Alcanzar una meta requiere una estrategia clara, una actitud de acoso y derribo, de constancia, sin renunciar nunca al placer que supone el fracaso…

Desinstalando el binomio: Ensayo y “no-error”…

Resulta obvio, a priori, que, para materializar un objetivo, es fundamental escribir un buen guión, definir bien nuestro papel en él, y trabajarlo a conciencia, repetirlo una y otra vez, hasta estar lo suficientemente seguros como para salir a la palestra y saborear las mieles del éxito…

Resulta igual de obvio que en ese proceso arduo de búsqueda y captura del triunfo, en nuestro afán por alcanzar nuestros objetivos, huimos despavoridos del fracaso. En nuestro esquema mental, y de manera inconsciente no asumimos el binomio ensayo y error; solo cabe el ensayo, y en ese bucle inconcluso acabamos la gran mayoría de profesionales,… en un continuo ensayo…

Encallamos en una permanente y concienzuda preparación, en un esfuerzo por alcanzar la perfección aterrorizados por el miedo a equivocarnos. En la mayoría de ocasiones, simplemente, descartamos la opción del error… incluso la desterramos de nuestro vocabulario.

Y, no deberíamos sentirnos culpables por ello, ya que, hemos vivido estigmatizando la falta, el error y la equivocación; salvo honrosas excepciones, los principios que han apuntalado nuestro modelo de aprendizaje nos han enfocado a la loable tarea de alcanzar la gloria… pero sin equivocarnos, y eso, sencillamente, no es posible.

Y, casi sin darnos cuenta, nos adentramos en un mundo profesional que no es sino el fiel reflejo de esos principios que miran a la equivocación de manera anti-natural, un entorno que se muestra implacable ante el fracaso e intolerante con el error.

Crecemos profesionalmente, reforzando la idea de que equivocarse es de mediocres y así enjuiciamos y evaluamos a todos aquellos que a nuestro alrededor cometen torpezas y dan traspiés… les arrinconamos y les ninguneamos porque han errado… automáticamente les cerramos las puertas de otras oportunidades, les etiquetamos: profesionales de segunda división que nunca alcanzarán el éxito…

Sin embargo, no deberíamos perder ni un solo instante más en desinstalar la ineficiente y obsoleta secuencia “ensayo/no-error”

Actualizando nueva versión del “fracaso”

Y, es, precisamente, este enfoque que la mayoría de nosotros tiene hacia el fracaso… el más grave error de todos, no existe mayor equivocación que no ver en el fracaso la única oportunidad de crecimiento.

El coste de oportunidad radica fundamentalmente en la parálisis que se produce al pretender asegurar que no hay margen para el error, cuando en realidad, lo inteligente es re-intentar ese nuevo proyecto, inversión o método de trabajo… no solamente se trata de no hacer evitando la equivocación sino de reajustar nuestro enfoque a la misma… aprender a disfrutar de cada fallo. Instalar una nueva versión de fracaso.

Desaprender nuestro miedo a la equivocación siempre debió de ser nuestro “leit motiv”, entender, de una vez por todas, que un error es la manifestación más sublime de la voluntad humana, un regalo para nuestros sentidos y la mayor recompensa que podemos ofrecer a nuestro proceso de aprendizaje…

Por lo tanto, se trata de completar el bucle incompleto…concluir el ensayo con el gusto por el error, disfrutar de cada equivocación como si de un regalo se tratase. Deleitarse con cada traspié, disfrutando del esfuerzo que supone levantarse para volver a intentarlo…

El fracaso debe formar parte de nuestro proceso de desarrollo profesional, de una manera natural, no forzada, transformándolo en un componente irrenunciable en nuestro camino hacia el éxito.

Pero para dar este giro, es preciso que culturalmente veamos en la equivocación un paso necesario, no punible, para nuestro enriquecimiento; una o varias escalas a lo largo de ese largo viaje que supone alcanzar nuestros objetivos.

Si tenemos esto claro, relajaremos nuestra forma de hacer, potenciaremos nuestra auto-estima y habremos aprendido a disfrutar de los fracasos, que, quizás, nos conduzcan al éxito, pero que con seguridad se convertirán en los pilares de nuestro desarrollo profesional.