Sobre personas y organizaciones

Categoría: People management @ Human Being Pagina 35 de 38

Razón y “Sinrazón” del Management

Puede que esta reflexión de la sensación de ser un acto de suicidio en mi condición de Manager, pero desde que leí el artículo de la Harvard Business Review escrito por Gary Hamel no he parado de darle vueltas al concepto entorno al que gira su artículo: La actividad de “management” es la menos eficiente en una organización, ¿Es posible concebir una organización sin Managers? http://hbr.org/2011/12/first-lets-fire-all-the-managers/ar/1

Quizás muchos de nosotros en nuestra condición de Manager, Responsable, Supervisor, Directivo, Jefe de equipo, Team Leader, y, en general, cualquiera de las definiciones que normalmente utilizamos para definir el rol, nos veamos amenazados con semejante reflexión; no en vano, todo Manager abandonó su condición de “individual contributor” para asumir una “mayor responsabilidad”.

Mi enfoque hacía la idea expresada por Gary Hamel será algo diferente. Estructuraré este post en tres apartados. En primer lugar, apuntaré aquellos rasgos que son inherentes, a priori, a un rol de Manager, independientemente del nivel organizativo que este ocupe. En segundo lugar esbozaré cuándo la figura de un Manager deja de tener sentido desde la perspectiva del empleado. Finalmente en tercer lugar, me atreveré a apuntar que rasgos deberían darse en todos los empleados para que una fotografía organizativa sin Managers pudiera tener lugar.

LA RAZÓN DE SER

Haciendo un ejercicio de abstracción total sobre los cientos de “job descriptions” que a lo largo de estos años han pasado por mis manos y mirando exclusivamente a la esencia del rol en sí mismo, las principales responsabilidades asociadas a cualquier posición que implique gestionar personas serían:

– Definir y asignar las tareas y responsabilidades de cada miembro del equipo.

– Marcar los objetivos individuales, con las perspectiva de los objetivos grupales como telón de fondo

– Contribuir a la formación y entrenamiento permanentemente de cada empleado.

– Aunar los esfuerzos, aportaciones y contribuciones individuales en un todo definido como equipo.

– Desarrollar las capacidades de cada empleado en base a su perfil competencial  teniendo presente las expectativas de desarrollo y crecimiento profesional de la persona, pero sin dejar de mirar a las necesidades de negocio u organizativas.

– Evaluar objetivamente el alcance de los objetivos realizado por cada empleado y proporcionar el feedback correspondiente para poder establecer los siguientes hitos de cara a mejorar la productividad, pero contribuyendo al mismo tiempo al desarrollo profesional del empleado.

– Ejercer de cadena de transmisión de la cultura, valores, principios e información de la organización a la que se tiene acceso en calidad de Manager

– Influir en positivo y trabajar la motivación de un empleado y del equipo en su conjunto.

Al margen de esta enumeración, existirían probablemente infinidad de responsabilidades y sub-tareas asociadas, pero la esencia de la figura del Manager se concentra en este análisis.

 LA SINRAZÓN

Partiendo del punto previo, la lógica nos encamina de una forma sencilla a dibujar en qué momento la figura de un Manager deja de tener sentido desde la perspectiva del empleado. El terreno de las percepciones juega aquí un papel demoledor, en tanto en cuanto, en muchas ocasiones la percepción de un “soldado raso” se alejará notablemente de la percepción del “mando” cuando se trate de evaluar la efectividad y profesionalidad con la que el segundo ejecuta su papel. Dejando a un lado el terreno de las percepciones, y retomando el de la lógica, un Manager se convierte en una “sinrazón” a partir de las siguientes conductas observables:

– Carece de rigor para establecer las tareas y responsabilidades para cada empleado.

– Establece objetivos individuales como hitos aislados. No es capaz de vincular los objetivos individuales con los objetivos grupales

– La formación y el entrenamiento no son una prioridad sino una tarea adyacente al necesario contacto diario con los miembros del equipo, o bien esta tarea se ha convertido en algo puntual o esporádico.

– Se desconocen las capacidades  y expectativas de las personas a las que se gestiona, o, no se muestra preocupación por las mismas

– El análisis de objetivos es meramente subjetivo y no se utilizad la misma “vara de medir” para todo el mundo. La imparcialidad y objetividad es “okupada” por la parcialidad y la subjetividad.

– No aplica o se descuida la retroalimentación al necesario vínculo “quid pro quo”. Se exige un trabajo pero no se da feedback del resultado o del cómo se ha realizado el trabajo.

– La comunicación pasa a un segundo plano, siendo esta esporádica, no reglada y sesgada, minimizando la gestión del conocimiento organizativo por parte de los miembros del equipo.

– No se ejerce influencia positiva suficiente y el plano motivacional está supeditado al alcance de resultados.

Evidentemente, existirán  muchas más conductas observables que nos permitirían dar la voz de alarma. Por otra parte, será difícil que todos esos comportamientos se aúnen en una misma persona o se den al mismo tiempo, aunque la “sinrazón” del manager puede tener lugar solo con algunas de las conductas anteriores debido a su impacto.

Sin embargo, la conclusión es aparentemente sencilla. Si las tareas y responsabilidades que justifican la razón de ser acaban transformándose en comportamientos observables que derivan en una “sinrazón” ¿Realmente es necesario tener Managers? ¿Podrían las organizaciones eliminar todas sus posiciones de management en la medida en que no llevasen a cabo a la perfección sus tareas esenciales? Esto, sin ni tan siquiera mencionar el impacto organizativo de la totalidad de niveles de management que Hamel expone en su reflexión: coste adicional de los niveles de Management, retraso en el proceso de toma de decisiones, distanciamiento de la realidad que se da en “el frente de batalla”,  posible limitación de capacidades y potencialidades a nivel individual, etc.

LA UTOPÍA

Llegados a este punto,  si damos por válido el impacto organizativo en términos de falta de productividad,  asociado a la multitud de líneas de Management ilustrado por Hamel y en la medida en que un Manager no lleve a cabo su función esencial ¿que debería suceder? Cada empleado debería: ejercer un “ownership” ejemplar marcando sus propios targets; autoevaluar objetivamente  los resultados alcanzados; ser el máximo responsable de la dirección a seguir en su carrera;  trabajar su propia motivación; vivir los valores en primera persona y difundirlos horizontalmente; compartir la información de manera organizada ó asignarse su propio nivel retributivo. En definitiva, llevar a cabo un ejercicio de responsabilidad impoluta e intachable impregnado de ética profesional.

El sueño de una organización sin Managers se convierte en una utopía cuando se evidencian los comportamientos vírgenes e inmaculados que cada empleado a nivel individual debería llevar a cabo. Los Managers son el “mal necesario” de la cada vez mayor complejidad de las organizaciones, pero probablemente también el producto de la falta de autogestión, madurez y objetividad extrema de cada uno de nosotros individualmente.

Sé lo que “tuiteasteis” el último verano

Cada día son más las personas que desarrollan dos identidades de una misma vida consiguiendo  que su yo real y su alter-ego virtual coexistan en paralelo. El yo real, actúa en un escenario material de carne y hueso, mientras su alter-ego virtual lo hace en un entorno etéreo e intangible a primera vista, localizado en plataformas y redes sociales desarrolladas en modo web. La segunda es una realidad definida como 2.0, quien ha bautizado a la primera como 1.0, como si de un estadio evolutivo preliminar se tratase.

Las empresas, ubicadas más o menos placenteramente en la ladera de la montaña se enfrentan a una avalancha imparable, ven desde su enclave en el valle como una ingente cantidad de nuevas experiencias  se precipita sobre ellas, apenas sin capacidad de reacción hasta no hace mucho tiempo. Sin embargo, como elementos organizativos vivos, las empresas están respondiendo a los cambios rápidamente y en muchas ocasiones, cada vez más, sacándoles partido en su favor.

Las personas, me referiré a ellas en su rol profesional de “candidato” – por el contexto hacia el que dirijo esta entrada – están aprendiendo rápidamente a desarrollar y potenciar esa realidad 2.0 a través de la web. Una persona, por ende, un profesional, ya no es tan solo ella y su circunstancia, sino ella y su avatar o su yo virtual. En el marco de esta nueva realidad, los profesionales hacen, dicen, interaccionan, contactan, muestran, producen todo tipo de información, opiniones, contenidos, imágenes, e incluso sensaciones y sentimientos; es por lo tanto una vida plena que se vive con mayor o menor intensidad, al igual que en la vida real (1.0) y que deja una impronta y una huella en todas las plataformas y entornos virtuales en los que se existe.

Por su parte, las organizaciones, al menos las que ya han hecho la lectura correcta de la relevancia que esta realidad 2.0 ha adquirido, han comprendido que la existencia virtual puede aportar generosa información sobre la personalidad, destrezas, habilidades y estilo de relación de un profesional. Cada vez son más los empleadores que exploran el plano virtual de un potencial empleado llevando a cabo un “screening” intencionado de la actividad de este en su otra realidad, la, a priori, no tangible.

Llegados a ese punto, se abre el debate de hasta qué punto puede relacionarse la existencia virtual de una persona con su vida real profesional. Surgen preguntas como: ¿Puede establecerse una correlación clara entre las credenciales que un profesional presenta (cotejables en base a sus experiencias reales) y las interacciones y destrezas que parece presentar en el entorno 2.0? ¿Es legítimo desestimar una candidatura por la opinión que pueda arrojarnos la actividad virtual de ese candidato?, ¿Dónde se encuentra el límite entre la vida privada virtual y la vida profesional real?

Mientras el debate se desarrolla con diversidad de opiniones y sin saber si existe un único o varios planteamientos válidos para abordar la cuestión, conscientes del más que presumible “screening” de información que se llevará a cabo, los profesionales estén o no inmersos en un proceso de cambio o búsqueda no pueden pasar por alto los siguientes aspectos:

–   Las credenciales han dejado de estar presentes de forma exclusiva en el curriculum vitae y  en las referencias físicas que puedan aportarse por parte del propio candidato.

–  El perfil profesional es un todo conformado por las experiencias atesoradas en otras organizaciones y reflejadas en el tradicional CV, junto con la actividad virtual desarrollada en las principales redes sociales del momento: Facebook, LinkedIn, Twitter, Google +, Blogs personales/profesionales, por citar solo las más significativas.

–  Cada movimiento virtual puede ser rastreado y utilizarse por lo tanto, para rechazar o validar las opciones hacia una candidatura determinada.

–  Los “check-in” que realicemos a través de las correspondientes aplicaciones permitirán incluso “rastrear” nuestra ubicación y aportaran información sobre el “dónde existimos” en el entorno real.

–  Las imágenes que adornen nuestros perfiles públicos generarán una opinión inmediata sobre nuestro comportamiento, nuestros hobbies, nuestras amistades y nuestros gustos o preferencias.

–  Las herramientas existentes que miden el nivel de influencia virtual permiten catalogar en que campos se nos considera un referente por parte de otros usuarios en redes.

–  La presencia en foros, comunidades, grupos de interés, suscripciones, y las opiniones que se vuelquen en ellos apuntarán y señalarán cuales son nuestros intereses profesionales, pero también hablará de nuestras preferencias privadas.

–  Las ideas expresadas en modo “tweet”, “Share”, “posts”, “me gusta” “actualización de perfil”, etc construirán una reputación virtual ineludible, convirtiéndose en una poderosa y generosísima carta de presentación de nuestro comportamiento.

–   Los vínculos establecidos en modo de “contacto directo”, “follower, o “fan” servirán para definir la coherencia de nuestra red de contactos, permitiendo el análisis de la pertinencia de la misma con nuestra actividad profesional, el grado de homogeneidad/heterogeneidad de nuestra red e incluso la  geolocalización del network, entre otros aspectos.

No es mi objetivo en este post juzgar la pertinencia o no de la labor “investigadora” o el ejercicio de “voyeurismo” que llevan a cabo en la actualidad e incrementarán en un futuro inmediato los empleadores; tampoco pretende que sea entendido como un toque de atención hacia nadie. La libertad de expresión y opinión debe prevalecer por encima de cualquier otra cosa, pero las empresas también harán uso de esa misma libertad, de juicio en este caso tras el correspondiente análisis de nuestra huella virtual.

Por lo tanto, es preciso qué, cómo profesionales, seamos conscientes de que nuestros “avatares” tienen intersección con nuestra realidad profesional y personal en el entorno 1.0 y que las organizaciones y buscadores de talento rastrearán nuestro comportamiento virtual en todas sus dimensiones. En definitiva, aunque pensemos en que nuestra huella virtual es efímera y volátil, esta, sin embargo, permanece y siempre se sabrá lo que “tuiteamos” el último verano.

12 pautas para un 2012 de éxito en gestión de personas

 

Cada año con las doce campanadas se activa en todos nosotros de manera automática un mecanismo de propósitos para el nuevo año. El año 2012 se presenta ante cualquier profesional de RR.HH. como un año crucial. Será presumiblemente un ejercicio convulso, agitado, donde la incertidumbre se hará fuerte en las organizaciones. No obstante, los empleados y sus Managers, necesitarán más que nunca claridad de ideas en las acciones que se impulsen e implanten desde el área de Gestión de personas.

Este post es un compendio de sugerencias para el menú de la nueva temporada, si queremos ganarnos las estrellas correspondientes para aparecer en las guías como un restaurante organizativo de élite, con una cocina vanguardista de primer nivel en gestión de personas, sería conveniente que introdujésemos alguno de estos planteamientos en la carta.

  1. Compartir Conocimiento: Impulsar entornos colaborativos en modo 1.0 y 2.0; compartir conocimiento es generar valor para la compañía. La idea de que compartir es vivir llevada al conocimiento en entorno empresarial. Es preciso fomentar entornos dónde fluyan y se compartan ideas, inicialmente en modo 1.0, para posteriormente evolucionar a un entorno colaborativo virtual.
  2. “Engagement” vía Desarrollo. Gestionar personas es ante todo contribuir a su desarrollo, trabajar en su  crecimiento reforzara el vínculo de permanencia. Un empleado que percibe como su Manager cultiva e impulsa su crecimiento profesional, devolverá el esfuerzo pagando con alto desempeño e involucración contribuyendo al incremento de la productividad.
  3. Fomentar la cultura de ensayo y error: levantarse significa haberse caído; caerse implica equivocarse; solo se equivocan aquellos que toman decisiones. Quien no asuma riesgos en la toma de decisiones no tendrá el placer de equivocarse y ponerse en pie. Hay que fomentar la cultura de ensayo y error como un proceso normalizado inherente al éxito profesional.
  4. Inteligencia emocional y Liderazgo, un tándem perfecto: liderar es contagiar entusiasmo impulsando una visión. El estilo de liderazgo autocrático está obsoleto; liderar requiere ahora de grandes dosis de inteligencia emocional. Sería recomendable activar tantas acciones como sea posible para desarrollar una cultura de liderazgo emocionalmente inteligente.
  5. All for 2.0, 2.0 for All : integrar y optimizar las redes sociales en la gestión de personas  es una responsabilidad compartida por todos los niveles organizativos no es una potestad exclusiva del área de RR.HH. Cada empleado debe asumir que tiene un rol que desempeñar en el éxito de la implantación de la gestión de personas 2.0.
  6. Influenciar comunicando en  positivo: Influir no es imponer nuestro “modus operandi”, es tener la habilidad de que los demás vean la organización a través de nuestro prisma. Influir es comunicar asertivamente y contagiar nuestras ideas haciendo que los demás las hagan suyas.
  7. Negociar es ante todo una actitud: la negociación no debe abordarse como un proceso para tumbar al contrario, sino como un estado mental en que tienen cabida los conceptos avanzar y retroceder; ambas caras son parte del mismo proceso. Enfrentar una negociación queriendo exclusivamente ganar, es una actitud errónea.
  8. Retribuir emocionalmente: Un éxito compartido con el equipo es la base de la retribución emocional y un elemento crucial en términos de “engagement”. Podemos gastarnos todo el presupuesto incrementando fijo, variable e introduciendo más beneficios, pero si como Managers no somos capaces de utilizar los intangibles como elemento retributivo tendremos un déficit en materia de compensación.
  9. Prioridad: “High Performance”: focalizarse en el staff de alto rendimiento será la estrategia más apropiada para alcanzar los resultados a largo plazo. En un entorno de recursos limitados, será necesario establecer prioridades. Desarrollar acciones específicas para los colaboradores que presentan un histórico de continuo alto rendimiento es hacer una distribución racional de los recursos.
  10. Employer branding vía Personal branding: Permitir que cada empleado fortalezca su marca personal no entraña riesgos, es la mejor forma de potenciar el sentimiento de pertenencia. Contrariamente a los que piensan que un empleado que refuerce y construya su marca tenderá a marcharse, es preciso entender que un empleado con una marca personal potente es el mejor embajador de nuestra marca como empleador; pero será preciso gestionar ese referente dentro de la organización.
  11. Motivación “low cost”: Flexibilidad, Conciliación y Retribución emocional son tres ingredientes básicos para potenciar la motivación de los empleados. Aún en un escenario de ajustes organizativos, es preciso más que nunca, cultivar la implantación de medidas “low cost” que suponen un aliciente considerable para mejorar la calidad de vida del staff.
  12. HR, palanca 2.0.: Preparar la organización para la integración de la gestión 2.0 debe de ser en 2012 una prioridad del área de RRHH. Aunque se trata de una responsabilidad compartida por todos los estamentos y niveles organizativos. El área de RRHH debe asumir su papel de protagonista en esta realización. No bastará ser un actor secundario ni mucho menos de reparto. Estar en el primer plano y ser el eje central del argumento e hilo conductor de la película 2.0 debe ser una prioridad absoluta en 2012.

Probablemente no resultará sencillo desarrollar todos los planteamientos en paralelo; será necesario definir un “roadmap” adecuado que defina en qué momento y de qué manera se pondrán en práctica, pero la estrategia de gestión de personas para el año 2012 debería acompañar la estrategia de negocio apoyándose en gran parte de los principios recogidos en este post de pautas-recomendaciones.

Rumbo a la Cultura HR 2.0: Las 4 dimensiones

Recientemente he leído  artículos y post realmente interesantes cuyas opiniones abren el debate de cómo integrar en las organizaciones la cultura 2.0, activando entornos colaborativos entre sus empleados. Personalmente me gusta denominarlo “New wave HR 2.0”, concepto que definiría la nueva tendencia de gestión de personas tomando como trasfondo el impacto de las redes sociales o entornos colaborativos virtuales.

Es indudable que la eclosión de las redes sociales obliga a plantearse desde ya, de qué manera las organizaciones deben de instaurar una cultura 2.0 con el objetivo de fomentar estructuras colaborativas aprovechando el tirón que las redes sociales tienen en el exterior de la compañía.

Ciertamente se trata de un cambio de enfoque, un nuevo paradigma  tremendamente atractivo desde la perspectiva de gestión de personas, pero que entraña un reto mucho más profundo tras de sí.

No obstante, y, pese a que es una obviedad la necesidad que tienen las organizaciones de tratar este tema por su actualidad e impacto, he creído conveniente repasar una serie de aspectos que permiten, a mi juicio, abordar esta New wave HR 2.0 desde una perspectiva realista.

1.- Un primer aspecto a tener en cuenta cuando nos referimos a la revolución 2.0 en el seno de las compañías, es el nivel de madurez organizativo que estas presentan. Resulta engañoso pensar que cualquier organización está en disposición de plantearse una transformación cultural 2.0. Creo que es completamente imposible generalizar y que las organizaciones atraviesan diferentes estados evolutivos, que son, los que en última instancia permiten el arraigo de esta New Wave. Así, podría establecerse una especie de clasificación en función del grado de madurez organizativa haciendo una analogía con algunas de las especies de la evolución humana:

– Nivel Australopithecus: Entornos organizativos todavía muy rudimentarios por sus procesos y procedimientos. La organización requiere una profunda evolución cultural antes de tan siquiera comprender el concepto.

– Nivel Habilis: Se trata de organizaciones que han adquirido cierta habilidad y cuya masa gris también ha ido “in crescendo”. Son capaces de plantear pequeñas mejoras a través de una comprensión del enfoque aún muy primaria.

– Nivel Erectus: Organizaciones que poseen una mayor capacidad para comprender el concepto de la New wave HR 2.0. Entienden el reto y han descubierto el fuego. Conocen los entornos virtuales pero no acaban de sacarles partido. Sus procesos aún abordan la transición de manera tímida. No dominan las herramientas, pero están cerca de hacerlo.

– Nivel Sapiens: Entornos organizativos avanzados. Que dominan el concepto y están en disposición de integrar el enfoque HR 2.0 generando entornos colaborativos sabiendo la problemática de su implantación y sus potenciales virtudes. Tienen una capacidad total para gobernar un cambio cultural auspiciado por la revolución originada por las redes sociales.

2.-  La propia estructura de la organización permitirá la instauración más o menos sencilla de la cultura 2.0 y de un entorno colaborativo real. Existen dos ejes que condicionaran la transformación:

a) Nivel de delimitación del contenido de los puestos de trabajo: Si nos encontramos ante organizaciones del tipo “square” gobernadas de manera rígida por las descripciones de puestos que delimitan a la perfección las tareas y responsabilidades del staff, resultará muy complicado implantar una cultura 2.0, dado que esta requiere de definiciones de puestos mucho más “relajadas”.

b) Verticalidad-Horizontalidad de la estructura. Una estructura típicamente vertical con líneas de reporting estrictamente definidas y procesos de toma de decisiones top-down dificultarán el desarrollo de una cultura 2.0 de manera ágil y efectiva, en tanto en cuanto la participación y aportación de los empleados está supeditada al criterio del superior inmediato. Por el contrario, aquellas organizaciones que hayan reducido el número de niveles, y se hayan “aplanado” serán un caldo de cultivo mucho más propicio para que una cultura colaborativa asociada a la participación abierta de sus empleados en redes sociales tenga lugar y se implante más rápidamente.

3.-  Otro aspecto extremadamente relevante y que trasciende al nivel evolutivo de cada organización es el estilo de liderazgo que impere en la cúpula directiva. En este sentido, podemos encontrarnos con “Organizaciones Sapiens” pero que sin embargo son  gestionadas por un estilo de liderazgo tradicional y/o autocrático. Resultará difícil por lo tanto que la organización en su conjunto, pese a estar preparada evolutivamente, pueda desarrollar el modelo,  su liderazgo le condiciona y ejercerá de freno de mano.

Por el contrario, puede producirse el efecto contrario, “Organizaciones Australopithecus” que cuenten en sus filas con líderes de primer y segundo nivel que gracias a su visión y comprensión del concepto 2.0, tomen las riendas de la transformación cultural de la organización hasta llevarla al punto necesario.

Parece lógico pensar que la visión con la que un líder enfoque la pertinencia de transformar la cultura organizativa para que esta  adapte sus procesos y estructura al entorno 2.0, tendrá un impacto sobresaliente.

4.- Un factor determinante será el papel que juegue dentro de la organización la función de la gestión de personas. La forma en la que el área de HR interprete la partitura de la cultura 2.0 supondrá un punto de inflexión para su desarrollo.

Un área de HR agnóstica ante esta New wave limitará al máximo su implementación en la organización independientemente del grado de madurez evolutiva de la misma y siendo relativamente irrelevante el estilo de liderazgo de la cúpula ejecutiva. En estas situaciones, parecería lógico pensar que la alta dirección optase por reciclar el área en pos de la instauración de la cultura 2.0.

Por el contrario, un área de HR convencida de la necesidad de adaptar los procesos organizativos y de transformar la cultura de la organización, actuará como palanca de cambio para introducir el nuevo estilo de gestión de personas, desarrollando entornos colaborativos a través de la utilización y, lo más importante, la optimización de las redes sociales.

La competencia de impacto e influencia en el área de HR y sus directivos es un pilar básico para liderar la transformación cultural necesaria. Será responsable de evidenciar la necesidad del cambio, analizando el nivel evolutivo del entorno y sopesando en qué medida el estilo de liderazgo y la estructura organizativa existente puedan ejercer de freno o por el contrario de facilitadores.

Sin duda, existirán otras variables a tener en cuenta, pero revisar en profundidad el status quo de estas cuatro dimensiones en cualquier organización es un ejercicio que debe llevarse a cabo para determinar si efectivamente puede abordarse una transformación cultural 2.0 con garantías de éxito. Quizás la organización no esté preparada para ello, por la combinación de varias de esas dimensiones, o quizás el peso de alguna de ellas, léase, el estilo de liderazgo o el nivel de influencia de HR permitan plantear la transformación cultural 2.0 introduciendo progresivamente el concepto.

La New wave HR 2.0 es un hecho, ha llegado para instalarse antes o después en todas las organizaciones y como profesionales de RRHH tenemos que estar preparados para abordar el debate, incluso liderarlo, internamente. Creo que es un cambio organizativo tan fascinante que justifica la extensión de esta entrada y que me animará muy seguramente a dedicarle más líneas en el futuro.

 

 

 

 

aCtitud 2012

Siempre me apetece al llegar a estas alturas del año echar la vista atrás, ubicarme    de nuevo en el primer día del año que toca a su fin y sobrevolar mentalmente las hojas del calendario para hacer balance de los 365 días transcurridos. Aunque este año no romperé la tradición y llevaré a cabo el mismo   ejercicio, he decidido también hacer un ejercicio proyectivo, no retrospectivo. Me he ubicado mentalmente en el último día del nuevo año cuya llegada pronto celebraremos.

 

Y, al llevar a cabo ese ejercicio proyectivo, me he quedado francamente preocupado. Las previsiones de todos los estamentos económicos nacionales, europeos y globales no parecen ser demasiado optimistas de cara al próximo año. Sin embargo, he decidido no contribuir a difundir, si cabe aún más, ese halo de negatividad que nos impregna a diario desde hace ya demasiado tiempo.

Sin paños calientes, efectivamente, las perspectivas son muy negativas. Las cosas están mal, y además son susceptibles de empeorar. Muy bien, ahora que lo tenemos tan claro, ¿Qué vamos a hacer? La respuesta a esta pregunta es relativamente fácil. Existen dos alternativas

  1. Maldecir nuestro destino y alabar nuestra mala suerte al tener que:  apretarnos el cinturón un agujero más cada mes; vivir preocupados por no saber si contaremos en los planes de nuestros empleadores a lo largo de los próximos meses;  resignarnos un año más asumiendo que no es momento para progresar en la organización; apretarnos la soga al cuello al ver que la prestación por desempleo llega a su fin; angustiarnos al ver que no llega la llamada o el email deseados con la soñada propuesta de trabajo, ó
  2. Tomar consciencia de aquella frase tan utilizada en los tiempos que corren, y asumir, que, si queremos resultados diferentes, tendremos necesariamente que hacer las cosas de una manera diferente.

Apuesto a que no soy el primero que leéis o escucháis  evidenciando estas ideas. En el ejercicio proyectivo al que me refería al inicio del post, me he imaginado un año 2012 excepcional! He decidido saltarme a la torera los malos augurios y las predicciones más catastrofistas que estoy escuchando. He decidido que esa no es la ACTITUD que me permitirá hacer lo que quiero. Me reservo el derecho de admisión a mis expectativas, deseos y planes para 2012, pero sí que voy a compartir con vosotros cuales creo que son los mecanismos que os permitirán poner a tono vuestro músculo actitudinal. Será mi humilde contribución a que vuestros planes salgan bien.

1.- Hay que tomar un tiempo en asumir, que no vendrá nadie a sacarnos del “atolladero” o a resolvernos los problemas. Queridos amigos, no habrá redentor, el Salvador sois vosotros mismos. Esta premisa, ha de ser necesariamente la primera. Es la que activa el resto de ideas y recomendaciones. Mientras no tengamos claro que esto es así, nada más funcionará.

2.-  ¿Qué quiero conseguir, cambiar, desarrollar, lograr, mejorar, materializar durante los próximos doce meses? Es vital tener claro los objetivos a alcanzar. Aquí, todo vale, todo, siempre y cuando sean objetivos en positivo: desde alcanzar un trabajo, pasando por alcanzar esa tan deseada promoción, lanzarme finalmente a realizar esa actividad que siempre quise practicar, o dar ese giro profesional que en tantas ocasiones nos ha acompañado en nuestros más dulces sueños.

3.- Conocerse mejor. Es un paso imprescindible. Los logros a alcanzar deben estar en consonancia con nuestro perfil competencial y de habilidades. Qué sé hacer, en qué somos realmente buenos, y, al mismo tiempo, en qué no somos excepcionales. Resultará vital mirarse al espejo y asumir lo que tenemos en frente. Nadie tiene que venir a contarnos algo que ya sabemos, pero si es necesario tomar consciencia de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades. Igualmente relevante será identificar qué nos apetece hacer. Dar continuidad a lo que ya hacemos porque nos gusta o quizás luchar por dedicarnos profesionalmente a aquello que siempre nos llamó la atención pero que nunca llegamos a realizar por lo incómodo que resulta salir de nuestra “zona de confort”…

4.- Identificar referentes ó modelos a seguir.  Supondrá una ayuda importante a que vuestro plan de acción os resulte creíble y no os suene simplemente a buenas intenciones. La vía para localizar e interaccionar con esos referentes o ejemplos es lo de menos, lo importante es identificarlos y que os resulten convincentes. Está bien que leáis las enseñanzas de los gurús del management, pero creo que sería más efectivo si dedicáis tiempo a escuchar y conversar con un vecino, amigo o conocido que se quedo en la estacada, que dio un giro a su carrera, que consiguió un trabajo, etc y salió hacia adelante a base de reaccionar y trabajar, claro está, con ACTITUD  positiva.

5.- Creer en nosotros mismos. Los cuatro mecanismos anteriores resultarán estériles si no tenemos el convencimiento de que podemos conseguirlo. Tan crucial como el primer mecanismo, que supone tomar consciencia de que somos el motor y la cadena de transmisión que permitirá que el vehículo se ponga en movimiento, resulta vital, tener la plena convicción de que somos capaces de ejecutar nuestro plan de acción. Si tenemos nuestra autoestima por los suelos, habrá que trabajar primero en levantarla; no podemos comenzar el proyecto hasta que no tengamos claro que somos totalmente capaces de ejecutarlo. Si existen dudas sobre nuestra capacidad y motivación para ponernos en marcha, es preferible que no nos pongamos en la línea de salida, de lo contrario, acabaremos abandonando a las primeras de cambio y eso todavía mellará más nuestro necesario ego de cara al 2012.

En resumen, saber que dependemos de nosotros mismos, tener muy claro qué queremos conseguir, realizar un análisis objetivo de nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, identificar a quienes ya se pusieron en marcha y llegaron a meta y tener el convencimiento de que somos capaces de hacerlo, resultan mecanismos esenciales para ponernos en movimiento.

No existe otro camino, esa es la aCtitud necesaria para que el 2012 se convierta en un año excepcional para cada uno de nosotros en contra de todas las predicciones. Se trata de trabajar duro para dar la sorpresa a un año para el que a priori no contamos como favoritos, pero ahora ya sabemos cómo activar la aCitud que nos conducirá irremediablemente hacia el éxito.

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