliar el sueño y más aspectos  de nuestra vida.

Cada vez hay más profesionales que beben del cocktail resultante y que entran en un círculo vicioso que gira alrededor del concepto “conciliación”; inicialmente del sueño y posteriormente de la dichosa dicotomía entre lo personal y profesional. Incluso el círculo gira en sentido contrario, primero no se concilia la dicotomía y posteriormente se acaba por no conciliar el sueño por no saber cómo llevar cabo un balance saludable de ambos planos.

Esos profesionales anhelan ver esfuerzos por parte de las organizaciones, tienen la necesidad de que estas, asuman que las reglas sociales del juego hace tiempo que cambiaron y que los modelos tradicionales de la organización del trabajo ya no son operativos, simplemente generan dolor de cabeza e insomnio.

La ecuación se ha complicado con la inclusión de innumerables variables. Lo más normal es, bueno, quizás habría que decir, era – resulta inevitable hablar en tiempo pasado dado el escandaloso número de parados que ahoga nuestro mercado laboral-  que si ambos miembros de la pareja trabajan, además lo hacen por cuenta ajena y decidieron tener hijos, el conflicto conciliador esté servido.

La logística doméstica nunca fue tan relevante como ahora; “back-office familiar” -léase abuelos- , guarderías, aulas matinales, campamentos de verano, “externas”, “internas”, actividades extraescolares; todo vale para poder dar el máximo en la organización para la que se trabaja, sin sentir la presión de tener que “escaparse” para ir a recoger a los niños al colegio, sin tener la sensación de que se está haciendo algo que no procede por “salir corriendo”. Cada vez más profesionales viven con la sensación de hacer una “pole position” cada día de la semana, de abarcar lo inabarcable, de convertirse en superhéroes o superheroinas.

Mientras el debate en la calle sigue girando entorno a las dificultades de conciliar vida personal y vida profesional, muchas organizaciones- si bien cada vez parece haber más excepciones- siguen siendo ajenas a que el modelo social es, simplemente, diferente. Siguen siendo reacias a asumir que su papel es crítico para permitir que los y las profesionales sigan dando lo máximo de sí mismos pero en un modelo de organización del trabajo diferente, necesariamente con más cintura.

No obstante, deberían ser los Líderes, Ejecutivos y Mandos intermedios pertenecientes a esa generación “X” nacida en los años 70, quienes progresivamente y en tanto en cuanto asuman posiciones de responsabilidad en la gestión de las organizaciones sean los artífices del cambio. Los que tengan en su mano la posibilidad de cambiar el modelo de organización del trabajo. Su Liderazgo no debería pasar por alto la responsabilidad de inyectar dosis necesarias de cambio, entendiendo que la organización del trabajo debe de hablar el mismo idioma que la realidad social. Será responsabilidad de esa “new wave” de directivos y mandos intermedios que dejemos de tener dificultades para conciliar el sueño y pasemos a conciliar los dos planos, personal y profesional, de una forma efectiva y real.

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