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10 preguntas sencillas para gestionar un cambio complejo

Hablar de gestión de empresa es hablar de cambio y transformación. En realidad, siempre ha sido así, pero en los últimos años la velocidad a la que se han producido las revoluciones tecnológicas y sociales (y como estas han impactado los patrones de consumo de los clientes) ha evidenciado más que nunca la necesidad que tienen las organizaciones y sus profesionales de transformarse, cambiar y por lo tanto evolucionar.

Hacer frente a un proceso de transformación es un reto mayúsculo. Y lo es, independientemente de que este cambio deba producirse de forma organizativa, departamental o individual.

Gestionar la transformación es sinónimo de complejidad. Cada vez son más los elementos que hay que considerar para diseñar la estrategia de cambio con ciertas garantías de éxito. En la mayoría de las ocasiones nos focalizamos en encontrar respuestas razonablemente complejas… sin embargo existen preguntas, relativamente sencillas, que pueden ser un buen punto de partida.

 

Tanto si ya hemos iniciado la transformación como si estamos en su ejecución, las siguientes preguntas nos pueden ayudar a reflexionar sobre aspectos fundamentales a tener en cuenta o sobre los que habrá que actuar.

1.¿Qué está pasando? Y ¿Cómo nos afecta?

Entender las variables que nos impactan es el principio básico de cualquier proceso de cambio. Si no hacemos la reflexión adecuada y en profundidad sobre como es nuestro contexto, los factores exógenos que nos impactan y los elementos endógenos que nos caracterizan, es probable que la hoja de ruta de la transformación sea errática y gran parte de nuestros esfuerzos nos conduzcan a un lugar diferente del que en realidad debemos llegar. Comprender que está pasando y que impacto tiene en nosotros en el presente y a medio plazo es un punto de partida fundamental.

2.¿Para qué tenemos que evolucionar?

Una persona y una organización se moviliza al cambio cuando encuentra la razón de ser del mismo. Cuando se analiza el contexto y sus variables es más fácil comprender para qué tenemos que hacer algo diferente. Encontrar el auténtico propósito del cambio es la piedra angular del proceso. Sin un propósito claro, sin definir el para qué, no habrá auténtica transformación.

3.¿Cómo vamos a transmitir la necesidad de transformarse?

Tan relevante como entender el contexto y las variables y una vez definido el propósito del cambio, es reflexionar y planificar como se va a comunicar la necesidad del proceso de transformación. La comunicación siempre es fundamental, pero si se trata de un proceso de evolución colectiva aún lo es más. En gran medida el éxito de la transformación está ligado a que el cambio y su razón de ser se entienda y se comparta por el total de la organización.

4.¿Qué capacidades necesitamos para cambiar? y, ¿Qué capacidades tenemos que adquirir?

Abordar un proceso de cambio implica contar con las capacidades y con los conocimientos necesarios. Que habilidades son necesarias, que disciplinas tenemos que conocer y cual es nuestro punto de partida tanto individual como colectivamente sobre cada una de ellas es una reflexión necesaria. No se puede enfrentar un proceso de transformación sin ampliar nuestros conocimientos y sin conocer el grado de competencia de nuestras habilidades. Por ello hacer autocrítica sobre el nivel de nuestros conocimientos y habilidades resulta esencial.

5.¿Quién nos puede ayudar?

La complejidad del contexto en el que vivimos explica la necesidad de responder a esta pregunta. Cuanto más complejo es el contexto más necesario se hace saber quien y de que manera nos puede ayudar. Identificar las palancas internas y las ayudas externas se convierte en un aspecto tan determinante como el análisis de capacidades y habilidades. Gestionar un proceso de transformación no es un ejercicio individual sino un proyecto colectivo.

6.¿Qué podemos hacer diferente? Y ¿Qué vamos a hacer en realidad?

Uno de los errores mas comunes en cualquier proceso de cambio es no definir que tipo de acciones y/o comportamientos vamos a hacer de forma diferente. Y, en la misma línea, otro error de cálculo es dimensionar de forma errónea nuestra capacidad de actuación real. El exceso de optimismo o la adopción de una actitud voluntarista pero poco real ante el cambio nos generará frustración y un innecesario consumo de energía.

7.¿Cómo nos vamos a enfrentar a la resistencia al cambio?

Existe una obviedad: la resistencia al cambio es inherente al cambio en sí mismo. Por ello, preguntarnos con cuanta mayor antelación posible cual va a ser nuestra aproximación a la resistencia al cambio ayudará a que la fricción ante el mismo sea menor, o, cuando menos, a saber, que alternativas o estrategias hay que considerar.

8.¿Qué roles van a ser necesarios? Y ¿Cómo los vamos a asignar?

No es inteligente abordar un proceso de cambio sin saber quien hará qué. Con demasiada frecuencia la asignación de los roles fundamentales es incierta o indefinida. Sin embargo, dando por hecho que gestionar un proceso evolutivo no es una cruzada individual, resulta coherente identificar quienes adoptarán los roles en la transformación y como llevaremos a cabo su asignación.

9.¿Cómo vamos a definir el progreso del cambio?

No importa el tiempo que dediquemos a responder todas las preguntas anteriores si no dedicamos el esfuerzo suficiente a identificar las métricas, indicadores y OKR’s que nos permitirán valorar en que medida nuestra transformación está teniendo lugar. Si no se sabe que forma tiene nuestra evolución será dificil corregir las desviaciones que con total seguridad se producirán en nuestra hoja de ruta de transformación.

10.¿Cómo vamos a celebrarlo?

Puede resultar a priori una pregunta banal. Nada más lejos de la realidad. Cualquier proceso de transformación consume una cantidad ingente de recursos en forma de tiempo y esfuerzo y supone una actividad adicional a la rutina cotidiana normal de cualquier persona. Una transformación es una carrera de fondo que implica trabajo, consumo de energía y desgaste emocional. Por ello es fundamental pensar como celebraremos el alcance de los avances y progresos del proceso de evolución.

Con seguridad habrá más preguntas sobre las que reflexionar, pero esta entrada no pretende construir ningún modelo de change management, ni tampoco crear una secuencia ordenada sobre que aspectos debemos indagar. El objetivo es sensibilizar acerca de la importancia que tiene preguntar e indagar a la hora de iniciar uno proceso evolutivo sea del tipo que sea.

En definitiva, poner de manifiesto que, detrás de la complejidad que entraña cualquier proceso de cambio, formularse las preguntas adecuadas, es condición sine qua non para poder transformar.

Las cuatro dimensiones del ADN del líder transformador

Sin liderazgo transformador no hay cambio ni evolución; así de sencillo y así de obvio.

Una verdad absoluta que no permite leer entre líneas ni dobles interpretaciones y en la que cada una de sus palabras dota de sentido y significado a las demás.

Ahora que muchas organizaciones andan inmersas en diseñar sus hojas de ruta para abordar la cruzada que supone la transformación digital – aunque siempre será antes cultural –  se hace más necesario que nunca detenerse y comprender que… “Una transformación genuina, auténtica y real no es posible sin el ejercicio de un liderazgo orientado a promover el cambio y la evolución organizativa.”

Así que, de nuevo, tenemos que apelar al archiconocido concepto del liderazgo, el cual, lejos de pasar de moda, se revitaliza o adquiere más relevancia en un contexto de cambio y evolución como el actual. Y, para entender su impacto, resulta conveniente hacerse las preguntas adecuadas, aquellas que nos permitan identificar…

¿Qué hay detrás de una persona capaz de movilizar a otros hacia el cambio?

¿Qué comportamientos podemos observar en aquellas personas capaces de hacer que otros se replanteen sus propios comportamientos?

En definitiva, ¿Qué dimensiones convergen en aquellas personas que decimos practican un liderazgo transformador?

Descubrimiento

Hay personas con niveles de curiosidad por encima de la media. Personas que se hacen preguntas de manera más frecuente, que incorporan la práctica de indagar y de investigar aquello que les genera curiosidad. El descubrimiento está íntimamente relacionado con la capacidad de transformar. La habilidad para evolucionar o cambiar  está relacionada con la capacidad para investigar y acceder a nuevas ideas y a nuevos conceptos; por eso, no es casualidad que aquellas personas con mayor capacidad para liderar una transformación sean personas que han incorporado en sus rutinas y hábitos el deseo de descubrir e investigar.

Disrupción

La palabra disruptivo  procedente del francés “disruptif” y del inglés “disruptive” se utiliza como adjetivo para referirse a una ruptura brusca o a algo que ocasiona un cambio determinante.  El comportamiento disruptivo  se caracteriza por ser insolente, desobediente, agresivo, provocador o impulsivo. Y, no deja de ser paradójico que estos comportamientos que históricamente han sido penalizados y estigmatizados en la mayoría de organizaciones, ahora se antojen necesarios o cuando menos convenientes en aquellos profesionales capaces de liderar un cambio organizativo. La práctica de la desobediencia inteligente, enfrentarse a la realidad con un cierto grado de irreverencia y una actitud provocadora ante el conformismo son rasgos característicos de aquellas personas capaces de, lógicamente, provocar una ruptura brusca o un cambio determinante. Por encima de la estigmatización, la disrupción es una dimensión íntimamente ligada al liderazgo transformador.

Desarrollo

Una dimensión que equilibra el impacto de la dimensión disrupción. Un profesional con capacidad para transformar su realidad y la que le rodea es una persona con capacidad para desarrollarse a sí misma y a su entorno a partir del descubrimiento de nuevas ideas y conceptos. Transformar implica desarrollar a las personas que son en primera y última instancia las principales responsables de hacer realidad un cambio. En la medida en que una transformación colectiva es el resultado de la suma de muchas transformaciones individuales la habilidad para desarrollar a otros se erige como un comportamiento determinante en el ADN del liderazgo transformador. El ejercicio genuino del liderazgo transformador no puede darse sin una clara orientación a las personas y al desarrollo de las mismas.

Entrega de valor y ejecución (“Delivery”)

La traducción al inglés del término “entrega de valor” (Delivery) permitiría hablar de las 4 D’s del liderazgo transformador. Se trata de un concepto o dimensión que va ligado a la capacidad de ejecución o, dicho de otra manera, a hacer que las cosas pasen…; y es esa precisamente, una de las derivadas del liderazgo transformador… hacer que las cosas sucedan y se lleven a cabo. Aun a riesgo de ser demasiado categórico, sin ejecución,  sin “delivery” no hay ni habrá nunca transformación. Por lo tanto, la cuarta dimensión que debemos encontrar en el AND de un profesional realmente orientado a la transformación es la capacidad de traducir sus descubrimientos, su irreverencia e inteligencia desobediente y su orientación a personas en la ejecución de acciones concretas.

Cualquiera de las cuatro dimensiones por separado tiene un valor fundamental cuando se trata de liderar un proceso de transformación;, pero es la conjunción de las cuatro dimensiones y de los comportamientos inherentes a cada una de ellas en la misma persona lo que nos permite hablar de líder transformador; una condición que trasciende la estructura organizativa en la que se encuentra una persona, su background académico, o sus rasgos socio-demográficos.

Lo que convierte a una persona en un líder transformador son los comportamientos que emergen de esas cuatro dimensiones: un profesional que activa su curiosidad, que decide hacerse las preguntas adecuadas, que es irreverente, que incomoda, que desobedece de forma inteligente, que se preocupa de su propio desarrollo para desde ahí poder desarrollar a otros, que presenta una genuina orientación a personas, y que además, traduce todos esos comportamientos en acciones, en ejecución pura, en una entrega de valor real, en definitiva, un profesional auténtico portador del ADN para liderar la transformación…

 

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5 comportamientos para Liderar e Innovar generando Disrupción

prohibido_prohibirLa mayoría de organizaciones y sus directivos han entendido que el cambio es la única variable constante y que la mera adaptación al mismo se ha convertido en una característica no determinante. En estos tiempos “VUCAlizados” la clave no es adaptarse al cambio, sino diseñarlo y provocarlo. Tan sencillo y tan complejo al mismo tiempo.

Pero “el cambio” resulta un término demasiado genérico en este tiempo convulso e impredecible que nos ha tocado transitar. Las organizaciones y las personas que las componen siempre han estado en permanente proceso de cambio. Sin embargo, son las condiciones del contexto en el que vivimos en la actualidad y la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos las que obligan a que las organizaciones a través de sus personas lleven a cabo planteamientos mucho más agresivos para poder liderar el mercado diferenciándose de sus competidores y ofreciendo productos y servicios que provoquen la obsolescencia de los existentes; en definitiva generando disrupción.

Más allá de lo en boga que se encuentra el término,  disruptivo se utiliza como adjetivo para indicar una ruptura brusca, haciendo referencia por lo tanto a algo que ocasiona un cambio determinante… radical… transgresor respecto a los productos, servicios y modelos existentes.

Para provocar un cambio de estas características,  las organizaciones y quienes las lideran deben de  construir ecosistemas en los que se manifiesten una serie de comportamientos… políticamente incorrectos.

Estos son 5 atributos básicos para que una organización lidere e innove generando disrupción…

Curiosidad… estructurada

La clave de bóveda de cualquier proceso de innovación es la curiosidad. Un rasgo innato de todas las personas en su niñez y que qué se va mitigando y apagando con el paso de los años. La curiosidad es la llave de paso de cualquier cambio disruptivo.  

La probabilidad de que una organización encuentre espacios para la disrupción es directamente proporcional al ancho de banda de curiosidad que los líderes de la misma son capaces de fomentar.

Alimentar la curiosidad no es perder foco, sino focalizarse, eso sí, de forma estructurada, en la necesidad de descubrir e investigar.

Honestidad… Radical

La falta de transparencia es uno de los principales enemigos de una cultura abierta al cambio. Cuanto más se oculta o maquilla la realidad más probable es que la organización se convierta en un teatro en el que todos desempeñan un papel. Practicar la honestidad radical implica decir y presentar las cosas tal y como son, sin edulcorar la realidad. No se trata de practicar el “sincericidio” tanto como permitir que los profesionales expresen su percepción de la realidad sin necesidad de embadurnar su discurso con perífrasis y otros recursos de estilo.

Un liderazgo que practica y permite la honestidad radical sin castigarla es capaz de  provocar cambios desde el conocimiento nítido de la realidad.

Desobediencia… Inteligente

Una organización sumisa es una organización inmovilista. Desobedecer inteligentemente no solo implica retar el status quo y la norma existente sino rebelarse contra ellos siempre y cuando esa desobediencia genere un beneficio organizativo en forma de mejora de los procesos, agilidad en la ejecución o mayor reacción ante cualquier elemento nocivo para el ecosistema organizativo.

Practicar la desobediencia inteligente no es practicar el boikot, sino desafiar al sistema para mejorarlo de forma constructiva.

Una cultura es favorable a la innovación disruptiva cuando lo líderes de la organización practican y promueven la desobediencia inteligente.

Irreverencia… Constructiva

La capacidad disruptiva de una organización está reñida con los comportamientos políticamente correctos.

Si no se tolera cierto grado de irreverencia y provocación en los comportamientos de sus profesionales las posibilidades de que una organización genere un caldo de cultivo proclive a la disrupción son muy reducidas.

Muchas organizaciones alimentan el concepto de retar lo pre-establecido, pero son muy pocas las que consiguen que se esa irreverencia  sea constructiva ya que en la mayoría de ocasiones la provocación es sinónimo de penalización, una reacción que supone un claro freno de mano a cualquier proceso de cambio mínimamente transgresivo.

Descontrol… Organizado

 El control y la fiscalización son los principales síntomas de la falta de confianza que existe en una organización.

Cuantos más comportamientos asociados al control se pongan de manifiesto en una organización más agudo será su grado de complacencia.

Y al contrario, erradicar la fiscalización es señal de confianza en el seno de la organización. Las políticas, los procesos y la burocracia asociada a los mismos son mecanismos, que pese a ser necesarios, lapidan la capacidad de una empresa para innovar de forma disruptiva. De esa manera, la capacidad de construir momentos donde cristalice la disrupción es directamente proporcional a la capacidad del liderazgo para provocar el descontrol de forma organizada  en la estructura de poder, y los procedimientos y procesos asociados.

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Los principios del management convencional han conducido a la mayoría de empresas al lugar donde están hoy posicionadas; sin embargo, las circunstancias del contexto han cambiado radicalmente en los últimos años. De esta manera el control y la desconfianza asociada, los comportamientos políticamente correctos pero nada desafiantes, la obediencia ciega incluso hacia las normas más ineficientes, el dañino edulcoramiento de la realidad para no herir sensibilidades y la reducción hasta mínimos insospechados de la curiosidad de los profesionales de la empresa, se han convertido en peligrosos cepos que atrapan las opciones de supervivencia en el mercado.

Generar descontrol de forma consciente, mostrar cierto grado de irreverencia de forma constructiva, desobedecer las normas existentes cuando estás generan ineficiencia y burocracia, presentar la realidad organizativa desde la honestidad – aunque esta duela – y poner el foco en la necesidad de investigar y descubrir son rasgos y características políticamente incorrectos notablemente alejados de los cánones empresarialmente aceptados.

Características, y por lo tanto, comportamientos que hoy en día se convierten paradójicamente en elementos esenciales para construir ecosistemas organizativos donde tengan lugar innovaciones transgresoras y diferenciales,  a partir, como era de esperar, de un liderazgo desafiante, rebelde, provocador… pero con una clara causa… generar la disrupción que permita la supervivencia de la organización.

Manifiesto realista sobre la transformación organizativa

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Ya sabemos que estamos en un proceso de cambio constante. Todos vivimos expuestos a multitud de procesos de transformación; lo estamos, tanto los que hemos tomado consciencia de ello, como aquellos que aun recibiendo el mensaje a diario, cada vez a través de más medios y canales, (e irremediablemente en cualquier foro de management), han decidido que no va con ellos.

Todas las organizaciones, sin exclusión de ningún tipo, independientemente de su tamaño, de su sector de actividad y de cualquier de sus condiciones viven un proceso de cambio; y lo viven en la medida que las personas que formamos parte de ellas, estamos y seguiremos estando en un constante proceso de evolución, lo queramos, o no.

La cuestión es ahora quien toma las riendas, quien asume, en ocasiones, por incómodo que sea todo lo que implica hacer que las cosas cambien, se transformen y evolucionen.

El cambio auténtico, la transformación genuina  de una organización no se produce por las políticas, los procedimientos y los procesos expresados en forma de presentaciones que se alojan y distribuyen en las intranets o mediante las redes sociales corporativas internas; son en realidad la consecuencia de todo un ecosistema de situaciones, de conversaciones, de propósitos, de intentos, de frustraciones, de resistencias, de más intentos, de más conversaciones, de procesos, de pequeños logros, de incómodas verdades, de grandes aprendizajes, que de forma sostenida en el tiempo generan la evolución real…

Las organizaciones contemporáneas a este convulso pero apasionante siglo XXI, evolucionarán y encontrarán su espacio en sus respectivos mercados en la medida en que tomen constancia de que la llamada gestión del cambio se produce de forma auténtica y genuina gracias a la existencia de un ecosistema formado por multitud de personas, relaciones, situaciones, procesos y circunstancias  que existen en paralelo al mundo organizativo oficial.

Estas son solo algunas reflexiones en forma de manifiesto que evidencian la forma genuina  y real en la que se producen los cambios y la transformación de las organizaciones.

MANIFIESTO REALISTA SOBRE LA TRANSFORMACIÓN ORGANIZATIVA

  1. La evolución de una organización sucede, siempre, más allá de sus estructuras y órganos de gobierno oficialmente reconocidos.
  2. La transformación de cualquier organización se produce en cada conversación, – independientemente de donde esta tenga lugar-  en la que se cuestionan el destructivo “siempre se ha hecho así”.
  3. El cambio es una cuestión de espacios, físicos pero sobre todo mentales.
  4. La mayoría de acciones y comportamientos que generan cambio no son observables a simple vista por los órganos ejecutivos de la organización.
  5. La transformación colectiva se produce cuando las personas previamente a nivel individual modifican sus comportamientos.
  6. La gestión del cambio no es propiedad de ningún área o departamento, es en todo caso, la suma de las acciones de multitud de personas en forma de agentes de cambio extra oficiales, distribuidos en todos los niveles, áreas y proyectos dentro de una organización.
  7. La evolución de una organización se fragua en conversaciones cotidianas en lugares informales y, en muchas ocasiones, más allá de los límites físicos de la propia organización.
  8. Existe una relación directamente proporcional entre la libertad de acción y la velocidad de transformación. Cuanto mayor es el locus of control más lenta es la evolución real de cualquier organización.
  9. La transformación auténtica de una organización se produce de forma independiente a los procesos que intentan ordenar y canalizar el cambio, aunque estos sean necesarios.
  10. Las redes de influencia son capaces de generar evolución con mayor agilidad que el poder formal.
  11. Las emociones y la forma en la que se manifiestan son las detonantes del cambio de comportamientos que provocan la transformación.
  12. La honestidad radical se encuentra casi exclusivamente en las conversaciones no controladas entre cualquiera de los miembros de la organización.
  13. La tecnología es un vehículo imprescindible para la gestión del cambio, pero los comportamientos analógicos y no digitales son los que mueven las emociones.
  14. Las emociones más auténticas normalmente son imperceptibles en los procesos formales de la organización.
  15. Una organización emocionalmente activa es una organización más efectiva en su capacidad de transformación

Las organizaciones y todos los profesionales que oficialmente se dedican a la gestión del cambio y asumen roles dirigidos a la transformación deben de tomar conciencia de la existencia de estos principios, afirmaciones, asunciones y hechos que dibujan como se produce el cambio de forma real en cualquier organización.

Se trata de un manifiesto necesariamente inacabado que lejos de ser un dogma de fe, tan solo pretende evidenciar la existencia de un ecosistema que subyace a las estructuras, a los procesos y a las interacciones formales de cualquier entorno organizativo y en el que se produce la auténtica transformación.

Sin embargo, el cambio seguirá siendo gestionado mediante la aplicación de metodologías y la creación de modelos orientados a acelerar los procesos de transformación. Metodologías, estructuras y procedimientos que aun jugando un papel fundamental en el contexto de cambio no impedirán, (sino puede que incluso al contrario…), que sigan existiendo relaciones, influencias, conversaciones, emociones y finalmente comportamientos tras los que se esconde la auténtica y genuina transformación de cualquier organización…

Vivir en Beta… para ser Invencible al cambio.

invencible2Hablamos de transformar nuestras organizaciones y sin embargo no estamos dispuestos a cambiar un ápice de lo que somos y aún menos de lo que hacemos. Una incongruencia demoledora pero en la que se hayan instalados un gran número de profesionales, muchos de ellos curiosamente llamados a liderar los procesos de cambio de las organizaciones en las que trabajan.

Diseñamos estrategias de gestión del cambio desde la misma silla en la que nos sentamos desde hace años, mirando a la realidad desde la misma perspectiva de siempre, en ocasiones, sin ni tan siquiera hacer el intento de girar la cabeza en otra dirección.

Nos vanagloriamos de lo crítico que resulta cambiar para evolucionar, pero lo hacemos tras haber llegado a la oficina de siempre utilizando el mismo camino… también el de siempre.

Somos participes de cualquier discurso que abogue por la transformación porque es tendencia, pero somos incapaces de introducir la más mínima variación en nuestra forma de vida tanto personal como profesionalmente.

Somos los principales aliados del uso y la costumbre, porque ambos nos ofrecen el confort de saber que sucederá mañana con apenas margen de error y nos permiten afianzar nuestro status, sea este el que sea…

Mientras hablamos de cambio nos revelamos contra lo diferente, desechamos todo aquello que vaya contra lo socialmente aceptado, contra los cánones en los que fuimos educados como profesionales y como personas… y, tendemos a estigmatizar a quien se sale del camino y rompe los patrones…

Y, continuamos hablando de transformación y de evolución… seguimos alimentando la incongruencia de pretender que nuestro entorno cambie, sin cambiar nosotros mismos…y sin aceptar las implicaciones que tiene que quienes estén a nuestro alrededor cambien o simplemente traten de hacerlo…

Pero, en este entorno caprichosamente incierto e imprevisible, la única manera de intentar ser invencible es vivir en beta.

– Revisar lo que creemos saber constantemente.

– No dar por sentado ninguna de las certezas que creemos nos rodean.

– Incorporar variaciones en nuestras hojas de ruta, asumiendo que modificarán a forma de llegar al destino.

– Cuestionar los paradigmas en los que crecimos.

– Decidir mirar a la realidad desde nuestros ángulos muertos.

– Poner en marcha algo sabiendo que está inacabado e imperfecto.

– Apreciar el aroma de la equivocación.

– Entender que somos una inacaba versión de nosotros mismos.

– Saltar al vacío aunque sea con miedo y sin red.

– Tomar cada día un nuevo camino dejándonos sorprender por lo que vamos descubriendo.

Vivir en Beta o quedar relegado a merced de lo que un día día fuimos o creímos ser.

Vivir en Beta para ser invencible al cambio.

INVICTUS

En la noche que me envuelve

negra como un pozo insondable

doy gracias al Dios que fuere

por mi alma inconquistable

 

En las garras de las circunstancias

no he gemido, ni llorado

Ante las puñaladas del azar,

si bien he sangrado, jamás me he postrado

 

Más allá de este lugar de ira y llantos

Acecha la oscuridad con su horror

No obstante la amenaza de los años

me halla, y me hallará, sin temor.

 

Ya no importa cuán recto haya sido el camino

ni cuantos castigos lleve a la espalda

Soy el amo de mi destino

Soy el capitan de mi alma

 

Hoy más que nunca debemos mostrarnos invencibles al cambio. Los comportamientos que decidamos llevar a cabo serán los que determinen en qué medida nos convertiremos en esclavos, o por el contrario en amos de nuestro destino, tanto personal como profesionalmente…

INVICTUS tiene la capacidad de evocar la infinita capacidad humana de crecerse ante la adversidad, haciendo frente a los problemas a través de la fe y una profunda convicción en las propias capacidades del ser humano.

El poeta inglés William Ernest Henley escribía INVICTUS en el año 1875. Un poema que Nelson Mandela  quien hoy, 18 de Julio habría cumplido 98 años se recitaba una y otra vez en los peores y más dramáticos momentos durante sus 27 años de encarcelamiento.

Este artículo es un homenaje a un texto y a un hombre que siguen siendo una referencia vital para todos aquellos hombres y mujeres que deciden a diario ser amos de su destino y capitanes de su alma, viviendo en Beta, siendo invencibles al cambio.

 

 

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