Sobre personas y organizaciones

Categoría: Management Pagina 24 de 27

La metamorfosis de #RRHH: 4 elementos-fuerza

Si damos por hecho que las organizaciones como comunidades productivas requieren (hablemos en presente) de una gestión de personas diferenciada, capaz de, no solo digerir, sino de actuar como motor de inyección directa en el nuevo escenario en el que se produce su evolución, es conveniente hacer una reflexión sobre los elementos que actuarán como fuerzas en este proceso de re-invención.

Sería ingenuo pensar que la función de RRHH puede acometer este proceso “per se”, sin apoyos, haciendo una campaña quijotesca y acometiendo los mismos molinos de siempre. De ser así, el resultado sería, el de siempre, magulladuras y fracturas.

Los 4 elementos-fuerza

#RRHH

El propio área de gestión de personas debe ser la piedra angular entorno a la que se articule el  proceso de adaptación y transformación. Si, los profesionales que se dedican a la gestión de personas no hacen una lectura correcta del nuevo “orden socio-organizativo”, si no entienden que la aportación de valor desde RRHH pasa por ajustarse a un nuevo marco, entonces, activar el resto de fuerzas resultará inútil. El proceso de re-conceptualización, podría partir del siguiente axioma: #RRHH debe desaprender la dicotomía «negocio-área soporte», para, a partir de ahí, evangelizar la idea de organización como un único todo. En otras palabras, creer intrínsecamente en la necesidad del cambio es el punto de partida de la metamorfosis.

#Liderazgo

Sería un error dar por hecho que las organizaciones de forma generalizada ya han actualizado su estilo de Liderazgo, incorporando los comportamientos y habilidades propias de lo que ya se ha bautizado como Liderazgo 2.0. La mayoría de organizaciones aún están muy lejos de acometer la revisión de su modelo de Liderazgo, aunque cada vez hay más compañías en ese proceso. Pero, sin llevarnos a engaños, tras la autodeterminación de la propia función de RRHH en pos de su transformación, igual de relevante resulta que, aquellos a quienes se ha “servido” en modo “función soporte” durante tantos años, entiendan, integren y provoquen, en última instancia, una función de Gestión de personas 2.0. Sencillamente, el anclaje de una nueva forma de gestionar personas, precisa de un Liderazgo 2.0 completamente arraigado.

#Organización

La transformación no se completará hasta que la Organización en su conjunto haya incorporado de manera generalizada el nuevo rol o papel del área de gestión de personas. La organización como un todo, debe interiorizar que la función de RRHH ha adoptado un papel de área-fuerza, que no existe dicotomía alguna que la diferencie del negocio y que su cometido es la generación de valor directo neto.

Es poco realista pensar que la organización en primera persona y, de manera independiente, otorgará un nuevo papel al área de gestión de personas, a menos que esta cuente con el Liderazgo y la propia función como avales principales de ese nuevo rol; por lo tanto, la metamorfosis requiere también que la organización ejerza de crisálida en este proceso y envuelva el concepto y permita que evolucione dentro de ella.

#Entorno socio-económico

La adopción por parte del entorno socio-económico de esta “nueva” identidad resulta igualmente catársica para que la transformación tenga lugar de manera integrada; no obstante, será un proceso gradual. Considerar RRHH como un área-fuerza exclusiva a una industria o sector concreto no permitirá la metamorfosis completa del área. Debe producirse un proceso de polinización en el que las organizaciones pioneras en la reinvención del área, contaminen en positivo el entorno socio-económico. A medida que las unidades productivas vayan incorporando y, normalizando la idea de una versión 2.0 de la gestión de personas, se producirá un efecto contagio, una pandemia que permitirá que la generación de valor sea vista, de forma generalizada como su principal seña de identidad.

La metamorfosis

La evolución del mercado reflejada en los ajustes organizativos de toda índole, la proliferación de nuevos perfiles y ocupaciones, el desarrollo exponencial del plano virtual en la forma de hacer negocios  ó la globalización de las relaciones interpersonales, por enumerar solo algunos de los cambios que están teniendo lugar, son la base para justificar esta metamorfosis.

El área de RRHH debe ser el origen del proceso, pero es primordial comprender que la transformación requerirá un Liderazgo evolucionado que haga suyo el concepto, permitiendo que la organización, como un todo, integre la nueva identidad del área como algo normal, no excepcional, para que, a partir de ahí, el entorno socio-económico albergue de manera natural un nuevo concepto de gestión de personas.

Si RRHH, se plantea esta transformación como una cruzada, como una batalla contra sus líderes, organizaciones y entorno, la transformación jamás tendrá lugar. La conjunción de los cuatro elementos-fuerza es la clave de este proceso.

#RRHH: “ALEA IACTA EST”

¿Es posible plantear una gestión de RRHH diferente?

La respuesta claramente es NO. Dibujar una gestión de personas diferente no es posible, es una necesidad perentoria a la que se enfrentan tanto la propia función en sí misma como las organizaciones en las que se ha desarrollado.

De nada sirve ya echar la vista atrás para entender las razones que han marcado la evolución histórica de la función de RRHH. Aunque siempre es bueno saber de dónde venimos, en estos momentos, es mucho más inteligente definir hacia dónde nos dirigimos.

Me consta que hay organizaciones que, haciendo una lectura diferente de los acontecimientos, apostaron por enormes profesionales con una visión más trascendente de los RRHH. Adelantándose a su tiempo, permitieron que aflorase un estilo de gestión de personas diferente, proyectando una imagen mucho más “amigable” del departamento, llegando en paralelo a convertirse en lo que se ha definido como socio estratégico del negocio…”business partnering”. Incluso este rol tiene que ser superado.

La realidad es que, pese a honrosas excepciones, en términos generales, hemos sido un área organizativa que ha asumido papeles de actor de reparto, o, en el mejor de los casos, actores secundarios; en pocas ocasiones se ha visto en la función de RRHH al protagonista de la película de turno. Nos hemos visto obligados, para no ser cuestionados, a adecuar nuestro lenguaje cuantitativamente inconsistente, haciendo un esfuerzo “in-humano” para medir lo inmensurable, haciendo malabarismos matemáticos para producir un “score” sobre el talento (in-con-mensurable a todas luces) pudiendo de esa manera incorporarnos a un debate y ten con ten junto a las siempre bien posicionadas áreas de  finanzas, ventas, producción…

RRHH ha sido estigmatizado ubicándonos en el lado oscuro,  al que la fuerza (positiva se entiende) nunca acompaña…  Y así, casi sin darnos cuenta…nos hemos visto empujados al ojo del huracán,  enmarcados en el punto de mira, presentes en los mentideros de todos los estamentos organizativos y sociales…

Curioso y triste encasillamiento para un área profesional cuyo cometido no es sino, conseguir los mejores resultados a través de las personas que componen una unidad organizativa. Sencillo, ¿verdad?

Podría emplear cientos de líneas para explicar las razones que se esconden detrás de este “cuestionable” posicionamiento, aunque el resultado final, responde a la suma y conjunción de un sinfín de variables, muchas exógenas a la propia función, pero muchas otras, seamos realistas, endógenas y generadas por nuestra propia estirpe.

Sin embargo, los cambios que nos zarandean y agitan a diario, con temblores y cataclismos de nivel máximo en la escala “Ritcher” de la incertidumbre, han acelerado el principio del fin de este área funcional tal y como la conocemos hoy en día. Es una obviedad a la que sencillamente es ridículo resistirse.

La nueva geomorfología organizativa

La realidad de esos seísmos organizativos nos presenta cada vez más indicios que anticipan un panorama caracterizado por la siguiente geomorfología organizativa y humana:

– Organizaciones con un staff concentrado poseedor del auténtico “know-how” del negocio, que se desprenden del conocimiento no esencial, el cual, progresivamente, es externalizado.

– Proliferación de profesionales independientes del conocimiento en diferentes áreas de especialización y que desempeñarán un papel vital en el “core business” de la organización, y que se vincularán a la misma de manera eventual para aportar su “Know-how” específico siempre y cuando el proyecto alimente su interés de crecimiento y enriquecimiento. (Imprescindible referirse al concepto de “Knowmads” tal y como describe de manera excepcional Virginio Gallardo en uno de sus post en su blog “Supervivencia Directiva” http://supervivenciadirectiva.com/2012/05/12/el-sentido-del-trabajo-los-artesanos-knowmads/

– Entornos organizativos líquidos, no rígidos, flexibles, mucho más maleables ante las sacudidas y grietas generadas por el cambio, instaurado en los entramados productivos, como algo absolutamente normalizado.

– Organizaciones acostumbradas a desarrollar su actividad en una red global, descentralizada y completamente virtualizada; red, en la que los empleados interaccionarán entre sí y accederán a todo tipo de conocimiento de forma rápida y gratuita, no fiscalizada.

– Unidades de conocimiento que demográficamente supondrán la integración de varias generaciones; los llamados “nativos digitales” co-existiendo con trabajadores del conocimiento nacidos en la era analógica.

– Organizaciones necesariamente regidas por el principio y práctica de la innovación, recurso al que tendrán que recurrir progresivamente para, inicialmente, sobrevivir y, posteriormente diferenciarse en sus respectivos mercados.

Estas serán, probablemente,  algunas de las características que describirán el futuro organizativo. Lógicamente habrá modelos sociales, economías y sectores que avanzarán más rápido que otros en esta dirección, pero la hoja de ruta es la misma.

Es obvio, que la función de Gestión de personas y el prototipo de profesional de RRHH que hoy conocemos no parece estar en disposición de sobrevivir a esta cada vez más cercana realidad. Hemos llegado como área organizativa a nuestro particular callejón sin salida. Ha llegado el momento de posicionarse… y, en esta ocasión, nadie que no fuese nosotros mismos debería asignarnos el papel.

En lugar de esperar a que nos adjudiquen el  tradicional secundario, o el más habitual papel de reparto en la mega producción, hemos llegado a un punto de no retorno, en el que, o nos reinventamos profesionalmente, convirtiéndonos  en el guionista, productor y realizador del filme, o corremos el riesgo de no salir en los créditos.

El área de RRHH requiere llevar a cabo una profunda metamorfosis y transformación que derive en un nuevo y protagonista rol organizativo, capaz, no solo de sobrevivir a esa nueva realidad, sino de gestionarla siendo uno de los actores principales de la misma… “Alea iacta est”

Employer Branding & Personal Branding: Una estrategia integrada

Contextualizando…

De un lado, las organizaciones en su afán por concentrar y captar el interés de los profesionales más cualificados y atraer el talento en el más amplio sentido de la palabra.

De otro lado, los profesionales, cada vez más conscientes de la importancia que supone desarrollar su marca personal, trabajar su identidad profesional construyendo una propuesta de valor para ser la opción preferente en el mercado.

 

Guerra por el Talento y Talento en Guerra

La idea de la “Guerra por el talento”, que alcanza su máxima expresión en los momentos más boyantes del mercado laboral dónde la oferta de profesionales supera con creces la demanda, se ha materializado en el concepto de “Employer Branding”.

Las grandes corporaciones no han escatimado recursos para desarrollar y potenciar su caché como empleadores de referencia, utilizando todo tipo de rutas, desde la presencia en ferias de empleo, pasando por la obtención de galardones y reconocimientos a sus políticas, especialmente en materia de gestión de personas, y, más recientemente intentando el asalto definitivo al mercado a través de la construcción de esa reputación de empleador preferente mediante el uso de redes sociales.

Construir esa reputación ya no es solo territorio de los grandes,  cada vez en mayor medida, las empresas de tamaño medio, filiales de multinacionales, e incluso PYMES se han dado cuenta de la importancia de fomentar su imagen en el mercado como empleadores atractivos, apetecibles para los mejores profesionales.

La estrategia de “Employer Branding” pasa por lo tanto, por proyectar el concepto de organización idónea para hacer carrera, capaz de atraer el interés del profesional “extranjero”, del no-residente en la organización.

En paralelo a este proceso, en los últimos años se ha invertido la curva de oferta y demanda a la que antes hacía referencia, ahora, apenas hay oferta y sin embargo la demanda alcanza cotas insospechadas; el mercado laboral en su vorágine, ha obligado a las compañías a ajustar sus estructuras en mayor o menor medida, terminando con la desvinculación de muchos profesionales cualificados y a los que, en su mayoría, está situación les ha cogido a contrapié.

Cómo era previsible, el Talento se ha alzado en pie de guerra contra la falta de opciones, y el concepto de “personal branding” se ha instalado en la mente de muchos profesionales que se han visto obligados a reinventarse (literalmente) para hacerse un hueco en el maltrecho mercado “laboral”. Muchos de esos ex – empleados por cuenta ajena se han dado cuenta de lo importante, por no decir vital, que resulta tener buena prensa en el mercado, convirtiéndose en la opción preferente en su área profesional: estar posicionados en el top ten del ranking en su especialidad, presentes en todo momento en la retina  de todos los que forman parte de su red.

Con esta declaración de guerra de un ejército de profesionales intentando posicionar su talento, se ha ido extendiendo progresivamente la idea de la importancia de desarrollar una estrategia de “personal branding”, no solo por parte de aquellos a quienes un proceso de reorganización les pilló a traición en su momento, sino también por parte de muchos profesionales que han hecho una lectura inteligente de los hechos y se han puesto manos a la obra en la ardua tarea que supone la construcción y desarrollo de su marca personal registrada.

Hacia una estrategia de “Branding integrado”

Por lo tanto, si damos por bueno el hecho de que las Organizaciones se enfrentan a un mercado cada vez más exigente que les requerirá contar en sus filas con los profesionales más sobresalientes en sus respectivas áreas de “expertise”, tendría sentido diseñar una estrategia en la que los empleadores permitieran a sus empleados cultivar, potenciar y desarrollar sus respectivas “marcas personales” en el seno de la Organización.

La idea que subyace no es otra que instaurar una cultura que fomente el desarrollo de marcas personales, permitiendo que los profesionales, cada vez más interesados en posicionarse cómo opción preferente en el mercado, trabajen su marca alentados y respaldados por su propio empleador.

El impacto de esta estrategia permitiría en el medio/largo plazo potenciar sobremanera la imagen de marca del empleador, qué, al haber facilitado e impulsado las marcas personales de sus empleados, conseguiría, a través de las mismas y su posicionamiento individual, potenciar la imagen de empleador referente en el mercado. Se trataría de alentar el “Personal branding” para elevar a la enésima potencia el “Employer branding”. Contar, en definitiva con profesionales con marca personal reconocida y registrada al servicio de la enseña organizativa. Una gran marca, impulsada por los “Brand embassadors” con marca propia que habitan en ella.

Descrito de esta manera, no es descabellado pensar en la futura proliferación de estrategias de “Branding integrado”, pero para ello, deberán de darse una serie de pre-rrequisitos para que la hibridación de ambos conceptos culmine con éxito.

– La cultura del Empleador deberá desterrar los fantasmas y miedos que tradicionalmente han impedido fomentar iniciativas para que sus profesionales brillen con luz propia, también de puertas para fuera.

Enterrar la reticencia a que cuando alguien despunta y se hace un nombre en el mercado, en otras palabras, desarrolla una marca personal potente, se convierta en un caramelo a las puertas de un colegio ante nuestros competidores. Los profesionales con marca la acabaran teniendo y potenciando más allá de los límites organizativos si la empresa se empeña en poner trabas al desarrollo de la misma desde dentro.

– Los empleados con capacidad, voluntad e inteligencia emocional suficiente para desarrollar su estrategia de posicionamiento individual, deben abandonar los posibles prejuicios a la hora de ser referentes, marcas personales “al servicio” de un Empleador por cuenta ajena y deben estar dispuestos a transformar su rol de empleado por cuenta ajena en el de “intra-emprendedor”: un profesional independiente que trabaja en modo S.A. y que canaliza su marca personal poniéndola al servicio de un único cliente, su empresa.

Las posibilidades y la ventaja competitiva que puede suponer una estrategia de “Branding integrado”, es todavía, un territorio virgen, casi inexplorado por las áreas de gestión de personas de las organizaciones.

Lejos de considerar “Personal Branding” y “Branding Employer” como dos polos iguales, por lo tanto irreconciliables, que se repelen entre sí, me inclino por pensar en sentido contrario, tratando de visualizar como la integración de ambas estrategias por parte del área de gestión de personas, podría potenciar al máximo nivel los objetivos que cada una de ellas tratan de alcanzar por separado.

Net-work-IN & Net-work-OUT

 

Somos el valor de nuestras  relaciones y de cómo las gestionamos;  algo que por obvio que parezca entraña una complejidad considerable y que, en muchas ocasiones, sencillamente, pasamos por alto.

Con independencia de nuestra actividad profesional, más allá del sector o industria en el que nos ubiquemos, nuestro desarrollo tanto personal como profesional está íntimamente vinculado a las relaciones que establecemos y a como las cultivamos.

Voy a intentar con esta entrada desarrollar dos ideas que creo firmemente, han de estar presentes siempre que llevemos a cabo un ejercicio relacional en el plano profesional.

Las dos dimensiones del Net-Work

“OUT” Nos hemos acostumbrado al anglicismo. Mientras la palabra se ponía de moda y se acomodaba en el ranking de nuestro vocabulario cotidiano de uso profesional, hemos dado por hecho que “networking” consiste en establecer relaciones, superando los límites de nuestra organización, con personas que forman parte de nuestro segundo, tercer y hasta el infinito grado de relación.

Ha llegado un momento en el que involuntariamente la mayoría de nosotros piensa en términos “networkinianos” de puertas hacia fuera de nuestra organización; nuestro cometido es ampliar el círculo y crear nuevas conexiones mediante la identificación y establecimiento de nuevos nodos. Y, en efecto, de eso se trata, pero debemos ser conscientes de que trabajar en esa línea no es más que cultivar una de las dos dimensiones del Net-Work. La externa.

La dimensión “Out” es la que nos permite ampliar nuestra red cómo si de una onda expansiva se tratase. Establecemos criterios en base a nuestros intereses y preferencias profesionales que nos llevan a localizar a través de diferentes canales (las redes sociales son tan solo uno de ellos) a otros profesionales a los que convertimos en contacto-objetivo. La repetición sistemática y consciente de esta acción es el “Net-Work-Out”.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

“IN” El gerundio “ing” debe de ser reemplazado por la forma “IN”, en un intento de contextualizar y definir la segunda dimensión del “Net-Work”. La interna.

Esta segunda dimensión, “Net-Work-In”, debe apuntar hacia la construcción y desarrollo de nuestra red hacia dentro de la organización.

Inconscientemente nos hemos centrado en la dimensión externa, descuidando, casi por completo la dimensión interna del Net-Work. La gran mayoría de profesionales hemos arrinconado la dimensión “in” en favor de la dimensión “out”; aquí, cabría hacer una mención especial para precisamente aquellos cuyo cometido es conocer en profundidad la red social que conforma nuestra propia organización. Los profesionales de RR.HH., embriagados por el aroma de la moda de las redes sociales han dirigido mayoritariamente su actividad de “Net-Work” hacia el exterior de la organización. Inconscientemente han desviado su atención de la dimensión “in”, relegando a un inmerecido segundo plano el desarrollo de la red interna, despreocupándose por conocer en mayor profundidad a los integrantes de la propia organización y, olvidando, por lo tanto, la importancia de establecer conexiones entre ellos, curiosamente, una de las tareas más esenciales y críticas en materia de gestión de personas.

Core Net-Work

La otra idea de esta entrada pretende matizar, o más bien aclarar en qué consiste la esencia del desarrollo de la red, en cualquiera de sus dos dimensiones.

Resultaría muy laborioso listar la infinidad de acciones que se llevan a cabo y que enturbian la esencia del “Net-Work”. Muchos profesionales no han interiorizado aún una cultura de generación de red, y siguen confundiendo el mero intercambio de datos profesionales con la tarea básica del “networking”.

Debería ser obligatorio comprender y entender que hacer red es, ante todo, desarrollar una actitud de apertura total hacia el conocimiento o descubrimiento de otros profesionales; una apertura guiada por el principio de ofrecer, nuestro conocimiento, nuestra experiencia, incluso nuestra red ya existente, sin esperar recibir nada a cambio, aún menos de manera inmediata.

Cualquier movimiento que deje entrever la necesidad de un “quick-win” o base la construcción de la relación en el principio “quid pro quo”, no será un proyecto de generación de red, porque la manifestación del propio interés desvirtúa la razón de ser del “networking” y estrangula las posibilidades de que este proceso, que siempre debe enfocarse a medio y largo plazo, llegue a dar sus frutos.

El objetivo de este post, es recalcar la importancia de estas dos ideas asociadas al concepto de “networking” más extendido y generalizado. Es importante destacar la existencia de sus dos dimensiones al tiempo que matizar cual debería ser la razón de ser de un proceso de construcción de red en cualquiera de ellas. El tema es lo suficientemente apasionante y relevante en nuestra realidad actual como para dedicar otras entradas a desarrollar de manera específica cada una de las dos dimensiones del “Net-Work”.

El ADN del Intra-emprendedor cómo ventaja competitiva

El concepto emprendimiento está de moda. Da la sensación de que estamos ante un descubrimiento único, no conocido hasta ahora. Hablamos de emprendimiento como algo novedoso, como si nunca antes se hubiese producido.

Reconozco que no me gusta la recurrente asociación que tiende a asemejar emprendedor con empresario o incluso con el profesional independiente que emprende un negocio o presta un servicio por cuenta propia, creo que el concepto es, en sí mismo, mucho más sustancial y que en él tienen cabida un abanico mucho más amplio de conductas perfectamente aplicables al contexto empresarial.

En el marco económico global en el que nos movemos sostengo la idea de que ha de producirse una transformación, un drástico cambio de paradigma, que necesariamente deberá venir auspiciado desde diferentes frentes y ángulos ,y, que implique que el empleado o trabajador por cuenta ajena de una organización asuma un rol diferente, que se transforme en intra-emprendedor en un YO S.A., en un individuo como mentalidad de empresa, que vea en su empleador su cliente más valioso, que no sea reactivo al liderazgo establecido, sino que asuma su propio auto-liderazgo. Las organizaciones necesitan emprendedores de puertas hacia dentro, personas que vivan en primera persona esta mentalidad y que contagien a la totalidad del colectivo, generando una cultura de “intra-emprendimiento”.

Creo firmemente en la necesidad de esta transformación que en ningún caso puede tener su origen de forma unilateral por parte del empleado que tenga la voluntad de evolucionar. La organización y su cultura son los principales aliados para que se articule este cambio, y, si no entendemos lo catársico de nuestros papel como empleadores, el  potencial de un empleado con esta mentalidad se canalizará en otra dirección y presumiblemente esa actitud emprendedora se dirigirá hacia otra organización o hacia sus propios proyectos.

Emprender tiene en mi opinión un componente innato, implica la existencia de un cromosoma determinado en la secuencia genética de un individuo, si bien, el aprendizaje por observación, el modelado, es probable que juegue también un papel importante en el desarrollo de esta forma de vida organizativa. Independientemente de cuál sea su razón de ser, y, en la medida en que las empresas entiendan el incalculable valor añadido que puede aportar permitir esta forma de “ser y estar”, resulta conveniente saber identificarlo correctamente para, posteriormente, darle alas y permitir su arraigo y polinización.

¿Cómo identificar el ADN del intra-emprendimiento? ¿Qué hace un empleado “intra-emprendedor” diferente al resto?

– Críticos constructivos: son personas que cuestionan el orden establecido, inconformistas por naturaleza, que suelen expresarse en positivo; dudan sobre la practicidad del “status quo” en vigor y se plantean por qué no se enfoca la realidad organizativa de una forma diferente.

– Apetito por la innovación: promotores innatos de ideas. Personas ocurrentes, creativas, cuya imaginación proyecta ideas novedosas, diferentes, no implantadas, no desarrolladas hasta ahora, generadores de alternativas de forma natural.

– Enfoque al fracaso como oportunidad de aprendizaje: son empleados a los que no les intimida el fracaso. Su estigma positivo viene dado por entender que el fracaso es simplemente una experiencia más sobre la que seguir fundamentando su proceso de aprendizaje. Su velocidad de “recuperación” ante un fracaso es su elemento diferenciador frente al resto.

– Visión a medio-largo plazo: Aunque pueda tener un objetivo a corto plazo como la mayoría de empleados, nunca perderá de vista si lo que hace contribuye de algún modo en el largo plazo, son empleados que levantan su mirada más allá del objetivo cortoplacista establecido, necesitan marcar un horizonte lejano para dar sentido a su actividad a corto plazo.

– Predisposición al aprendizaje: Siempre están dispuestos a enriquecer su bagaje de conocimientos, la mochila en la que almacenan sus conocimientos no tiene fondo; incorporan toda forma de enriquecer su know-how, bien sea de la mano de la organización, externamente o de manera autodidacta,  su proceso de aprendizaje es continuo y permanente.

– Persistencia en su orientación a resultados: Para ellos no se trata solamente de estar orientados a resultados, esto es algo demasiado obvio; el rasgo diferencial es su persistencia y constancia hacia la consecución de sus targets, no desisten en la consecución de su objetivo porque creen en él, suelen trabajar en modo acoso y derribo hasta que logran alcanzar su meta.

– Intra-lídres: No requieren de una supervisión cercana y huyen del “micromanagement”, son líderes de sí mismos y potenciales referentes organizativos por la totalidad de sus rasgos; autosuficientes en la manera en que se gestionan y administran su tiempo.

– Proactividad como “leit motiv”: Su lema es ocuparse en lugar de preocuparse, por lo que siempre les encontraremos haciendo algo, ocupados en todo tipo de actividades, indoor y outdoor, no se permiten la licencia de “perder el tiempo”, su proactividad es dirigida y está conectada con todos los rasgos anteriores.

Estos son probablemente tan solo algunos de los comportamientos o conductas observables a simple vista en aquellos individuos cuya secuencia genética implica una orientación al intra-emprendimiento.

El reto que las organizaciones tienen ante sí, es, en creer en la necesidad de que el empleado se transforme en intra-emprendedor, entendiendo que su ADN, y las conductas derivadas de esta forma de vida, en la medida en que tengan cabida dentro de la organización, se convertirá sin lugar a dudas en su mayor ventaja competitiva en el mercado, en el sello que acuñará el éxito de su modelo de negocio respecto de sus principales competidores.

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