Vivimos momentos turbulentos, en los que la incertidumbre marca nuestro día a día. Nuestro hasta hace poco,  sólido y cómodo entorno, se transforma a cada minuto en una realidad que resulta difícil de descifrar.

Esta es la realidad del panorama profesional que nos está tocando vivir desde hace unos años y a la que nadie se atreve a poner fecha de caducidad. Probablemente porque no la tenga y simplemente tengamos que adaptarnos a un nuevo entorno, a un nuevo esquema de relaciones profesionales gobernadas, sencillamente, por unos parámetros diferentes.

Muy probablemente también, muchos de los que hoy leemos esta entrada nos enfrentaremos dentro de un tiempo ante la necesidad de desarrollar una ocupación profesional que poco tiene que ver con la que desempeñamos en la actualidad.

Esta reflexión no pretende hacer saltar las alarmas, hace tiempo que están dadas y accionadas. Las sirenas en forma de mensajes negativos, casi apocalípticos, sobre nuestro futuro económico, social y por ende profesional nos asedian tan pronto como nos despertamos.

Asistimos a un éxodo de talento a nuestro alrededor, como si la huida en busca de la tierra prometida fuese nuestra única escapatoria, cuando, quizás, la opción, es trabajar la tierra que pisamos de forma diferente a como veníamos haciéndolo hasta ahora.

Sin embargo, muchos profesionales prefieren seguir llevándose las manos a la cabeza, o utilizarlas para taponarse los oídos o para taparse los ojos, en lugar de utilizarlas para construir en positivo su futuro.

Inexplicablemente, no somos conscientes de la inmensa suerte que tenemos. En otro tiempo, la “amenaza” del cambio nos habría cogido por sorpresa, pero ahora el tiempo juega a nuestro favor. Estamos advertidos desde hace tiempo. Somos plenamente conscientes de que el terreno que tenemos ante nosotros y que espera nuestros pasos es pantanoso, inestable, irregular…abrupto.

Todos, sin excepción, poseemos competencias y destrezas suficientes para hacer frente a esta situación;  Nuestra voluntad, nuestra infinita capacidad de imaginación e innovación, nuestra capacidad de adaptación al entorno, y nuestra habilidad para establecer relaciones y alianzas, son ahora nuestros mejores aliados; herramientas en última instancia, que ya están en nuestro poder y que tan solo requieren ser accionadas y puestas en práctica…

INVICTUS

En la noche que me envuelve

negra como un pozo insondable

doy gracias al Dios que fuere

por mi alma inconquistable

 

En las garras de las circunstancias

no he gemido, ni llorado

Ante las puñaladas del azar,

si bien he sangrado, jamás me he postrado

 

Más allá de este lugar de ira y llantos

Acecha la oscuridad con su horror

No obstante la amenaza de los años

me halla, y me hallará, sin temor.

 

Ya no importa cuán recto haya sido el camino

ni cuantos castigos lleve a la espalda

Soy el amo de mi destino

Soy el capitan de mi alma

El poeta inglés William Ernest Henley escribía INVICTUS en el año 1875 mientras se recuperaba de la amputación de una pierna tras una larga lucha contra la tuberculosis; es también el poema que Nelson Mandela  se recitaba una y otra vez en los peores y más dramáticos momentos durante sus 27 años  de encarcelamiento (1962-1990) por su lucha contra el racismo y el apartheid.

Nuestra realidad hoy, está alejada del sufrimiento en los que estos versos cobraron significado. Sin embargo, la situación económico-social que vivimos, representa nuestras particulares garras de las circunstancias, la oscuridad que acecha es equivalente al horizonte incierto al que nos enfrentamos, la rectitud del camino y los castigos en la espalda suponen un inquietante paralelismo con los ajustes y sacrificios a los que nos venimos enfrentando desde hace tiempo…

Pero hoy, sin necesidad de buscar analogías, al igual que sucedía en 1875 o entre 1962 y 1990 seguimos siendo los únicos capaces de gobernar nuestro futuro, actuando en nuestro presente. INVICTUS nos evoca como pocos poemas la infinita capacidad humana de crecerse ante la adversidad, haciendo frente a los problemas a través de la fe y una profunda convicción en las propias capacidades del ser humano.

Nuestra actitud hoy debe ser invencible…, inconquistable; las acciones que decidamos llevar a cabo desde este instante serán las que determinen en qué medida nos convertiremos en esclavos… o amos de nuestro destino (profesional…y personal) y si actuamos como soldados rasos de nuestra alma o capitanes de la misma…

Nelson Mandela nació el 18 de Julio de 1918, hace exactamente hoy, 94 años…y sigue siendo con casi total seguridad, amo de su destino…