Por momentos, cada vez más frecuentes, tengo la sensación de que el entorno empresarial, las organizaciones y sus habitantes están sufriendo una actividad “poltergeist” caracterizada por fenómenos extraños, inverosímiles y no catalogados. Estamos asistiendo a diario a procesos y situaciones absolutamente indescriptibles desde una perspectiva normalizada. Hasta hace no demasiado tiempo los acontecimientos dentro de las organizaciones eran prácticamente normales, los procesos de cambio se anticipaban y preveían fácilmente, el orden natural de las cosas seguía un cauce tranquilo y había escasas o pocas alteraciones del status quo habitual. En resumen, los empleados vivían más o menos apaciblemente en su entorno profesional, estos cumplían con mayor o menor grado de satisfacción su trabajo y al finalizar su jornada regresaban a su casa, los jefes eran los que tomaban las decisiones y raras ocasiones acaecían acontecimientos “extraños”… Pero de un tiempo a esta parte el mundo organizativo experimenta un momento “cuarto milenio” repleto de situaciones y circunstancias cuasi-inexplicables en otro tiempo… Los cambios organizativos aparecen de un momento a otro… como si de espectros se tratase, en ocasiones los vemos o nos parece verlos y cuando al instante giramos la cabeza ya han desaparecido, cualquier profesional en cualquier entorno podría afirmar abiertamente aquello de “en ocasiones veo…cambios” Los antes conocidos como “jefes” ya han dejado de llamarse así, y en algunas organizaciones, incluso han dejado de serlo, y ahora los managers lo somos todos, dicen que es liderazgo distribuido, los empleados pronto dejarán de llamarse así y serán proveedores de servicio internos; nuestra identidad conocida hasta ahora en el seno de la organización se está transformando, nuestra estructura molecular está variando y casi sin darnos cuenta se nos insta a asumir otro rol; todos, managers (léase jefes) y empleados (léase proveedores de de servicios internos) nos encontramos en una fase de mutación de incierto final, aunque sabemos que nuestra identidad será diferente. El espacio-tiempo en el que nos desarrollábamos también está experimentado situaciones “atípicas”, experimentamos apariciones y desapariciones de nuestro entorno, tan pronto operamos desde nuestro puesto de trabajo conocido como nos hayamos interactuando en entornos “no físicos”, como si de entes espirituales se tratase atravesamos la materia, nuestra voz y los datos que emitimos pueden estar en cualquier parte, hemos adquirido el don de la omnipresencia profesional. Los conocimientos técnicos están siendo relegados a un segundo plano. El desarrollo de las “soft skills”, esas cualidades blandas intangibles, etéreas, propias de un mundo no terrenal serán las válidas, las que determinen alcanzar o no el éxito profesional. Ahora nuestro “espíritu profesional” es el que debe de “manifestarse” para ejercer influencia y dejar huella, será el que nos permita establecer encuentros en una tercera o cuarta fase. Sin embargo, debemos de alejarnos del miedo a lo desconocido, es imperativo que huyamos de exorcismos organizativos que pretendan expulsar de nuestro alrededor o de nosotros mismos las aparentes posesiones a las que se enfrenta nuestro entorno y nuestra identidad profesional. Es precisamente esta aparente “paranormal activity” la que representa cada vez más la normalidad de nuestra realidad organizativa, y, si no nos acostumbramos a vivir en ella, corremos el riesgo de quedarnos atrapados como profesionales en una fase en la que no habrá más “encuentros”.
Autor: Andrés Ortega Pagina 34 de 39
HR Director & Social Networker
Sociologist & Blogger / Sociólogo & Blogger
HR 2.0 Pionner Agent / Dinamizador de entornos RR.HH. 2.0
Inconformista, Convensador y Barman de Ideas / Nonconformist, Speaker and Ideas Barman
El mercado profesional se desmorona como si fuese un castillo de naipes, nunca sus cimientos fueron tan frágiles. Es difícil acudir cada mañana al trabajo pensando en positivo cuando somos literalmente bombardeados por noticias impregnadas de un negativismo exagerado. Sin embargo, aunque pueda parecer que se ha convertido en una misión imposible, estoy convencido no solo de que es posible navegar en esta tormenta, sino de que se puede llegar a buen puerto.
Bien sea volver a hacerse un hueco en el agujero negro en el que se ha convertido el mercado de trabajo, bien sea mejorar nuestra posición dentro de la empresa o si nuestro objetivo es buscar un proyecto nuevo que active nuestro entusiasmo, existen cuatro elementos indispensables que deben formar parte de nuestra hoja de ruta y en los que debemos fundamentar nuestra estrategia de búsqueda y captura.
Conocimiento
Hay que revisar nuestro portfolio de conocimientos, analizar si nos hemos abandonado a nuestra suerte y hemos quedado obsoletos, porque, de ser así, solo alcanzaremos nuestra meta incrementando nuestro “know-how” sobre nuestra área de especialización. No basta con reciclarse, hay que adquirir savia nueva. El mercado solo dará oportunidades a los que vistan su conocimiento a la última.
Renacimiento
Renacer es elevar un grado la reinvención, se trata de enfrentar cada día como si fuese el primero, como si entrásemos por primera vez cada mañana en nuestro entorno profesional, permitiendo que cualquier estímulo que caiga a nuestro alrededor nos ayude a enriquecer quiénes somos y que es lo que somos capaces de hacer. Estar dispuesto a renacer profesionalmente cada día es abrir de par en par nuestra inquietud profesional.
Espíritu de superación
Marcarse objetivos es algo vital; los objetivos guían nuestros pasos, pero el espíritu de superación no debe confundirse con la ambición. Poseer espíritu de superación es estar dispuesto a levantarse del suelo cuando se produzca la caída; pero no se trata solamente de levantarse, sino del modo en que lo hagamos. Atacar el mercado con espíritu de superación implica asumir que cuando caiga, me levantaré con más fuerza y cada caída nos hará más fuertes y menos vulnerables.
Esfuerzo constante
Este mercado no permite la debilidad ni la flaqueza, no da alternativas a los débiles, quienes irremediablemente se quedarán en las primeras rampas de la ascensión. El mercado profesional de hoy, es un puerto de categoría especial, habrá rampas duras y falsos llanos, pero el “desarrollo” de plato y piñón, de esfuerzo y constancia que impongamos a nuestra máquina debe de ser siempre el mismo; si la rampa es empinada tiraremos de riñón y apretaremos los dientes hasta que llegue un falso llano, en el que no nos relajaremos ni un ápice, la intensidad de nuestro ritmo será la misma. Nuestro objetivo es coronar el mercado y eso requiere un esfuerzo constante.
Pero existe un quinto elemento, una quintaesencia poderosa que será la que marque la diferencia. Solo quienes la posean llegarán a puerto, cruzarán la meta con los brazos en alto o coronarán la cota de categoría especial en primer lugar. Todos poseemos ese quinto elemento, en todos nosotros está latente, pero solo quienes sean capaces de encontrarlo y más aún de mostrarlo y evidenciarlo alcanzarán ese anhelado objetivo profesional. Los cuatro elementos anteriores abren la puerta del éxito y nos elevan a lo más alto del cajón, cuando nuestro corazón bombea intensamente PASIÓN.
La pasión es el elemento que impulsa e integra a los otros cuatro y el que nos permite alcanzar nuestros objetivos y metas profesionales, independientemente de su grado de complejidad. La pasión no puede ser forzada o fingida, solo la experimentaremos cuando deseemos realmente alcanzar un objetivo concreto, entonces activará el resto de elementos y materializar nuestro objetivo será, simplemente, una cuestión de tiempo.

Uno cree que hace cosas excepcionales hasta que tiene la oportunidad de conocer gente extraordinaria que posee la capacidad y tiene la voluntad para cambiar el mundo.
Un arquitecto que desarrolla e integra los conceptos de redes, humanismo y urbanismo, un profesional del 112 que habla y cautiva sobre el concepto de serendipia, una alpinista profesional que a través de sus experiencias te contagia la necesidad de alcanzar tus sueños, emprendedores tecnológicos que no superan la treintena y que crean soluciones de software para etiquetar contenidos o “gamificarte” y que desarrollan entornos de co-working donde lo único que cabe es la innovación y el liderazgo compartido, consultores de diversas disciplinas que han escrito libros, rodado cortos, o que han arrancado iniciativas solidarias para por ejemplo, recaudar 90 millones en 90 días, un doctorando en filosofía cuyo cerebro alberga cifras imposibles de retener y que explica el futuro a través del internet de las cosas…
Pensé que llegué hasta allí por casualidad, ahora sé que fue por la bendita serendipia… cada uno de los asistentes bien en su rol de “ponente” o en su rol de “oyente” sacaría su propia conclusión… una primera reflexión, es que en pocas ocasiones uno tiene la oportunidad de asistir a un ejercicio de inspiración a través de las experiencias heterogéneas y diversas de otros seres humanos.
La idea tiene que partir de un loco, de un soñador con los ojos abiertos, de alguien que se empeña en materializar ideas imposibles, de alguien que posee un cerebro inquieto y extraordinariamente bien amueblado, de alguien que sabe que el mundo y todas sus esferas en profunda transformación requieren de este tipo de iniciativas de co-working, innovación y creatividad extrema…
El mero hecho de asistir a un “no-evento” de esas características genera una sensación de inquietud, expectación e incertidumbre al mismo tiempo… solo existe un requisito, y es eliminar los miedos, prejuicios y autolimitaciones que habitualmente viven y viajan con nosotros; eliminados o cuando menos aparcados uno puede vivir experiencias gratificantes que tienen la capacidad de hacerte cuestionar quien eres y en qué medida se puede contribuir a hacer cosas diferentes transformando lo no-posible en algo viable y tangible.
El tiempo no permitió que pudiera salir a la palestra…no me hubiese importado… pese a no haber trabajado en ninguna presentación… pero la improvisación también es un valor al alza y me hubiese encantado presentar quien soy… pero habría quedado minúsculo en comparación con… o quizás no, porque lo que uno percibe como excepcional puede ser percibido como convencional por unos o como extraordinario por otros… todo es relativo dependiendo de donde ocurra y con quien se comparta.
La experiencia refuerza mi teoría no escrita pero si reflexionada y compartida con muchos de mi red virtual y real, de que en cada uno de nosotros habita alguien capaz de hacer cosas extraordinarias en diversos órdenes de la vida y que la voluntad humana, probadamente ilimitada se activa y desactiva a nuestro antojo cuando recibimos los estímulos adecuados, en un lugar concreto y a través de personas o hechos que experimentamos en el camino que es nuestra vida.
Cada uno de nosotros somos muchos roles que desplegamos en función de nuestras necesidades vitales, personales y profesionales… seres camaleónicos que se mimetizan con los diferentes entornos a los que nos exponemos en nuestro día a día… pero con una esencia que está siempre latente y que subyace a todos los roles que forman parte de nuestro performance.
Mientras asistía a las presentaciones, pensaba que diría si me tocase salir a la palestra… la experiencia, por lo pronto me ha ayudado a ratificarme en mi esencia… soy Networker, uno personas y experiencias con experiencias y personas, que se buscan y necesitan encontrarse, en muchas ocasiones por necesidades profesionales, – cuando mi esencia opera y trabaja en el entorno profesional en mi rol de ejecutivo de la función de RRHH- pero en otras ocasiones esa esencia primaria sigue conectando en un plano más personal. Esa esencia es la razón de ser de mi actividad profesional y personal y la que explica porqué llegué a tener la suerte de vivir esa experiencia de co-working.
Vivir la experiencia no me hace diferente, pero si más consciente de lo que soy, y de cómo puedo contribuir a cambiar las cosas a través de mi esencia y de la realización de pequeñas cosas como esta entrada, que quizás muchos de vosotros no entendáis, pero que lo haréis sin duda cuando la curiosidad os invite a preguntar dónde has estado y lo más importante, con quien…
No descubriré nada nuevo si digo que el panorama profesional ha cambiado radicalmente en los últimos años. Me refiero a que el terreno de juego en el que solíamos hacer nuestras jugadas maestras se ha puesto patas arriba. De nada sirve ya, volver a analizar las causas del cataclismo y seguir viendo una y otra vez la repetición a cámara lenta de las jugadas más conflictivas, el resultado no va a cambiar. Los profesionales en activo, los que forman la alineación titular y juegan, y, los que no están en activo, los no convocados sentados en la grada, todos están dentro del estadio y a todos les va el partido…
Lo primero es identificar el marco en el que se desarrolla la competición y analizar cómo está el campo…
Las características de «La Liga»…
– Titularidad indiscutible Vs Inseguridad: El concepto de seguridad profesional, simplemente se ha volatilizado. Si todavía hoy, alguien piensa que esta “a salvo” por su “high performance” y buenos resultados en el pasado, se equivoca. Puede que el pasado se fuese “Pichichi” o “Zamora”…,pero la referencia válida ahora es el resultado en el siguiente partido.
– Mercado de fichajes Vs oportunidades limitadas: acostumbrados a un entorno de oferta y demanda dinámico, ahora, el mercado no genera más que contadas oportunidades profesionales que merezcan la pena;. Gozar de minutos para demostrar tu valía es un auténtico lujo.
– Especialización Vs Polivalencia: Ser empleable y adaptable a cuántas más circunstancias mejor, es ahora un plus. Hasta no hace mucho tiempo, el defensa defendía, y el mediocentro repartía juego,…pero lo que cuenta de verdad ahora es saber jugar y hacerlo muy bien, en cuantas más posiciones mejor; la polivalencia te asegura minutos e incrementa tus opciones de ser alineado.
– Terreno en perfectas condiciones Vs Un campo impracticable. Frente a los cuidados exquisitos a los que se sometía el terreno de juego, ahora este está repleto de parches y socavones, llueve sobre mojado y está completamente encharcado.
Teniendo en cuenta que el campeonato en el que jugamos se caracteriza fundamentalmente por esos rasgos, es el momento de posicionarse. Hay que escoger entre hacer poco o nada para acabar siendo un eterno “no convocado” o trabajar a conciencia, ya no solo para entrar en la convocatoria del “Mister”, léase, del empleador de turno, sino para jugar y ganar.
Pero, ¿es posible «jugar minutos»? ¿cómo desmarcarse?
– El auto-análisis de nuestro estilo es un paso esencial. Cada profesional debe asomarse a sus cualidades; ser realista, no maquillarlas e identificar sus rasgos más potentes y los que no lo son tanto.
– Posicionarse en base a las mejores cualidades, aquellas que permitirán destacar más y mejor; Momento de decidir en qué posiciones se quiere jugar en base a esas características, ¿defensa o media punta? ¿líbero o portero? A mayor polivalencia más opciones de minutos en cada partido.
– Entrenar a conciencia, sin confiarse del estado de forma, da igual que se forme parte ya de un equipo y se sea titular, o que estés en el mercado abierto a opciones. El entrenamiento asegura tu “estado de forma”.
– Disciplina, esfuerzo y método en el entrenamiento; apretar los dientes y sudar la camiseta para potenciar en lo que se destaca es la mejor forma de asegurar la titularidad o generar sensaciones para que los “oteadores” se interesen por tu fichaje.
– Originalidad al crear la propuesta de valor de tu juego. Debe haber algo que te diferencie respecto a los demás que han decidido jugar en esa posición: tu velocidad punta, tu habilidad para no incurrir en fuera de juego, tu puntería, tu precisión con los pases, la capacidad de asociación,… , ese rasgo que debe trabajarse hasta la perfección en el entrenamiento para ser excepcionalmente bueno, será el que marque la diferencia.
– Proyección de la propuesta de valor. Muestra tus habilidades y destrezas ante los demás, no las escondas, si no las haces evidentes no tienen valor y pasarás desapercibido. Cada vez que se concedan unos minutos hay que hacer lo posible para que los demás te pasen la pelota y vean en que eres extraordinario.
– Practica el “fair play» ; se puede ser el mejor en tu disciplina pero si no juegas limpio, si no aplicas la ética en todos y cada uno de los minutos del partido, asumirás que te pueden amonestar, ¿merece la pena no jugar limpio con todo el esfuerzo que ha costado ser el mejor en esa posición?
Nuestra realidad profesional es un terreno de juego encharcado, embarrado, casi impracticable, en el que cuesta desplegar un buen juego, solo los grandes profesionales, los que asuman que da igual lo mal que esté el campo saldrán a jugar sabiendo que su propuesta de valor es su mejor carta de presentación. El partido ya ha empezado ahora nos corresponde a cada uno decidir si incurrimos en fuera de juego o jugamos al desmarque.