Tiempos convulsos para la función de gestión de personas, “Human Capital”, Recursos Humanos, “People&Culture” o como queramos definirla. Nomenclaturas y definiciones más o menos “cool” a un lado, la función que se ocupa de gestionar a las personas que trabajan en las organizaciones está experimentando hoy en día una profunda revisión en sí misma. Su geomorfología, como si de la mismísima isla de El Hierro se tratase está en plena erupción.
El epicentro de este seísmo que impactará ineludiblemente a esta función organizativa, se debe, en gran medida a que más que encontrarnos en una época de cambios, nos encontramos en un cambio de época.
Reinventarse o morir como función. Quizás suene demasiado trascendental, pero creo que esta afirmación ilustra de manera notable a que debemos enfrentarnos todos aquellos que en su momento decidimos, bien por vocación, bien de manera accidental, desarrollar nuestra carrera profesional en el mundo de la gestión de personas.
¿Quién dijo miedo? Es una obviedad que cualquier profesional que se precie hoy en día tiene que abordar el cambio como una constante más del juego que se lleva a cabo en el tablero empresarial y organizacional. Todo es susceptible de cambio, no hay modelos organizativos perennes, no existen fórmulas magistrales que actúen como remedio infalible para sanar afecciones organizativas.
En esta coyuntura global y asumiendo que la función de gestión de personas está obligada a reinventarse, adaptarse, superarse a sí misma, siempre bajo la atenta mirada del negocio – quien en tantas ocasiones ha dudado de nuestra razón de ser -, he encontrado una serie de “cosas” cotidianas, normales, simples me atrevería a decir, por las que más allá de los cambios que viviremos en los próximos años como función, seguirá mereciendo la pena entregarse con pasión y con inteligencia en nuestro quehacer diario.
– El agradecimiento de un empleado que ha contado con nuestro apoyo para hacer frente a un proyecto o nueva posición en la que tenía dudas de darlo todo, y finalmente lo consiguió.
– Un apretón de manos sentido y honesto de un manager o directivo que en su momento cuestionó nuestros consejos y recomendaciones acerca de cómo gestionar un conflicto dentro de su equipo, pero que finalmente los siguió, aunque fuese a regañadientes.
– Recibir una invitación a ofrecer un punto de vista “humanístico” en una reunión porque alguien ha considerado que quizás la opinión “del de Recursos Humanos” pueda ser interesante y ofrezca una perspectiva que no se está teniendo en cuenta.
– Conocer de primera mano a todos aquellos empleados que se abren en canal buscando un hombro que comprenda la problemática por la que atraviesan y que, simplemente, confían en aquel en cuya puerta figura la palabra “Humanos”
– Tener la oportunidad de ser ecuánime y equitativo, ofreciendo incluso “justicia” haciendo análisis objetivos de quien merece y quien no una recompensa por su trabajo.
– Ser consciente de que cada vez más, nuestro enfoque organizativo es valorado, reconocido y apreciado como un elemento crucial para alcanzar los objetivos de negocio, como si no, trabajando en las personas que forman las organizaciones.
– El lujo de poder inculcar como ningún otro departamento, la idea de que todos somos responsables de gestionar esta función dentro de la organización, algo al alcance de muy pocas áreas de negocio.
– La suerte de poder “vender” y proyectar nuestra organización a través del desarrollo de las personas que forman parte de ella.
– Enfrentarse cada día a una realidad desconocida, basándonos en la máxima de que cada persona es un mundo y que cada situación es diferente de la otra. No existe una problemática idéntica porque cada empleado es único e irrepetible
– Y, por supuesto, tener el honor de trabajar en una función en la que siempre, más allá de cómo se configuren las organizaciones en el futuro e independientemente de cómo los avances tecnológicos impacten nuestro “modus vivendi”, la materia prima de nuestro día a día, serán personas.
Imagino que habrá muchas más “cosas” que hagan que merezca la pena trabajar en esta sacrificada, en ocasiones devaluada, o cuando menos poco reconocida área organizativa, pero si al leer este post no asientes con la cabeza en la mayoría de sus puntos esbozando una sonrisa de complicidad, entonces, es preferible que te plantees reorientar tu carrera profesional cuanto antes.
Si por el contrario, se te han ido ocurriendo más situaciones, Enhorabuena¡ has nacido para trabajar en la gestión de personas; entonces, tu ADN, cuenta con el gen necesario para seguir en esta empresa. Para todos vosotros, os invito a que enriquezcáis este post añadiendo vuestros motivos, aquellos que os animan a seguir impulsando la gestión de recursos humanos cada día¡
Noelia
El artículo es genial, con la salvedad de la gente que como yo. RRHH y trabajo enganchando trabajos de becaria, haciendo criba curricular y entrevistas sin parar. Así es imposible formarte como un buen profesional.
Human Being by Andres Ortega
Hola Noelia,
Gracias por leer el post y por tu comentario. Puedo entender tu situación facilmente. Lo más probable es que la mayoría de profesionales de la función de RRHH, tuvieramos unos inicios muy similares al tuyo. Aunque las tareas a priori te parezcan básicas supondrán la base de tu crecimiento profesional. Siempre he opinado aquello de que hay que ser cocinero antes que fraile, creo que aplicado a cualquier profesión. Sin embargo, la, digamos, precariedad de tu situación actual, acabará, es una cuestión de constancia y persistencia; en esta coyuntura del mercado de trabajo, solo los que perseveren en la tarea y crean en si mismos tendrán la oportunidad de crecer profesionalmente, en RRHH o en cualquier otra área, debes estar absolutamente convencida de ello.
Si has decidido hacer tu carrera profesional en este área, felicidades, te esperan sin lugar a dudas muchos momentos «dulces» como los que describo en el post, que, cubrirán con creces las situaciones ingratas y amargas a las que también tendrás que enfrentarte y que son inherentes al área funcional de RRHH, a pesar de no haberlas mencionado en el post.
Un abrazo
jose luis
Andrés, comparto tus comentarios al 100%. Pero al leerlos me acordaba de que hay una parte de responsables de recursos humanos que están orientados básicamente al control como un medio de adquirir poder cuando no sabe, no quiere o no le dejan desarrollar a las personas de su organización; de esos tres supuestos me preocupan los que no quieren porque piensan que el desarrollo es una tontería puesto que la gente lo que quiere es que le suban el sueldo. Con esa actitud lo que consiguen es que el CEO prefiera subcontratar la función. Pero el porcentaje es considerable y hace un flaco favor a la profesión.
Human Being by Andres Ortega
Jose Luís,
Gracias de nuevo por tu comentario. Dada tu experiencia en HR has tenido la oportunidad de experimentar en primera persona la evolución del área de Recursos Humanos, lo que te permite logicamente hacer una valoración muy acertada de lo que fue, lo que es y lo que debería ser. Coincido contigo en que con demasiada frecuencia actuamos como lacayos del negocio, convirtíendonos en meros ejecutores, estemos o no de acuerdo con las decisiones. Esta actitud nos otorga confianza con los managers de negocio pero creo que nos aleja de algunos de nuestros cometidos esenciales. Y efectivamente, al igual que a tí, me preocupan sobretodo aquellos que consideran que el desarrollo de las personas no merecen la pena. Sin embargo, creo que es una cuestión de tiempo que ese enfoque cambie… Se producirá un relevo generacional inevitable y las organizaciones se iran poblando de directivos de RRHH que hacen una interpretación muy diferente de la realidad, aquella que, además de otros muchos planteamientos, comprende que desarrollar e impulsar el crecimiento de los empleados es algo inherente y esencial al área de RRHH.
Un abrazo
José Luis del Campo Villares
Buenas amigo Ander.
Yo creo que es mala época para todo lo relacionado con los ‘RRHH’, en el sentido que todo lo que se debió de hacer con las vacas gordas y no se realizó, ahora va a tener que hacerse, pero con las vacas muy escuálidas y en muchos casos, con consecuencias nefastas.
Además creo que notarán en seguida el aliento en el cogote de los superiores preocupados únicamente porque las cifras salgan con independencia de lo que son las personas.
Por eso, y es mi humilde puto de vista, si hasta ahora la gente de RRHH lo pasaba mal, por desgracia ahora no lo va a pasar mejor.
Un abrazo
Human Being by Andres Ortega
Hola Jose Luis,
Me encantaría poder llevarte la contraria, pero no puedo. Efectivamente habrá que hacer alarde de los principios más solidos para acometer las acciones que corresponda sin perder de vista la perspectiva, por mucho que nos soplen en el cogote. Tampoco debemos alejarnos del papel que tenemos que jugar, intentar que una organización sea lo más productiva posible a través de las pesonas que la componen pero gestionando los costes de una manera racional y cabal. El problema es cuando se pierde la perspectiva por tener uns principios poco consistentes y entonces impera el «todo vale». No obstante, no importa lo gordas o flacas que sean las vacas, siempre habrá oportunidades, de saborear esos momentos que te deja esta profesión, que es lo que pretendía reflejar en este post.
Creo que esta situación que atravesamos también ayudará a que se produzca una selección natural de profesionales de la función y aquellos que fieles a sus principios, pero sin olvidar su papel organizacional sepan gobernar esos procesos ingratos, adquirirán mayor relevancia y protagonismo en sus respectivas organizaciones, ya que, habrán ayudado a la organización sin perder la perspectiva humanística.
Un fuerte abrazo y gracias por el comentario
Saludos
Andrés