Si el título de este post os inspira transgresión, alzamiento, rebelión e inconformismo, entonces es que capta el significado exacto de la idea que os quiero transmitir con él.

No hace falta realizar una encuesta para afirmar que un elevado porcentaje de organizaciones al igual que muchos de los profesionales que habitan en ellas están preocupadas. Su preocupación es más que justificada. Su desconcierto tras la pérdida de su capacidad de reacción, le hace asistir  impasibles, cuasi petrificados, al devenir de los acontecimientos, nada halagüeños  en su mayoría, haciendo gala de una incómoda, pero a priori, compresible resignación. Resignación?

Sin embargo, la okupación a la que me refiero, es precisamente el movimiento  que debe ejercer de resistencia ante esta situación, o aún mejor, aprovecharse de la revolución que sacude a nuestro entorno económico-empresarial. Se trata de una okupación anti-inmovilismo y anti-conformismo; un movimiento necesario que ha de producirse de manera pacífica pero inteligente dentro de las organizaciones e impulsado por los profesionales que intentan sobrevivir dentro de ellas. Sobrevivir?

Pero para que este movimiento “okupa” cumpla su cometido y haga temblar los pilares de un sistema huérfano de ideas y agotado de recursos, debe, en primera instancia, afianzarse con fuerza en  nuestros particulares e individuales reinos de taifas.

Para que un cambio en el entorno surta efecto, en primer lugar debe de producirse un cambio profundo en la forma en la que enfocamos nuestra realidad como profesionales. Por todo ello, la consigna sería pasar de la pre-ocupación a la “okupación”; se trataría de una corriente que aboga por un cambio de enfoque caracterizado por los siguientes principios:

Sublevación contra la falta de creatividad.

Debe manifestarse un espíritu de generación de alternativas, de creación, de gusto por la innovación que embadurne las reuniones que consumen nuestro tiempo, porque ya hay muy poco que perder y sin embargo mucho que ganar. Momento de levantar la barricada contra la ausencia de creatividad. Proyectar y generar múltiples ideas en cada acción, proyecto o cambio a llevar a cabo ha de ser una máxima.

Alzamiento contra la apatía.

Ha llegado de momento de activar el interés por aprender, por enriquecerse, por crecer de manera altruista si es necesario. La okupación pasa por activar nuestro deseo de acción. La apatía nos conduce hacia una muerte lenta y agónica como profesionales y como organizaciones; se precisa acción-reacción inmediata.

Derrocar el tradicionalismo.

Cada profesional debe de luchar contra los límites que nos impone la tradición, pensar que es posible hacer las cosas de forma diferente a cómo se han venido haciendo hasta ahora, rebasar los límites de lo pre-establecido; ensayo-error-aprendizaje debe ser una secuencia que marque la manera en la que enfrentamos el día a día, reconociendo que lo realmente importante es la posibilidad de aprender a hacer de forma diferente; probar, inventar, intentar, desarrollar o innovar no deben ser verbos punibles sino la manifestación normal del nuevo modus operandi.

Transgredir el concepto de trabajo en equipo.

Okuparse es más que nunca relacionarse, identificar y establecer nuevos nodos en la red; crear relaciones basadas en el “share-share”. Erradicar la idea de que hacer red es un mero intercambio de tarjetas, el profesional okupado hace red para aportar conocimiento y establecer mecanismos ganar-ganar a posteriori. Desarrolla una red para la cooperación y el co-working entre profesionales de diferentes áreas en busca de un fin común.

Revelarse contra el auto-conformismo.

Es turno de que cualquier profesional libere al inconformista que, por naturaleza, lleva dentro. Hora de no conformarse con cualquier cosa, pero fundamentalmente, hora de no conformarse con las barreras y limitaciones que tradicionalmente nos auto-imponemos. La okupación a la que me refiero implica despertar la ambición que todos llevamos dentro y que ha quedado anestesiada por la coyuntura económica que vivimos.

Es difícil esbozar cómo será el futuro a corto, medio y largo plazo; huyendo de vaticinios gratuitos, estamos rodeados de evidencias que indican que los profesionales que enarbolen la bandera de la okupación en el más estricto sentido profesional del término, serán quienes generen más oportunidades a su alrededor.

No se trata más que de una elección personal, rendirse y claudicar o  adoptar un nuevo santo y seña: “no me preocupo, me okupo”