7368655anastasia-kaplugginDurante muchos años las empresas han basado su estrategia de aproximación al talento a través de procesos repletos de insinuaciones y en demasiadas ocasiones de falsas apariencias. Se trataba de aparentar ser la pareja perfecta del talento con capacidad para satisfacer todas sus necesidades, deseos y expectativas profesionales… en la salud y en la enfermedad…

A su vez, la gran mayoría de profesionales anhelaban la tierra prometida de la estabilidad laboral y vivían anclados en el paradigma de la vertical y ascendente carrera profesional que parecía alcanzable en los paraísos que muchas organizaciones parecían ser…

La época de bonanza económica dio como resultado la denominada guerra por el talento que durante no poco tiempo guió la estrategia de muchas organizaciones a la hora de identificar y contratar capacidades. Los proyectos abundaban y el talento para sacarlos adelante escaseaba, de forma que, el objetivo era ser una organización sexy capaz de atraer a ese talento escaso, aunque en ocasiones el proyecto estuviese lejos de los cánones de belleza establecidos.

Los procesos de selección y reclutamiento podían llegar a estar más focalizados en ensalzar las virtudes del proyecto que en conocer en profundidad las probabilidades de éxito de la relación con ese talento obnubilado por los encantos de lo que a todas luces parecía ser la organización 10; por si fuera poco, una amplia mayoría de “reclutadores”, atrapados en la urgencia que marcaba el conflicto bélico por el talento creímos que nuestra misión era satisfacer las necesidades de nuestro “cliente interno” y, entendimos que nuestra prioridad consistía en acortar los ratios y KPI’s de timing… subestimando probablemente otros aspectos de una tarea que siempre fue crítica para la organización.

Sin embargo, en los últimos años, las cosas han cambiado.

La debacle económica hizo que la unión entre la organización perfecta y el talento durase efectivamente hasta la muerte…pero de la seguridad laboral; un desenlace imprevisible en la época de bonanza y que dio lugar a un periodo en el que el talento y las organizaciones enviudaron unos de otros respectivamente…

Mientras empresas y profesionales guardaban el luto por la muerte del empleo para toda la vida, el arraigo de la economía del conocimiento en la mayoría de sectores y geografías fue consolidando el papel que las personas (y el talento) jugarían en esta economía del S.XXI. Un renacimiento que obliga a que la relación con el talento adquiera un papel más primordial que nunca en la estrategia de negocio de cualquier empresa.

Y, en paralelo, la revolución tecnológica ha conseguido desarrollar canales y medios que nos permiten llevar a cabo interacciones más constantes y versátiles que nunca con el talento.

La economía del conocimiento  obliga a imprimir otra velocidad de crucero a las organizaciones; una velocidad que no deja tiempo para esconder cartas, ni para que unos y otros tergiversen sus realidades tratando de ocultar sus taras y defectos de fábrica. Ahora que organizaciones y talento necesitan imperiosamente unirse de nuevo, es preciso repensar como debe construirse esa relación.

No es tiempo de verdades a medias, de insinuaciones vagas en las que nadie se desprende de sus disfraces. Resulta imperativo construir relaciones que pivoten entorno a la necesidad de mostrarse ante el otro de forma directa, sin tapujos, al calor de conversaciones poderosas impregnadas de sinceridad.

Las organizaciones tienen que identificar con claridad el talento que necesitan poniendo sus cartas boca arriba, sin florituras, ni adornos superfluos.

Los profesionales deben mostrar su talento al desnudo, con sus virtudes y defectos, sin pudor alguno.

tumblr_l391ichFuJ1qc0ch1o1_500No cabe una nueva guerra por el talento sino un ejercicio de honestidad y transparencia, en el que cada parte se desnuda ante la otra sin vergüenza.

Un cuerpo a cuerpo limpio entre personas y no entre personajes que permita ver las imperfecciones de ambos a simple vista, que ahorre la energía de inferir la realidad.

Frente al riesgo de mostrarse ante el otro en cueros, en la economía del conocimiento no existe mayor riesgo que jugar a no mostrar quien está realmente detrás del antifaz desde el que en demasiadas ocasiones organizaciones y talento decidieron mirar…

Los profesionales del área de personas en la economía del siglo XXI deben dejar de reclutar y alistar el talento y empezar a conectarse apasionadamente con él;  deben de aparcar su timidez y mostrarse descarados, utilizando todos los medios y canales que la tecnología ha puesto a su alcance para conversar con el talento, mostrando la realidad del proyecto tal y como es.

Tanto para las organizaciones como para los profesionales hay mucho en juego: sobrevivir a un mercado impredecible mediante el desarrollo de nuevos productos y servicios generando un valor genuino. Un reto sin precedentes que no deja espacio para librar ninguna guerra por nadie, sino que reivindica la necesidad de una relación desnuda, pacífica, pero sobretodo pasional entre organizaciones y talento.