Sobre personas y organizaciones

Etiqueta: talento

sin palabras…

Marcos llamó con discreción a la puerta de Jorge, el Jefe de Proyecto, mientras asomaba tímidamente la cabeza por la puerta entreabierta. Eran las 21:33 del viernes.

–          Disculpa Jorge, oye, ¿Qué tal te pillo?, te quería comentar un tema antes de marcharme.

–          Sí, claro, no te preocupes, tú dirás, pero date prisa que tengo que subir a ver al Jefe, ya sabes, no se quedo conforme del todo con el informe que le enviamos y quiere verlo de nuevo conmigo.

–          No te preocupes, no te robaré mucho tiempo, serán solo cinco minutos.

–          Bueno, tú dirás…, aunque supongo que es sobre el timing del proyecto, ¿verdad? Ya sabes que no te puedo dar más tiempo, vamos muy ajustados y si no lo entregamos nos van a caer por todos lados

–          Mira Jorge, no es exactamente sobre el timing del proyecto de lo que te quería hablar… ya sabes que desde hace ya demasiado tiempo he estado tirando del carro a lo bestia, sobre todo desde que salió Elena y no la reemplazamos; sobre todo desde entonces ha sido un no parar…

He estado reflexionando mucho y… verás…, creo que todo el esfuerzo que he hecho en estos dos últimos años tirando de este asunto,… enfin… que no se han traducido exactamente en lo que yo esperaba por parte de la empresa….

–          Pero hombre Marcos, ¿se trata de eso?, joder no te preocupes, ya sabes que dentro de unos meses estamos en proceso de revisión salarial y ya le dije a Recursos Humanos que este año me pasaba por el forro las dichosas bandas salariales, que estabas trabajando como una bestia y que no quedaría más remedio que reflejarlo en la revisión…

–          Ya, ya, gracias Jorge, pero no se trata de dinero, no de verdad que no es eso, hombre a todos nos gusta ganar más, claro está, pero de verdad que no es una cuestión de dinero. Mira, lo he pensado muchísimo, no he parado de darle vueltas a la cabeza durante las últimas semanas, y, lo que te quería comunicar es que he decidido dejar la empresa.

–          ¿Pero qué dices?- replicó Jorge sin dar crédito-, ¿justo ahora que estamos a cuatro meses de entregar el proyecto?, hombre no me jodas, ¿cómo vas a hacer eso?, ya te he dicho que la revisión está al caer y que este año no va a haber problemas, bien sabes que el año pasado fue complicadísimo y al final la propuesta no pudo colar, pero de este año te aseguro que no pasa.

–          Mira Jorge….yo te lo agradezco enormemente pero está decisión me ha costado muchas horas de sueño tomarla y de verdad que lamento decírtelo pero no hay marcha atrás, quería hablar contigo para entregarte la carta de renuncia. No quiero seguir en el proyecto.

Depositó la carta sobre la mesa  indicando que su fecha de salida sería dentro de un mes.

–          De verás que lo siento, haré todo lo posible para traspasar en estas semanas todos los temas pendientes a quien tu me indiques

Se levantó de la silla sereno y tranquilo, sabiendo que había hecho lo correcto y salió del despacho despidiéndose hasta la mañana siguiente.

Jorge no consiguió que Marcos aceptara la propuesta que en ese mismo momento le puso sobre la mesa, un 20% más de incremento  salarial que entraría en vigor una vez finalizado el proyecto.

De camino a casa en el coche, Jorge no encendió la radio como de costumbre. Conducía pensando en la reunión que acababa de mantener, intentando comprender los motivos que le habrían llevado a tomar la estúpida decisión de salir de la empresa, y además, no entendía su actitud dejándole colgado justo en ese momento.

Su obsesión por el impacto que la salida de Marcos tendría en el resultado final,  le impedía recordar que hacía meses que no bajaba a tomar un café con él, su memoria no ubicaba  la última vez que probablemente insinúo de manera efímera delante del director General el magnífico trabajo que Marcos estaba realizando, que nunca se sentó delante de él de manera natural para decirle que estaba haciendo un trabajo excepcional y  tampoco recordaba que las palabras de agradecimiento que esporádicamente le había dedicado, salían del manual del buen gestor y estas eran huecas, vacías, carentes de afecto simplemente lo agradecía porque el manual así lo indicaba.

No era capaz de recordar que durante mucho tiempo omitió una sincera palmada en la espalda acompañada de un simple pero sincero y honesto “Gracias por tu trabajo”.

No es país para jóvenes

La pirámide de población de nuestro país ensancha de manera preocupante por sus tramos superiores. De forma inexorable se estrecha progresiva y paulatinamente por la base mientras va adoptando una forma de embudo o pirámide invertida. Simplemente, nuestro país envejece.

Mientras la pirámide se moldea, varios procesos se suceden en paralelo, son los efectos colaterales del envejecimiento de la población y de la crisis que azota nuestra economía desde hace años.

El Sistema de previsión social ve como sus cimientos se tambalean y sus paredes se agrietan; el tiempo medio para encontrar un puesto de trabajo cualificado se ha duplicado en los últimos años; la crisis crediticia del sistema bancario imposibilita acceder a préstamos hipotecarios al colectivo más necesitado de financiación.

En definitiva, los daños colaterales derivarán en daños directos que atacaran la línea de flotación de país dificultando su recuperación en el medio y largo plazo.

Ante un panorama tan halagüeño, muchos de nuestros jóvenes, los que emplean meses en encontrar un puesto de trabajo que les permita crecer profesionalmente y los que, por ese motivo, no gozan del beneplácito de las instituciones bancarias, están mirando hacia el exterior en busca de mejores oportunidades profesionales.  Nuestro producto nacional es “high quality” y así se valora a nivel internacional, nuestros jóvenes presentan buenas credenciales académicas avaladas por un sistema universitario razonablemente bueno y cada vez son más “empleables” más allá de nuestras fronteras. En otras palabras, son una “perita en dulce”, son apetecibles.

Así las cosas, hemos entrado en un proceso emigratorio del que creo se está hablando o escribiendo poco, no somos país para jóvenes y ese es el principal riesgo de la recesión económica que atravesamos como país, muchos de nuestros jóvenes entusiastas, positivamente enérgicos, con ganas y con la cabeza bien amueblada se están marchando sin hacer ruido.

Me preocupan fundamentalmente dos aspectos:

–          Qué no se esté haciendo eco de la “gravedad” que a medio y largo plazo puede implicar este proceso y

–          Qué, (más allá del lógico recelo que siempre genera la fuga de capital, humano en este caso), no lleguemos a ser capaces de articular medidas que permitan “rescatar” o “atraer” el talento,  transformado en experiencia con el paso del tiempo, y que permitirá inyectar desarrollo y crecimiento económico en un futuro, espero, no demasiado lejano.

La glaciación del Talento

Es tan solo una reflexión, una idea que sobrevuela mi cabeza y que se apoya en las opiniones de muchos profesionales y colegas recogidas en los últimos meses. Es una metáfora que viene a significar el cómo muchos, cada vez más, profesionales de toda índole y condición están entrando en un proceso de hibernación sine die, o al menos, con una fecha realmente incierta. Muchos de ellos no tienen ni siquiera previsto despertar a los albores de la próxima primavera, su letargo esta previsto hasta que amaine la tormenta y los hielos, den síntomas evidentes de comenzar a derretirse.

El frio extremo que vivimos, esa ola de frio polar que con tanta fuerza ha irrumpido en nuestro entorno profesional, nos ha dejado, literalmente, helados. Las temperaturas bajo cero transformadas en congelaciones de todo tipo: presupuestarias, de contratación, de inversión, etc, han entumecido los huesos de un amplísimo porcentaje de profesionales que han interpretado este periodo de glaciación como el momento de resguardarse, de cobijarse del frio, abrigándose como nunca habían hecho hasta ahora, dejando solo entrever su mirada entre gorro y bufanda para atisbar que el temporal amaina.

La incertidumbre que normalmente va asociada a cualquier intento de cambio profesional se ha extinguido. No hay incertidumbre porque la actitud hacia el cambio está literalmente congelada. El mercado no acompaña desde hace ya unas cuantas primaveras y el desasosiego y la pesadumbre se han instalado en la moral de la mayoría de aquellos que formamos el mercado laboral.

Resulta realmente complicado inyectar positivismo en un entorno tan “negativizado”, en el que los mercados se han convertido en un sube/baja continúo y en el que, plantearse un cambio profesional, puede ser percibido por terceros como un acto kamikaze.

El talento se ha resguardado, está hibernando hasta nueva orden, pero sigue estando ahí, latente en alguna parte, esperando a que alguien lo encuentre, le inyecte una dosis de calor u optimismo que para el caso viene a ser lo mismo.

¿Qué hacer ante una glaciación del talento de estas características?, ¿es posible activar la inquietud de un profesional en una coyuntura de incertidumbre extrema como la que estamos atravesando?

Las respuestas que he encontrado a estas preguntas no son las conclusiones de ningún estudio cualitativo o cuantitativo sociológicamente reglado, sino más bien el resumen de las respuestas ofrecidas por muchos colegas, amigos y profesionales con los que he tenido oportunidad de debatir al respecto de mi teoría de la glaciación del talento en los últimos meses.

La gran mayoría coincide en afirmar que poco o nada se puede hacer hasta que amaine el temporal, es recurrente afirmar que los profesionales, incluso ese selecto colectivo al que se le atribuye el talento prefieren seguir cobijados mientras siga helando ahí fuera, son conscientes de su coste de oportunidad pero simplemente han decidido no arriesgar y seguir contribuyendo en su proyecto actual aún a riesgo de que este no les llene o satisfaga plenamente.

Otro porcentaje de “encuestados” optan sin embargo por un enfoque más positivista, apoyado en la tesis de que si un proyecto merece la pena un profesional que se sepa de “alto rendimiento”, puede que incluso llegue a plantearse gestionar un cambio; la diferencia hoy en día es que aquellas compañías que pretendan captar a esta tipología de profesionales tendrá que desarrollar una estrategia de identificación del talento proactiva, identificando a través de todo tipo de fuentes (el entorno 2.0. se ha convertido en un magnifico escaparate o directorio gratuito) quien es quien, para a partir de ahí dirigirse a él o a ella y llevar a cabo una venta directa del proyecto en cuestión. Si este, es lo suficientemente interesante y una vez cotejado el talento latente del profesional en cuestión, entonces, y solo entonces es posible que el hielo comience a derretirse al calor de un gran proyecto y tras el deshielo se produzca la contratación del profesional en fase de hibernación.

Finalmente la ultima y minoritaria corriente sostiene que es precisamente la situación de incertidumbre que atravesamos, la que para el selecto grupo de profesionales que se saben excepcionales, lejos de congelarles, les hace estar más proclives a un cambio. Esta receptividad generalmente viene asociada a que los últimos años han sido ejercicios especialmente duros en materia de revisión salarial, concesión o mantenimiento de beneficios, acceso a formación, y en general elementos de motivación puramente material y no emocional. Es precisamente este grupo de profesionales que constituirían el talento existente en toda organización sobre el que debería concentrarse la atención en términos de retención. La gestión del talento cobra, si cabe, aún más sentido cuando se trata de activar el talento que ya está, latente en nuestras organizaciones, es una responsabilidad de los lideres encontrar fórmulas para que estos profesionales sigan desarrollando ese talento desde dentro, generar el calor necesario para derretir el hielo y no permitir que busquen entornos más cálidos a los que emigrar donde materializar sus ideas o dar rienda suelta a su, hoy más que nunca, valiosa capacidad de innovación.

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